sábado, 25 de agosto de 2012

Lluvia limeña (José Valle Riesta)





Una señora de arena cálida,
risueña, de vieja gloria y
de besos húmedos me llama.

Grita al cielo
pidiendo por un hijo natural,
que ensordece al escuchar.

El niño llegó un día
y ella lo acogió,
el adulto se fue,
y ella lo espera.

Porque sabe que va regresar,
Porque sabe que no podrá soportar,
Que cada viaje que haga será para recordar,
Que cada día que pase es para olvidar.

Olvidar un fuego que no sea olvida
Un fuego que apasiona su vida
Porque ese fuego es un fruto prohibido
Un fruto que lo tiene exhibido.

Se exhibe en otros lares
Clama ser de otros mares
Pero sabe que es su hijo
Y clamara por él ¡CARIJO!

Sin ser su  hijo
Una linda señora me llama
Recuerda el día
Que de los dioses me dio,
un fuego eterno me entregó.

¿Será algo tan caliente, como ese fuego abrasador?
¿Conocerá alguien ese calor abrumador?
O será que el frío de una madre muda puede más.
O conocerá alguien de donde viene esa frialdad, acaso jamás.

Pero me levantaré a los cielos y clamaré
Por esa Limeña de ojos de pasión
Por esa hermosura de jazmín
Por ese idilio que me consume
Por sus hermosos celos y no callaré

Llama en la suave brisa de un sueño
Llama sin testigos y sin dueño.
                                                                                                       


 Inca Valle-Riestra.

viernes, 24 de agosto de 2012

Lluvia, llanto (Jorge Oscar Marticorena)

Nevada, agosto 18, 07, Jorge Oscar Marticorena





Soñé esta mañana,
que caminaba por una plaza que no existe en Buenos Aires,
que te recordé mientras la cruzaba,
que me encontré, allí, con mi soledad y mi pena.

Y desperté mientras soñaba mi llanto,
para ver que la lluvia
derramaba sus lágrimas en el jardín
que vos amabas tanto.

Aún hoy, después de estos lentos años,
mis ojos se humedecen,
algo en mi ser se desintegra.

Una brisa helada me recorre por dentro
agitando oscuras túnicas,
que apenas cubren recuerdos.

Silencios que hoy no alcanzan
a ocultar aquellos espacios,
que entonces se llenaban de pensamientos,
tibios de cariños,
suaves de amante amistad.

Por eso esta lluvia invernal
convoca al llanto,
renovando las preguntas.

Te acompañé en todo,
pero no sé si tanto como necesitaste.
Cómo podría saber si estuve,
ahí, entonces.

Todo el tiempo, con toda la presencia.



Bariloche, 15 de Febrero 2007 – 30 de Julio 2012


Jorge Oscar Marticorena

jueves, 23 de agosto de 2012

Llueve (María Echevarría)

Foto tomada por María Echevarría







Todo es silencio,
cielo y yo somos uno,
llueve otra vez.


                                                                     María Echevarría

miércoles, 22 de agosto de 2012

Llueve (Guillermo Barber Soler)





Llueve
y tu casa está cerrada
a la tristeza
que soy.

Porque estoy triste estoy
solo
y porque estoy solo estoy
afuera

afuera
esperando
a que tu mano salga
y me invite a pasar.

Pero tu mano no llega y aún
afuera
llueve.

(Y tu puerta sigue
cerrada
al afuera
que muero.)



Guillermo Barber Soler

martes, 21 de agosto de 2012

Llueve (Martín Susnik)

“Touch of rain" de Leonid Afremov



Hay sujetos cuyos estados de ánimo se ven notoriamente afectados por las situaciones climáticas. Dicen incluso algunos que es algo natural. Aunque hay que aclarar que, por alguna razón, el clima no incide en todos de la misma manera. Más allá de las diferencias, sin embargo, es fácil notar que estamos acostumbrados a juzgar que un día es “lindo” cuando hay sol (o mejor dicho, cuando está despejado, puesto que sol en realidad siempre hay) mientras que las jornadas nubosas y con precipitaciones suelen recibir calificativos menos favorables.
Por mi parte debo confesar que también me gustan los días de lluvia. Nada tengo contra el clima soleado, desde ya, pero eso no me empuja a considerar los días lluviosos como “feos”. Hay cosas que se hacen mejor cuando llueve. Disfruto más de la lectura, por ejemplo, cuando sé que en la interrupción momentánea de la misma puedo alzar la vista y ver las precipitaciones dibujando misteriosas figuras contra la ventana. Adoro reposar un oído sobre la almohada en posición de siesta cuando con el otro puedo dejarme arrullar por el susurro de las gotas y su tranquilizadora percusión. El café sabe mejor cuando su aroma se entremezcla con el de la tierra mojada. Las conversaciones – incluso mis monologantes soliloquios – se me hacen más íntimos cuando, por gracia de la lluvia, los individuos adoptamos de modo casi instintivo una actitud de recogimiento. En fin, tiendo a pensar que los días lluviosos pueden ser bellamente aprovechados. Hasta las caminatas pueden ser a veces de lo más estimulantes y hermosas bajo las caricias de la lluvia, cosa que aprendí a la fuerza y a pesar mío, pero por cuya experiencia estaré agradecido para siempre.
Tal vez lo que no me agrade demasiado sea esa llovizna mediocre, esas precipitaciones ínfimas que no hacen más que jorobar, que enchastran en lugar de mojar de veras y que hacen que uno se sienta estúpido tanto si porta paraguas como si no. Pero cuando llueve de verdad... ¡qué bello puede ser el espectáculo si tenemos posibilidad de sacarle provecho!
Soy consciente de algunas cosas que no dejo de tener en cuenta. A veces las circunstancias no son lo más propicias y gozar de la lluvia se torna dificultoso o casi imposible. También a veces, por eternos insatisfechos que somos, queremos que el clima se comporte de modo radicalmente opuesto al estado en el que se encuentra de hecho. A veces sólo reclamamos el cambio, o bien lo necesitamos, y rogamos por lluvia cuando el sol nos ha agobiado y pedimos por sol cuando el agua ha inundado ya nuestra paciencia. Todo eso sucede, soy consciente.
Pero también tengo conciencia de que el clima mayormente no depende de nosotros. Lo que sí depende, en todo caso, es cómo vamos a comportarnos en base a sus aparentes caprichos. He ahí un signo de humildad, incluso sabiduría, que nos debemos y que favorece el clima interno, haya sol, llueva o truene.

Martín Susnik




lunes, 20 de agosto de 2012

Llévense a la ll (Marcelo Gobbi)




Don Torcuato, 27 de julio de 2012



Estimada doctora Mosto:
No me prestaré al escarnio (hace años que quiero usar este sustantivo y nunca se me daba la oportunidad) de enviarle algo que se relacione con la supuesta letra ll.
Esa letra ha sido derogada, como el limbo de los teólogos y como la palabra decencia, que tan lindo sonaba en boca de mi abuela.
Nos está usted entreteniendo con inexistencias.
¿Que las letras no saben de normas? Claro que sí. Para eso en Madrid hay un grupo de señores mayores que cada tanto legisla sobre la manera de hablar y de escribir, y todo para preservar la unidad idiomática del imperio donde nunca se pone el sol, que ellos creen que sigue existiendo.
Y mucho les debemos a esos señores. Por ejemplo, el prodigio de que la palabra río, que los conquistadores seguramente pronunciaban cuando evocaban al Duero o al Guadalquivir, hoy se utilice insolentemente para referir a algo tan diferente como el Paraná o el Amazonas. O la eliminación de este esperpento digno de Valle Inclán (rectius: Vaye Inclán) al que usted hoy pretende exhumar, que sólo servía para confundir y del que la gente sensata huía. Tanto, que los limeños y catamarqueños comenzarán en breve a escribir  poio y la gente del barrio de Flores, posho. Pura rebelión contra el engendro redundante que usted pretende resucitar.
Lo que abunda sí daña. Como minimalista del lenguaje, he celebrado la partida de la ll de este mundo.
Usted será muy filósofa y andará por ahí angustiando estudiantes con la nada, como el Sartre ese, pero yo sólo tengo tiempo de ocuparme de cosas reales, y muy seriamente, como el Derecho y la Justicia en la Argentina.
Le exijo, entonces, pasar de una buena vez a la eme. Tal vez algo se me ocurra con esa letra (con esta, nada o, para usar las duplicaciones de que usted parece gustar, nada de nada).
Suyo,
Marcelo Gobbi

domingo, 19 de agosto de 2012

Llevame (a partir de 3 canciones de U2) Teresita Suriani

The Killers - Ultra Violet (Light My Way) (U2 Cover)




¿Por qué no vas a dar una vuelta con tu hermana la luna?
Deja que su pálida luz entre para llenar tu cuarto
Estuviste viviendo bajo tierra
Comiendo de una lata
Estuviste huyendo de lo que no entiendes...
Amor...


¿Por qué no me llevas a salvo a casa? Y me quitas de este nudo de marinero audaz en el que estoy enredada, de este nudo de garganta que quiere, pero no puede, proferir gritos. Garganta cerrada con mil palabras agolpadas en la traquea, en la glotis. Se me atropellan y se me ahogan en alguna glándula que debería llamarse miedo, o cobardía, ¿o desamor? Porque no entiendo el amor...


Los hombres que te aman, tú los odias
pasan justo a través tuyo, como un fantasma
Te buscan, pero tu espíritu está en el aire
querida, no estás en ningún lado.


¿Por qué no me llevas a alguna casa? Una con muchas ventanas y mucha luz. Porque no me ven los que me miran todo el tiempo, y no quiero estar en el aire y menos en ningún lado. Pero vos me ves, y yo odio a los que no me ven.  Y si no es esto, entonces sigo sin entender el amor...


Escondes tu tesoro donde no pueda ser encontrado
Pero tu amor es un secreto que fue contado
Hay un silencio que viene  a una casa
donde nadie puede dormir
Supongo que es el precio del amor, sé que no es barato


Y esas palabras, cuánto más empujan hacia adelante más se sepultan hacia abajo y mueren asfixiadas, y se disuelven, y se olvidan. Y todo lo callado que estuvo por ser dicho, ¿podremos resucitarlo?


 Teresita Suriani

sábado, 18 de agosto de 2012

Lleno de sí (Clemencia Campos)

http://noticiator.com/el-pez-globo-se-infla-para-poder-sobrevivir/






En algún momento, hay un alguien, un yo.
Encerrado en quién sabe dónde. Quizá en sí mismo, por vergüenza o capricho de no ensoparse con la lluvia de otro. Quizá se encierra en el laberinto de sus oídos, o se ahoga enredado en su lengua, y queda callado y silencioso. Y da vueltas y más vueltas, en las infinitas órbitas de sus ojos, en sus propios colores.
Se cansa de sí mismo, en algún tiempo.
Se adentra a su bostezo que es un pozo eterno y negro…
Y se duerme, y sin despertador amanece, temprano para su propio tiempo. Amanece en su rincón de espejos.
Se despereza, y sin que nadie se diera cuenta. Se despereza de adentro hacia adentro en la entropía de sus lamentos.
De tan introvertido, tanta vergüenza respira que no se anima ni tan siquiera a estirar sus brazos somnolientos para afuera.
Hoy aprendió a hacerlo para adentro, con vergüenza y sin intento de abrirse a lo externo.


 Clemencia Campos

viernes, 17 de agosto de 2012

Llegar… (Ignacio Leonetti)


Phil Collins - Another Day In Paradise (lyrics y subtitulos en español)



Siempre el llegar resulta ser una sensación indescriptible de plenitud y paz.
Creo que esto se da así por lo que representan las metas en nuestra vida. Llegar tanto en los vaivenes cotidianos como en los grandes llamados de la vida huele a valentía y superación.
En función de esto, el llegar atenacea nuestros sentidos internos y despierta nuestra irascibilidad para forjarnos en la escuela de la vida. Pensemos lo que supone el ansiado retorno a casa después de la jornada laboral (a veces con viajes interminables, atascamientos, etc.) o el cumplir un objetivo de vida –familia, título, amor, jubilación-, estos son otros tantos  modos de llegar. ¡Qué satisfacción!
Pienso nuestra inconfesada primera meta de la vida ¡que fue nacer! ¡Cuán profundo y misterioso arribo!
Se relacionan aquí hasta el punto de alcanzar cierta sinonimia: llegar, cumplir, retornar, arribar.
Pienso que el llegar es tan pleno porque presupone un encuentro. Encuentro con uno mismo y con los demás. Porque se da cierto cumplimiento cuando arribamos a metas propuestas, dado que en ellas nos alcanzamos a nosotros mismos en determinada “completud”. La cual, a su vez, está llamada a ser comunidad y Trascendencia.
Experimento el llegar como un realizarse en uno, en los demás y en Dios.
¿Cómo será nuestra llegada definitiva al seno del Padre?


(Y dejo una “picando” para que pensemos: ¿cómo experimentamos la llegada de los demás a nosotros?)



Ignacio Leonetti




jueves, 16 de agosto de 2012

Llegar (Mimí Blaquier)

 
http://angelorumlugardeangeles.blogspot.com.ar/2010/07/gabriel-el-arcangel-de-la-paloma.html (Ilust.blog)





Llegar a donde hemos partido
caminar como quien recomienza
Comienzo que brilla en cada instante
callado
oculto y nuevo
anhelo
con alas de paloma




Mimi B.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Llegada (José Manuel Flores Eudave)

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Llegar a ser lo que se es…
Siendo lo que en tiempos inmemoriales ya se fue
Eterno y personal misterio es nuestro destino en la tierra
Pregunta de preguntas como las estrellas en el cielo…
como los compañeros de ruta, los próximos, los hermanos.

Llegar  y pasar, pasar y llegar
Una voz se asoma… qué nos quedará mañana
¿Inmortalidad? ¿Cómo será eso?

En mi pequeña y muchas veces miserable condición humana
vislumbro a veces tenue, a veces intensa
aquella eterna promesa de llegada,
que la caridad no pasará…
jamás.


José Manuel Flores Eudave

martes, 14 de agosto de 2012

Llanto (Estanislao Zuzek)

Vista panorámica de las Ardenas (Ilust. blog)



                Escribir sobre el llanto es lo mismo que escribir sobre la vida.  Hay tantas historias como vidas; y todas ellas son distintas y, a la vez únicas, irrepetibles – de edición única, diríamos. La vida nos brinda cosas hermosas, agradables, y también de las desagradables, tristes, desgraciadas, dramáticas y trágicas; implicando estas últimas sufrimiento, dolor, congoja, hasta desesperación. Cuando todo ello excede un cierto umbral, se nos hace intolerable… algo se afloja en nosotros y nos ponemos a llorar… Para mí, el llanto es un gran misterio. Seguramente y en la mayoría de los casos es una manifestación de sufrimiento, de desconsuelo y mucho, mucho  más que no sé si es expresable en palabras… pues, cala demasiado hondo. De nuestra parte, el sufriente sólo merece profundo respeto y compadecimiento efectivo, práctico. Hay también llantos de alegría, de emociones fuertes que quiebran nuestra actitud ‘estoica’. Y esto es también un misterio. Pero también hay llantos, que por su sola presencia son indicio de acontecimientos felices, como por ejemplo, el del recién nacido…

                Con mi esposa y dos nenes chiquitos – uno y dos años -  siguiendo en auto al ómnibus de excursión del club de pasantes extranjeros que tenía ‘nuestra’ institución, bajábamos en las estribaciones de las Ardenas a velocidad reducida por una pendiente no tan pronunciada, para virar unos pasos más adelante a derecha hacia el puente sobre el río Deulin. Ahí, de golpe, el auto “enloqueció”. No respondía al volante, a nada, haciendo algún zig-zag, viró en redondo, cruzando la mano ascendente se topó con el paredón de la colina, rebotó hacia la calzada y, finalmente, se puso de sombrero sobre la misma.  La película de esos instantes, eternos, aun la tengo presente en mi mente; pero todo pareció transcurrir en un raro silencio, en cámara lenta, y yo encontrándome totalmente impotente, contemplando la situación – lleno de interrogantes, al estilo de: ¿qué sucede? y ¿esto, cómo terminará? y ¿los  míos…? Detenido el vehículo, emergí del mismo con bastante facilidad, aunque no recuerdo cómo. Debe tomarse en cuenta que adentro todos habíamos estado cabeza abajo. También salió mi esposa. La vi que estaba bien, ilesa; igual que yo mismo. Gracias a los cinturones de seguridad.  Ahí tomé conciencia de un  silencio denso, ominoso. No sabía el por qué del mismo. Claro: ¡faltaba algo!, ¿pero qué?, ¡Qué instantes aquéllos…! ¿Qué era lo que faltaba, pues…? Hasta que me percaté sólo al rato: nuestros dos nenes comenzaron a ¡llorar! Ah, el llanto, ¡qué felicidad! Estaban. No importaba cómo, pero sí, ¡estaban vivos: lloraban!… Aún se encontraban dentro, cada cual estaría asegurado a su butaca de bebé con el cinturón del caso debidamente ajustado pero, obviamente,  también cabeza abajo, colgando del asiento trasero. Mientras tanto, los demás excursionistas ya se habían acercado y con su ayuda los sacamos con premura de ahí. Salvo algún rasguño en la cabecita del mayor, los dos nenes estaban intactos. Pero muy, muy asustados… por algo lloraban, ¿no? El resto de la historia es de imaginar: el arribo de la ambulancia y paso por la guardia del hospital local para observación de las dos criaturas, visita a la chatarrería local, trámites de rigor…  y al día siguiente ya estábamos camino de casa. Felices de seguir los cuatro juntos y gozando todos de buena salud. Lo que, en definitiva, es lo esencial.

                Lo que deseo destacar aquí es cuán feliz, inmensamente feliz, me hizo ese llanto. Fue la señal de vida de nuestros dos hijitos. Puedo decir que para mí ése fue el llanto más precioso que escuché en mi vida. Aun ahora, para mí, llanto es vida.

 Estanislao Zuzek


lunes, 13 de agosto de 2012

Llanto (Nicolás Balero Reche)

 
 
 



Mientras lloro pienso y noto que por las noches mi alma se entristece... recuerda que está sola, me invade la soledad que produce un miedo que conquista, que me roba todas mis seguridades y me deja pequeño, solo, triste. No hay lucha, ya ganó, ya me venció. ¿Cómo alejar semejante monstruo inmenso lleno de nada? ¿Cómo prender la oscuridad de la noche con una pequeña llama? ¿Cómo hacerte presente con algo tan efímero como la memoria, compañía endeble que está, pobre debilucha, tergiversada por la imaginación y por esos grandes consoladores del inconsciente: los sueños.

La soledad, compañera fiel, no anda con vueltas. La noche no te vende fruta, te muestra la realidad: triste, cruda… sincera. Me susurra a la conciencia “estás solo y cuando estás solo sos débil, sos frágil, sos quebrantable, sos vos”. ¿Qué responder? Solo me queda el llanto. Gotas de pureza que recorren y limpian mi rostro, y a la vez dibujan una verdad en mis ojos: duele esperarte, pero más duele estar solo. Y notar que en mi alma está lloviendo me hace ver y confiar que sin ella no soy nada, sino lágrimas.

Sin ella no soy yo, o tal vez lo sea, pero es un yo que quiero cambiar. La soledad es un espejo detallado, tal vez por eso no me guste estar solo. Tal vez por eso el llanto sea el único consuelo hasta que vuelvas a estar conmigo. Tal vez por eso te espere: para que embellezcas un poco mi retrato, me sacudas el miedo, me devuelvas la certeza, le des felicidad a mi alma vacía y por fin, algún día, seques mi llanto para siempre.


Nicolás Balero Reche

domingo, 12 de agosto de 2012

Llanto (Lydia Zubizarreta)

Cabeza de mujer llorando con pañuelo, Picasso



“Preferiría batirme en medio de tormentos,
que soportar tantas dichas de la vida.”
 Cinco canciones sobre textos de Goethe
Franz Schubert




No soy como Goethe.  No me atraen los tormentos.   En cambio, soy adicta a lo agradable y me dejo llevar por las dichas.  Se ve claramente que soy una persona básicamente feliz.  Ser feliz no es un rasgo distintivo.  Es, sí, una circunstancia y una conciencia. 
Nací en una familia de padres que se amaban, y que eran tal como en la canción de cuna de Porgy and Bess: “your dad is rich and your mom is good looking” (tu papá es rico y tu mamá es bonita), por lo tanto, pocas razones para la tristeza, muchas para la alegría. 
Mi casamiento recibió todas las bendiciones ya que Jorge y yo estamos bien, seguimos juntos y felizmente casados.  Nos hemos ayudado mutuamente a crecer y a desarrollar nuestras vidas.  Tuvimos momentos difíciles, incluso de antagonismo, pero los resolvimos y los fuimos superando.  Hoy vivimos agradeciendo el estar juntos, acompañándonos, disfrutando de cada momento.  Nuestros cuatro hijos, nuestros hijos políticos y varios nietos, constituyen una familia sana que se quiere y aprecia los momentos de estar juntos.  Somos todos distintos: unos rubios, otros morochos, unos tranquilos, otros inquietos, unos espirituales, otros racionales, alguno con inclinaciones artísticas, otros más deportistas, una que es pura bondad, otro que es pura simpatía, otro de gran capacidad, una que es pura gracia.  Una familia es un universo.  Muy buenos amigos nos han acompañado a lo largo de la vida.  Se puede decir que hemos estado rodeados de personas que nos han dado lo mejor de sí mismas, trátese de relaciones de amistad o de trabajo.
A pesar de todo tengo mi lado oscuro. Cada tanto siento algo así como una melancolía, una especie de inquietud.  Es un sentimiento que puede calificarse como romántico en el sentido que le dieron Goethe y Schubert.  Me invade una nostalgia, una ansiedad, algo muy subjetivo.  El hecho de haber sufrido la temprana muerte de mi padre ha marcado mi vida.  Experimento la finitud, la debilidad, la vulnerabilidad, toda clase de limitaciones e inhibiciones.  Mi conciencia, por momentos, estalla en impotencia y soledad.  Necesito volver a centrarme, volver a encontrar mi paz. 
Así soy, llena de contradicciones.  Un ser complejo a quien cada experiencia enseña a vivir y a ubicarse en la vida.  Voy desarrollando el sentido de lo trágico.  También, el sentido del humor (aunque nunca tanto como me gustaría). Sin estos dos sentidos, imprescindibles complementarios, ¿quién lograría llevar adelante el esfuerzo y la disciplina del trabajo cotidiano?   ¿Quién podría disfrutar de los momentos de paz y de creatividad?  ¿Quién conocería algo, quien sería capaz de amar?  “El amor es como un niño recién nacido, hasta que no llora no se sabe si vive”, al decir de Jacinto Benavente.
¿Quiénes somos, en verdad?  ¿Podemos confiar en nuestras propias fuerzas?  Débiles o fuertes, las circunstancias son independientes de nuestros gustos y preferencias.  A través de la risa, a través del llanto, la vida sigue, indiferente. 
Para mí hay una única garantía de paz y de esperanza.  Se trata de la invitación de Jesús cuando nos dice: “Vengan a mi todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.  Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.  Porque mi yugo es suave y mi carga liviana”.  


Lydia Zubizarreta
.



sábado, 11 de agosto de 2012

LLanero Solitario (Héctor Makishi)

Foto: Peter Mountain / Diseño: TheMichelMiner





Soy John Reid,
viejo ranger Texas,
único sobreviviente
de la masacre de
Butch Cavendish y
justiciero anónimo
en busca de venganza.

Soy John Reid,
el llanero solitario,
vigilante e implacable
en mi lucha contra
la maldad.
Mis balas son de plata
como mi corazón,
brillante y frío.

Soy John Reid,
el enmascarado que
ha perdido sus mejores
años, cabalgando entre
el polvo y el sol, sin
un lugar propio donde
descansar.

Ahora que estoy viejo y solo,
no tengo con quien hablar.
Mi máscara, de tanto uso, se ha
adherido a mi rostro y ya nadie
recuerda quién soy.

Mis brazos están caídos y
mi voluntad, débil.
Quiero un living
con una chimenea
que abrigue mis peores días
y alguna mujer
que sepa entenderlos…

 Héctor Makishi





viernes, 10 de agosto de 2012

Llanero (Raúl Lavalle)

 





            Soy un hombre del llano. En mi ciudad no hay montañas ni sierras. Nada más algunas barrancas y algunos montículos. Por eso en vacaciones de invierno me gusta ir a un lugar con sierras. Uno de mis mayores placeres es subir sierras y gozar de la fatiga que ello trae.
            Pero no es poca cosa ser del llano. En Colombia creo que hay tres tipos de habitantes bien diferenciados: están el de la costa, el de la montaña y el del llano. En Venezuela debe pasar algo parecido. Por eso alguien escribió Alma llanera, que empieza: “Yo nací en una ribera del Arauca vibrador.” A lo mejor podría hablar de El llanero solitario, pero sería algo tonto.

 Raúl Lavalle


jueves, 9 de agosto de 2012

Llameante desesperación (Federico Caivano)

Bosque australiano en llamas (Ilust. blog)





Un pedante que vio a Solón llorar la muerte de un hijo, le dijo: “¿Para qué lloras así, si eso de nada sirve?” Y el sabio le respondió: “Por eso precisamente, porque no sirve.”
Miguel de Unamuno, Del sentido trágico de la vida




Llameante desesperación
la de la soledad del alma
que arrasa con el bosque
de nuestros proyectos, nuestra vida.

Incendio que se ahoga
bañado en lágrimas saladas
aunque éstas a su vez
no reverdezcan los montes.




Federico Caivano



miércoles, 8 de agosto de 2012

Llamado (Marisa Mosto)

Edith Stein
http://www.carmel.asso.fr/Edith-Stein-sa-vie.htm


“De esta manera se hace de nuevo patente hasta qué punto en la vida espiritual están unidos el sentido y el vigor. Igualmente se hace claro, que aquí no se trata de un proceso natural, sino de un llamado y una respuesta.”  Edith Stein




Hace unos años me contaba un vecino que es el mayor de 12 hermanos que en su casa cuando la madre los llamaba a comer, no llegaba a terminar la frase (“¡A comer!”) que ya estaban todos sentados a la mesa. “Si te demorabas corrías el riesgo de quedarte sin comida”, agregaba sonriendo. En casa, en cambio hay que rogarles insistentemente para que vengan a la mesa. “¡Qué diferencia!” Pensaba. Les vendría bien pasar un poco de necesidad a los míos.
“No hay mejor salsa que el hambre”, opina mi tío que es un excelente cocinero.
Y sí… es así, es cierto. Cuando nos llaman a comer y tenemos hambre, nuestros movimientos se desatan  espontáneamente atraídos por lo que esa voz anuncia y por añadidura gozamos más de la comida. Como cuando uno está sediento y corre a tomar un vaso de agua fresca. ¡Qué placer el encuentro de la sed con el agua!

Esta dinámica que en el ámbito de lo biológico es tan clara puede reconocerse a su vez en la vida psíquica y espiritual. ¿Cuándo nos «ponemos en movimiento», trabajamos, nos concentramos, nos organizamos, nos esforzamos, con mayor espontaneidad, sino cuando somos atraídos por algo? Cuando un proyecto, una persona, un tema de estudio, nos llaman, hacen eco en nuestro deseo.

El modo más espontáneo, vigoroso y placentero de obrar es una respuesta al llamado de aquello que nos atrae porque realmente lo deseamos.

La capacidad de hacer obrar a los demás por atracción fue atribuida por Aristóteles al estilo divino de iniciar un movimiento. “¿Cómo puede Dios mover a los seres sin moverse Él mismo?”, se preguntaba (para Aristóteles era muy importante que Dios no se moviera, por razones en las que ahora no podemos entrar). A lo que respondía: “Por atracción hacia Sí”.

Decimos que algo es «atractivo» o «bello». Y el sustantivo belleza y el verbo llamar, tienen la misma raíz en griego. La belleza llama, promete saciedad, gozo.  “Bello es lo que visto agrada” (Santo Tomás), agrada el agua, el alimento, aquella persona, la tarea, el tema… La belleza llama. 

Quien se deja arrastrar y la alcanza, da a luz en sí una vida más plena.

Eros, (el deseo, el amor indigente) busca engendrar una vida nueva en la belleza (Platón).  Y para San Agustín la sed  de ese deseo es algo divino, ha sido puesta por Dios en el hombre. Todo es don: el deseo y aquello que lo sacia. ¿Lo que nos atrae y moviliza son en el fondo palabras divinas que hacen eco en nuestro (divino) deseo? ¿Entramos en una conversación con lo Sagrado que busca despertarnos a la plenitud de la vida? San Agustín en esa conversación, le rogaba a Dios que ensanche la sed de su deseo.

A la inversa, cuando algo no nos atrae espontáneamente, nos cuesta dirigirnos a ello. Nos tienen que empujar. Hay distintas maneras de empujar. Crear culpa es una manera de empujar “La culpa mueve al mundo”, dice siempre mi hermano menor. Nos empuja a un modo de obrar coaccionado. Obrar por culpa o por miedo. No nos sentimos totalmente identificados con la dirección a la que se nos empuja. Pero no soportamos la culpa o el miedo. Ha sido una manera muy eficiente de mover a la gente para lograr objetivos en la historia de la humanidad. Pero ya no goza de buena prensa, exceptuando entre algunos dinosaurios. Otra manera de empujar es seducir con engaños: el glamour de la propaganda, los espejitos de colores de la fama,  la belleza plástica de los fetiches nuestros de todos los días que mantienen la máquina calentita en funcionamiento a los empujones. La engañosa seducción ocupa el espacio abandonado por el miedo y la culpa. Quizás un tema de nuestro tiempo sea nuestra pasividad, nuestro tener que ser movidos a los empujones por la asfixia y confusión del  deseo. Los calambres del amor. La pequeñez de nuestros amores.

Sé de alguien que sin embargo hizo honor en su vida hasta el final a ese tan querido movimiento por atracción. “Mis ansias de verdad eran mi única oración” decía Edith Stein. Su alma hambrienta,  se dejó arrastrar confiadamente por las profundidades del sentido allí donde  iba adivinando  que la invitaba a una vida plena. A engendrar en la belleza.
La belleza de su vida llama a la mía y le regala el descanso lleno de vigor de la esperanza.

Sean mis palabras  un  pequeño homenaje en este mes de agosto de 2012 en que se cumplen 70 años de su muerte en Auschwitz.


Marisa Mosto


 PD: Hoy, 9 de agosto, la Iglesia celebra la fiesta de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) patrona de Europa. Les recomiendo la lectura de la Homilia de Juan Pablo II el día de su canonización. Va el link:  http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/homilies/1998/documents/hf_jp-ii_hom_11101998_stein_sp.html

martes, 7 de agosto de 2012

Llamado (Marcela Lopez)

http://enperu.about.com/od/regiones_y_ciudades/tp/ecorregiones-del-peru.htm




"Solo sé que no sé nada". Qué razón tenía Sócrates.
Y yo, lo poco que creo saber, no lo entiendo.

Crucé valles florecientes y escalé montañas majestuosas,
caminé y caminé, siguiendo, muchas veces a ciegas,
tu llamado.

Y de golpe...el desierto...

Hoy ya es como un fiel compañero.
Aprendo a aceptarlo y a entenderlo, un poco más cada día.
Y camino y camino;
tratando de adaptarme a su soledad,
a su aridez y a su silencio.
Busco el oasis prometido.

Estoy sola,
todo depende de tu llamado.
No lo escucho, no lo veo, no lo siento.
Me aferro con uñas y dientes,
a la antigua certeza de tu presencia.

Y lucho conmigo misma,
para abandonarme y no abandonar,
para seguir, aún con la confianza tambaleante,
aunque el cansancio sea mi viento en contra,
aunque sólo escuche y arrastre tu silencio.

Tengo de todo... frío, calor,
nostalgia, de paisajes interiores plenos y colmados,
soledad, vacío, sed,
cansancio, ausencia.

Pero descubrí que hay algo que no tengo
y es miedo.
Que extraño, debería tenerlo.

Pero pienso que me quitaste todo en el peor de los desiertos,
menos la necesidad profunda y hasta dolorosa,
de seguir buscando... tu llamado.

¿Debo entender que la falta de miedo es la esperanza,
que envuelves en esos aparentes espejismos, que veo cada día ?

El desierto sigue y sigue...
y yo camino y camino...
detrás de tu llamado.


                                                                            
                                                                                               Marcela Lopez


Llegué (Angeles Smart)




Esteban Pastorino, Aeroclub Verónica, Fotografía color, 2003.





Todo se reduce a poder, algún día, articular (en ese tiempo) este verbo
Sí. Nada más y nada menos
Y-me-cago-en-las-teorías-pseudo-chinas-zen-cuyos-gurúes-me-hablan-del-camino-a-recorrer-como-lo-importante-del-asunto-y-la-mar-en-coche-ohmmmm-
Estoy cansada de aprender, de caminar y de buscar
Quiero llegar y punto
.
Espero no me pregunten a dónde.
Si se llega, se llega y se siente que se llegó
Lo demás es decoración



Ángeles Smart

¡FELIZ CUMPLE ÁNGELES!



lunes, 6 de agosto de 2012

Llamada (Claudio Marenghi)

http://hastacuandocarajo.blogspot.com.ar/2012/07/dia-mundial-del-rock.htm




Año 1984. Como tantas noches junto a su mujer, se prepara para cenar austeramente, mientras mira de reojo el noticiero vespertino de la BBC. Nuestro amigo, un pionero del punk rock que escuchaba el Makishi adolescente, está en crisis y la paradoja parece haberse adueñado de él hace ya unos años.
Un hit de su banda suena en todas las radios europeas, pero nadie parece estar dispuesto a comprar su disco o a ir a sus recitales. Una gran película que lo tiene como protagonista se estrena a sala llena en todas las pantallas del mundo, pero los honorarios recibidos son relativamente modestos.
Mientras sirve la mesa, su vista se pierde en el humo de las hamburguesas que cocina su esposa y su mente se extravía en cavilaciones sobre los gastos del mes, el pago del alquiler, la deuda con el banco. Siente como si el fantasma de Pink se esforzara por llevárselo a su muro, para hundirlo en su misma angustia y desesperación. 
Pero de golpe algo lo sacude y lo saca de cuajo del estado de soponcio en el que estaba. Ve imágenes que lo shockean. Su mujer le sirve las hamburguesas y unas papas, pero no prueba bocado. Se le cierra el estómago. Se le seca la boca. Se le acelera el pulso. Se le dilatan las pupilas. Pestañea con frecuencia. Queda devastado y paralizado.
Lo que ve es puro dolor. Hambre. Sed. Desolación. Muerte. Ausencia de Dios en la Tierra. Siente culpa, excesiva culpa. Advierte el valor de ese plato de comida que tiene ante sí y de ese vaso de gaseosa que venía saboreando. Siente que esos ojos llenos de moscas y lagañas lo miran a él, lo llaman desde el fondo de ese aparato aparentemente insensible.
Todos sus problemas económicos, que no son pocos, quedan entre paréntesis. No puede creer que lo que ve esté pasando en el mismo planeta en que él habita. Hace un esfuerzo sobrehumano por no derramar lágrimas frente a su mujer. Enciende un cigarrillo para disimular y se desparrama en el sillón, pero está quebrado.
Como todo gran hombre, esa noche pensó una sola cosa: ‘Debo hacer algo urgente.’ ¿Y qué podía hacer sino música? Otra cosa no conocía. Tomó la agenda y comenzó a llamar gente: una llamada, diez llamadas, cien llamadas. Pero, ¿quién pagaría la factura del teléfono? A nadie le importaba eso en estos momentos. Lo que estaba gestando era su mejor obra y merecía todo de sí…
Claudio Marenghi



Bob Geldof fundó ‘Band Aid’ ese mismo año. El nombre fue sacado de una marca de vendajes adhesivos para heridas muy conocido en el Reino Unido. Y también para referirlo a una banda (Band) de músicos que promocionan ayuda (Aid), como una similitud a una curación de una herida seria. En su proyecto logró que se solidaricen con la causa músicos de la talla de Michael Jackson, Paul McCartney, Sting, Phil Collins, Eric Clapton, Elton John, David Bowie, Madonna, Queen, U2, Elvis Costello, Dire Straits, Boy George, Status Quo, Ultravox, Wham!, The Who, Bryan Adams, The Beach Boys, The Cars, Black Sabbath, Duran Duran, Hall & Oates, Mick Jagger, Judas Priest, Kenny Loggins, Billy Ocean, Ozzy Osbourne, Jimmy Page, Robert Plant, REO Speedwagon, Lionel Richie, Santana, Simple Minds, Rod Stewart, Tears For Fears, Tina Turner, Neil Young, Kool and the Gang, entre otros. Sus canciones más conocidas fueron ‘Do They Know It´s Christmas?’ y ‘We Are The World’. La gran participación de artistas logró que el evento resultara un gran éxito y marcara parte de la historia musical, mostrando al mundo que la música podía crear conciencia y ayudar a la gente de África. La recaudación superó los 100 millones de dólares, el concierto fue retransmitido en directo vía satélite en más de 72 países y fue uno de los eventos musicales más vistos en todo el mundo. Bob Geldof fue nombrado Caballero del Imperio Británico en 1986 por la Reina Isabel II. (http://es.wikipedia.org/wiki/Band_Aid)