lunes, 14 de noviembre de 2011

Dilema (Estanislao Zuzek)





Hacía rato que miraba ese papel entre sus dedos -  una y otra vez - en lo que hasta unos días fue el cuarto de trabajo de su madre. Ahora, le tocaba estar allí a él – con esos, sus ojos celestes que en vida ella tanto admiraba - para ir revisando lo que quedó tras su partida para siempre…


            Cuántas veces, y con qué orgullo, le mentó ella esos ojos, su cabello rubio y figura en general. Como si ello fuera lo más importante de él – ¿posiblemente, más que su misma persona? ¿O es que sólo él mismo se ha formado una idea así? Pero, ¡no! Fueron tantas las veces y en circunstancias diversas que hubo que escuchar de ella algo por el estilo. Y sólo ahora se percataba de ello. En fin, mamá era así y ¡qué se la iba a hacer! Le manifestaba su afecto de esa, su manera, de orgullosa nomás de su hijo - ¡qué buen mozo resultó! Pero… ya nunca más tendrá oportunidad de escucharla. Nunca. ¡Qué vacío! La quería. Sí, se necesitaban mutuamente – madre e hijo. ¿Amor realmente?


            Evocando el sepelio, se veía acompañado por su novia, sus contados amigos, su abuela materna, tres tías – todas hermanas mayores de su finada madre – y un tío, algo menor, algunas de las  amigas de mamá y recordaba vagamente unas figuras varoniles que recordaba haberlas visto en esos encuentros ocasionales de su madre con alguno de ellos sobre asuntos de negocio; y, obviamente, nadie por la rama paterna…


            Según le contaba a veces, ella se “hizo sola”. Era muy orgullosa de ello y celosa de su independencia - en especial frente al “sexo fuerte”. Para ella el varón tenía categoría de casi prescindible. Salvo él, claro, ¡el buen mozo! Luego, los frutos de esa prescindencia los sufría él todos los años en forma aguda al acercarse el día del padre, pues en el colegio pasaba a ser marginado. Sólo le quedaba festejar el día de la madre. ¿Por qué esa ausencia? ¿Por qué a su inquietud de adolescente su madre no le podía dar una respuesta cabal, en lugar de una evasiva? Había de ser algo “muy duro” para ella… y se conformó con el afecto que siempre le prodigaba. En fin, hubo también otros compañeros que no sabían quién era su padre. Sin embargo, los interminables “porqués” se amontonaban, como así también el desconcierto, la bronca, el odio, el abandono…, derechos del hijo, deberes de padre… nutrían ese vendaval de años!


            Recurrió a la terapia y logró asumir su status de hijo “sui generis”. A su vez, el cura consultado le hizo ver que, a pesar de todas apariencias en contra, él debía considerarse feliz: fue traído a la vida por acción de una mujer – su madre - y cierto varón y con la participación de Dios que le insufló la Vida y, a la luz de su inestimable valor, sus progenitores bien podían ser perdonados. Le hizo caso al cura, aceptando su condición de hijo de padre desconocido.


            Informado del accidente de tránsito por la policía, se apresuró al hospital. Mamá estaba en terapia intensiva. Politraumatismo, reservado… Sufría mucho. Se percibía que presentía el desenlace próximo y le confió el secreto tan celosamente guardado durante más de veinticinco años, recibiendo de él, a su vez, su más profundo perdón. Visiblemente aliviada, partió a la madrugada para siempre… ¡Todo tan rápido!


            Ese papel lo confirmaba. Por lo tanto, el cura tuvo razón: ¡perdonar! Más aun: no se puede odiar al que no existe y. en ese caso, el derecho a tener padre termina siendo abstracto. El semen de donante anónimo – ‘a medida’ – implicará ascendencia genética, pero paternidad nunca, jamás. Ésta presupone necesariamente voluntad, amor y compromiso. En cuanto a su mamá, pensó: colaboró con el Creador, aunque de manera cuestionable, privando a su propio hijo de la posibilidad de poseer padre y pertenecerle.


            Ahora, ya librado a su propio arbitrio, se le ofrecía la tentación de proseguir ese camino sin ataduras y definiendo sus propios valores, a modo del superhombre de Nietzsche – solitario y estéril – o, más bien determinarse, en concordancia con todo lo perdonado, de ir integrándose a la Vida de los que sí disfrutan de madre y padre. Habiendo hecho añicos ese papel, optó por esta determinación.



Estanislao Zuzek







5 comentarios:

  1. ¡Qué bien llevada la intriga Estanislao!
    Y qué buen modo de abordar el tema desde los hijos que han nacido en esas circunstancias.
    El otro día tuvimos una clase de bioética en la que una médica especialista en genética nos comentó justamente eso. Nos dijo que en Estados Unidos se está armando una organización de hijos de padres anónimos que quieren que se les reconozca el derecho a saber quién es su padre.
    También nos contó de los distintos precios que tienen los diferentes espermas de acuerdo a la carga genética que usted menciona. Todo un mercado de personas.
    ¡Gracias Estanislao, me atrapó la lectura!

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  2. Tu texto me dejó en silencio... el mismo silencio que debe haber habido en "el cuarto de trabajo de su madre"... Gracias, Stane!

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  3. Muy bien presentada la cuestión. No sé sabe hasta el final de qué estas hablando. Supongo que ya es suficientemente trágico el abandono o la muerte de un progenitor como para que además ahora exista la posibilidad de un padre o madre de elegir esa ausencia para sus hijos... tremendo.

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  4. Más allá del tema de tu escrito que es muy interesante y hondo, me gustó muchísimo el tema de entregarse a la vida en concordancia con todo lo perdonado. Siempre hay algo que perdonar y algo que nos perdonen... y al final uno sólo puede seguir viviendo (con todo lo que eso significa) en paz después de esos necesarios gestos de reconciliación. Y con mucha verdad no decis que sea facil el tema pero sí necesario. Para poner en práctica!

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  5. Me gustó, me pareció bien escrito, muy sentido.

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