lunes, 23 de abril de 2012

Va de YAPA a la «i»

Cuando yaparecía que se acababa la i, encontramos en el cajón una nota de Mechi que nos dió noséqué dejar allí solita, sin que nadie la lea. 




Intento Fallido (Mechi Palavecino)  
   
¡Hola a todos!
Irremediablemente, tengo que admitir que ha sido un intento fallido escribir para la i. Incontables ideas han irrumpido en mi pensamiento, mi imaginación voló por inextricables laberintos a lo largo de este mes. Incluso, encontré distintos maestros que iluminaron en mi interior cosas que ignoraba que estaban allí presentes, nuevas perspectivas y modos de ver el mundo. 
A pesar de que la i estuvo acompañándome a lo largo de todo marzo, y, vale decir, dejó huella para seguir pensando, el papel y el lápiz se quedaron durmiendo en mi biblioteca. Nos veremos, entonces, para la j donde espero que aparezca la i, imperceptible a los ojos, pero que leemos en esas líneas no escritas, que descubrimos detrás.
  

Cariños, Mechi








Itinerario de vida (María Sol Rufiner)

Estancia Santa María de la Armonía, Cobo, Provincia de Buenos Aires



Nuestro camino, entre valles tortuosos y lagos profundos, está lleno de pequeñas comarcas que llamamos hogar, pero hete aquí la pregunta, ¿Es la comarca, comarca, por ser un lugar, o lo es por las personas que allí han de habitar? Siempre me inclinaré a pensar que hasta el más triste lugar, puede ser hogar si en el hay recuerdos de personas con las cuales llenar esa bendita Soledad. Pero llegado el momento, ¿qué es aquello, que en medio de la comodidad del hogar, te hace querer despegar las alas y echarte a volar? Un volar que en el fondo es un renunciar a esa comodidad, un volar que además, en sí, es abrazar la propia Soledad, de la que uno allí estaría a salvo. ¿Es acaso egoísmo, odio o dolor? No, ya lo anuncia el génesis que la casa se ha de dejar; es más bien un querer perder, para volver a encontrar, es más bien un alejarse para volver a mirar y mirar mejor, es un respirar afuera en el aire para volver con los pulmones llenos; y es además el probarse que uno puede ser persona y volar por sí y de esa manera volver con esa riqueza de ser uno al hogar. ¿Es un llamado además? Sí es un llamado, es un llamado a crecer y a ser uno mismo, para así poder volver al Verdadero Hogar. Sin embargo, cuidado se ha de tener, no sea cosa, que el llamado y el ímpetu de volar te hagan, con el impulso de saltar romper y descuidar el propio hogar; es de recordar que siempre se ha de buscar el justo medio del horizonte al volar.    
María Sol Rufiner

domingo, 22 de abril de 2012

Islote (Mateo Belgrano)

Héctor Prado, pintor del Río La barquita



Hace mucho ya que me he embarcado en la barca de las islas del silencio en busca del tesoro río adentro. Solo se escucha el sigilo de la corriente y el andar del riachuelo que se bifurca en incontables caminos. En esa quietud, en lo profundo de su lecho, esperaba encontrarme, yo, ¡el junco pensante!, latiendo junto al corazón del río. Así me fui a una casita de chapa, a trabajar la madera y a vivir a la espera del jangadero.
Después de unos años, solo en mi isla comencé a añorar el puerto, sus ruidosas calles y los transeúntes sin tiempo. Entendí que en la Venecia nativa cada hombre es su tierra y cada tierra es su hombre, solos ellos en las fronteras que les deparó el torrente, entre ese abismo que no admite puente. Discurren riberas y riberas, miles de arroyos posibles y a la vez miles de orillas olvidadas. El ruido de un motor que se percibe lejos ya es un suceso y el saludo del conductor cura esta nostalgia tan solo por un momento ¡Qué piragua salvará esta distancia! Y la sensación del desgarramiento levanta un muelle, como puede, falto de tablas y pintura pero con la promesa de un matecito y un cuento.
Un vapor, una gota de agua (¡por qué no decirle lágrimas!) y la furia del río, todo corre por el cauce. Pero cuando llegue le sostendré el cabo y yo, aunque sin óbolos pero con aromas en los bolsillos, recostado en la proa y mirando el cielo, dejaré naufragar por el agua mi canoa, con la certeza de que cada río regresa al mar.

 Mateo Belgrano





Irónico (Paula Munaretto)



¿Acaso no será verdad que para darnos cuenta de la verdad basta con escuchar una sola mentira?
Era de noche y hacía frío, una de esas pocas noches que uno  logra recordar por el aire helado que emanaba de los labios propios al querer pronunciar una palabra –por más pequeña que fuera-  sin olvidar el inmenso esfuerzo que esto nos demandaba. Esas noches que se hacen sentir. Era una noche nueva en Buenos Aires, en la que la luz sólo servía para iluminar. Y comencé una vez más a enredarme en esos pensamientos que se van tejiendo sobre una tela, sin saber siquiera qué era lo que estaba tejiendo. En ocasiones surge algo de verdad. Esta noche, era simplemente ocasión de enredar esa lana pensante. De hecho, todavía sigo enredándola. A decir verdad, creo que jamás lograré ver qué es verdaderamente aquello que estoy tejiendo, si es que de hecho haya algo que se esté tejiendo, en lugar de ser hilachas separadas sin sentido alguno y sin relación existente. Todavía no lo comprendo, y creo que jamás lograré comprenderlo. Se dice que cuando uno está dentro del océano jamás podrá saber dónde es que termina ni dónde empieza. Solamente mirándolo con perspectiva podemos darnos cuenta…
¿No es irónico que seamos nosotros quienes vivamos nuestras vidas y sin embargo no podamos darnos cuenta de qué es esto que estamos viviendo?
¿No es irónico que para encontrar la paz, tengamos que empezar por la guerra?


Paula Munaretto

sábado, 21 de abril de 2012

Intuiciones de la Creación (Maximiliano Hünicken Segura)

Constructor de la imaginación, Max Hünicken

           

            

     Crear nuevas sensaciones a partir de las ya conocidas, es buscar nuevas extensiones sobre el vuelo de aquellas redecillas, sí, el nacimiento de una nueva intuición. El origen de una percepción puede revestirnos de la apertura de una nueva visión. Y esta novedad óptica e intencional hacernos partícipes de un nuevo mundo. Ahora bien, la creación consistirá en perpetuarse con originalidad, y extraer de la materia de aquellos sueños, la poesía primigenia de una cultura que se reinventa con su historia y se imagina con su literatura: “No en balde las filosofías primitivas hacían a menudo en este sentido una elección decisiva, asociando a sus principios formales uno de los cuatro elementos fundamentales, que así se transformaron en marcas de temperamentos filosóficos” (Bachelard, Gaston, El Agua y los Sueños- Ensayo sobre la Imaginación de la Materia, México, Fondo de Cultura Económica, 2005, p. 12.) De este modo, se puede crear a partir de imágenes genuinas, que nos remiten a la tierra de las edificaciones, al aire de los sutiles pensamientos, al fuego de viejas pasiones, y a las aguas de innovadores ensueños.

     Aunque las intuiciones que ocuparán gran parte de nuestra iniciativa, estarán emparentadas con la humedad, la profundidad y la fuerza que tan sólo la efigie del agua puede brindarnos. También es relevante enlazar aquellas analogías propuestas por la intuición de los elementos constitutivos de la imaginación, y suscitar una génesis de la hermenéutica del arte. Dado que la creación del artista nos recordará que en su obra, confluyeron los materiales y las formas que su inventiva plasmó a partir de aquella penetración. A la sazón de aquella perspicacia, la obra de arte, inmediatamente es un símbolo: “La obra es símbolo. Alegoría y símbolo son el marco de representaciones dentro del cual se mueve hace largo tiempo la caracterización de la obra de arte”. (Heidegger, Martín, Arte y Poesía, México, Fondo de Cultura Económica, 1978, p. 41) Ahora bien, la obra del artista, asimismo se protege del universo que violenta su naturaleza. A veces la fantasía que favorece su segunda naturaleza no es revalidada por el modelo que la realidad manifiesta, y sólo en la mente y en la afectividad de su utopía puede sugerirnos la novedad de su mensaje, la empatía de su disparador y el engranaje de su acción. No obstante, en las postrimerías de la ciencia, también se puede apreciar la necesidad que la imaginación motiva en los sin sabores del desencuentro que padece el científico, cuando no obtiene la inmediata certidumbre, respecto de sus pruebas y ensayos. ¿No será que el principio de incertidumbre de Heisenberg, es una clara y poderosa prueba de la imaginación humana, y un recuerdo adecuado para hacernos la infinita pregunta sobre la certeza que nos ofrece la realidad, sobre la capacidad que tienen todas las cosas con respecto a su determinismo, y la probabilidad que nos insinúa todo descubrimiento, como si estuviéramos frente a una verdadera obra de arte?;

     Así de este modo, somos testigos de aquella complacencia que nos embriaga con el entusiasmo propio de toda ensoñación, ese mismo arrebato que produce la inspiración, cuando nos descubrimos y nos hallamos perplejos ante los manjares del asombro: “No puedo sentarme cerca de un río sin caer en una profunda ensoñación, sin volver a encontrarme con mi dicha… No es necesario que sea el arroyo de uno, el agua de uno. El agua anónima sabe todos mis secretos. El mismo recuerdo surge de todas las fuentes” (Bachelard, Gaston, op. cit., p. 18)




 Max Hünicken










Intimidad (Luis Baliña)

Telémaco y Mentor, http://www.conflictmentoring.es/Mentoring.html (Ilust. blog)





En rueda de amigos leemos La Odisea. Marcela propone mirar la figura de Mentor en el canto II. Él, como amigo de su padre ausente, aconseja al joven Telémaco y lo anima diciéndole: ¡tú puedes! En su intimidad, Telémaco reconoce a quien se ha presentado con la figura de Mentor; ¡es Atenea!


Un griego del siglo VIII a.C. podía expresar su experiencia interior de la cercanía de Atenea cantando este poema. Y Dios lo escuchaba, dice Rosenzweig. Podía también quedarse en la música de la poesía, sin rezar, o hacer con ella un trabajo erudito, poco musical.


¿Y si hoy el Señor estuviera tan cerca que lo reconocemos en la experiencia de la interioridad?


La experiencia (empeiría/euporía) son nuestros poros que, cuando no se cierran (aporía) comunican la intimidad con el afuera. Por ellos pasa a veces alguien con el rostro del pobre, del huérfano, de la viuda, y podemos decir ¡es el Señor!


 Luis Baliña

Interrogante (Fernanda Ocampo)

La Piedad de Miguel Ángel, foto de Robert Hupka ( ilust. blog)
http://aquileana.wordpress.com/2008/09/27/junger-habermas-hannah-arendt-el-concepto-de-opinion-publica/





Frente al altar de inconmensurable Bondad,
esta noche, por un instante,
soy un interrogante:
que a tu encuentro sale,
y que en tu abrazo amoroso, arde...
como en un fuego eterno.

Esta noche, por un instante,
hago a un lado los interrogantes:  
¿quién soy?, ¿qué quiero?, ¿qué debo hacer?

Despreocupado de sí,
esta noche, por un instante,
soy un interrogante:
que a tu encuentro sale,
y que en tu abrazo amoroso, descansa...
como en su propia fuente.

Esta noche, por un instante,
se consume en amor el interrogante.



 Fernanda Ocampo

viernes, 20 de abril de 2012

Interior (Lucía Nazar)




Tuve la suerte de haber estado durante esta semana Santa en el interior de nuestro país. Mas precisamente en la provincia de Salta, bellísimo lugar, sin lugar a dudas.
Allí encontré mis raíces.
No es que antes no las hubiese estudiado, de hecho en el colegio te enseñan historia argentina. Pero ¿realmente nos enseñan historia argentina? Me dio la sensación, al charlar con un salteño, que en Buenos Aires se enseña la historia mirando y hasta anhelando Europa, sin reconocer nuestras raíces.
Y ¡qué raíces!
No pretendo hacer una apología del tan de moda “indigenismo”, quiero rescatar la presencia de la cultura incaica- con toda su riqueza- en nuestra querida Argentina, que fue regando nuestro suelo y nuestra historia. Que nos dejó costumbres, colores y religiosidad.
Aprendí mucho en este viaje, me encontré con antepasados, con historia escrita con sangre, pasión y olvido.
Una última reflexión: Inti, el dios del Sol, adorado por los incas, quienes dejaron el legado a los coyas (*) fue parte de nuestra historia. Si dejamos que nuestras raíces calen hondo, él, seguirá iluminando con todo su resplandor, calidez y color,  nuestra tierra sedienta.





(*) Es el término utilizado para hablar de los miembros de la región sur del Tahuantinsuyu o también llamado Imperio Incaico. El imperio llegaba hasta Santiago del Estero y estaba divido en zonas. La zona sur era llamada Collasuyo, de ahí la denominación “coya”.




 Lucía Nazar


Inspiración (María Lanusse)

Video Official Miley Cyrus Ft. David Bisbal When I look at you


Nos levantamos todos los días, esperando, soñando que pase algo que nos acerque un poquito más a lo tan anhelado.
Pero, ¿qué esperamos en realidad de la vida? Siempre estamos queriendo algo, siempre buscamos algo, siempre caminamos hacia algo.
¿Qué es ese algo? Resulta tan difícil definirlo. Creemos que sabemos lo que queremos, pero cuando en realidad alcanzamos lo tan ansiado, siempre hay algo nuevo que nos incita a movernos. ¿Alguna vez nos conformaremos con algo?
De eso se trata la vida, ¿no?  Si nos conformáramos con lo que tenemos, la vida ya no tendría tanto sentido… ¿hacia dónde iríamos? ¿Por qué haríamos las cosas?
A veces cuesta, se derrumba lo poco que habíamos construido, no vemos salida y nos cuesta encontrar la esperanza… Pero en definitiva, nunca la perdemos del todo, siempre queda esa mínima luz que nos muestra por dónde seguir…
Todos tenemos esa inspiración que nos lleva hacia algún lugar…va cambiando, renovándose, pero siempre está…la inspiración nace de querer algo. Si dejamos de anhelar, la vida se nos va y caemos en la rutina, nos movemos por el solo hecho de movernos, por inercia…
Querer algo, no conformarse….en definitiva….inspiración…


Everybody needs inspiration,
Everybody needs a song
The beautiful melody
When the night's so long

Cause there is no garantee
That this life is easy

When my world is falling apart
When there's no light to break up
The dark, thats
When I Look at you

When the waves
are flooding the shore and I can't
find my way home anymore
that's when I look at you*
(…)


*Todo el mundo necesita inspiración,
Todo el mundo necesita una canción
La bella melodía
Cuando la noche es tan larga

Porque no hay garantía
De que esta vida sea fácil

Cuando mi mundo se cae a pedazos
Cuando no hay luz para romper
La oscuridad, ahí
Es cuando te miro
Cuando las olas
Están inundando la costa y no puedo
Encontrar mi camino a casa
Ahí es cuando te miro
(…)

Retazo de “When I look at you”, Miley Cyrus.


María Lanusse

jueves, 19 de abril de 2012

Inspiración (Carolina Inés Díaz)

Noche estrellada, Van Gogh 1889




¡Haz la prueba, escribe sobre el papel las armonías de tu alma!.. y la he obedecido y he compuesto. 
L. V. Beethoven




¿Qué es aquello que llamamos inspiración? ¿Que inspira a un filósofo, un artista o un científico? ¿Qué inspiró a Platón, Aristóteles, Picasso, Debussi o Heisemberg?
¿Acaso serán las musas de todas las artes y ciencias, las responsables de ese estado tan particular y propicio a la producción creativa, en el que el hombre se sumerge?
Podríamos decir que es un proceso propiamente humano. Sin embargo, haciendo una lectura más profunda, se nos muestra como un impulso sobrenatural que nos brinda Dios cuando nos abrimos al regalo de su creación.
Einstein decía que la imaginación es más importante que el conocimiento.  Con esta afirmación no quiere decir que el conocimiento no sea importante, sino que éste no nos sirve de nada si no estamos abiertos a recibir desde lo intuitivo, intelectual y sensitivo, pero principalmente con humildad, lo que la vida tiene para mostrarnos. La inspiración necesariamente requiere de esa apertura, requiere de recepción.
Se dice que Beethoven escuchaba constantemente aquello que llamaba “la música del universo” en su cabeza, y que por eso la escribía. No todos tendremos esa capacidad especial, pero sin embargo sus obras inmortales aún pueden ser disfrutadas por todo aquel que quiera oírlas. Y tal vez hasta sentir lo que él sintió al componerlas.
Inspirarse es entrar en ese estado mental y espiritual en el que, aunque sea por un momento, podemos contactarnos con la armonía perfecta del cosmos, para recibir y develar sus secretos más profundos, para admirarnos de su belleza intrínseca. Y lo más maravilloso y gratificante, es que aquél agraciado receptor de semejante regalo, es sobrepasado de tal manera,  que lo vuelca indefectiblemente hacia algo, porque no puede guardárselo para sí mismo. Por eso es además un regalo que, finalmente termina siendo compartido. Un legado que proviene en primera instancia de Dios, para todos aquellos que tengan el deseo de aceptarlo, porque como dice J.J. Sanguineti en su libro El Origen del Universo:

Los dones son de alguien y para alguien. La sabiduría que hace el mundo, que está junto a Dios antes de la constitución del cosmos (es el Verbo de Dios) y le acompaña a lo largo de su obra creadora, […] encuentra al final su mayor gozo en la creación al llegar el momento de hacer al hombre, a quien todo el universo ha sido dado parcialmente como un regalo paterno. Ella dice de sí misma que estaba siempre con el creador, “jugando en su presencia todo el tiempo, jugando por el orbe de la tierra; y mis delicias están con los hijos de los hombres” (Prov. 8, 28-29).



Carolina Inés Díaz

Inspiración (Martín Susnik)

Raúl Soldi, Cúpula teatro Colón, (ilust. Blog)



El hecho artístico está lleno de misterio por donde se lo mire. O se lo escuche. O se lo contemple de alguna manera. Quizás de eso se trate justamente, de contemplar el misterio. Cada uno de los momentos del hecho artístico se nos antoja rodeado de una particular luz, impenetrable en su luminosidad, mágica en su plenitud de sentido.
Uno de esos momentos es el de la génesis de la obra: ¿por qué surge? ¿por qué alguien se pone a pintar, o componer, o escribir? ¿por qué pinta, compone, escribe precisamente eso y no otra cosa? ¿por qué lo hace a veces y otras veces no? ¿no puede? ¿no le sale?
Todavía más misterioso nos resulta el asunto cuando, desde nuestra maravillada sed de comprensión, les pasamos la palabra a aquellos que se dedican a estos menesteres; ellos mismos, los creadores, nos revelan que no es posible explicarlo, que la inspiración es algo indescifrable, arrebatador, inforzable, indeterminable... una gracia, por qué no. Claro que uno puede prepararse, practicar, ensayar, planificar... pero nada de eso alcanza para causar la inspiración, que viene cuando quiere y frente a la cual nos toca ser oyentes.
Semejante curiosidad no puede menos que dejarnos perplejos a los que gustamos de teoretizar sobre estas cuestiones de vez en cuando.
En la antigüedad, como es sabido, se ha relacionado la inspiración artística con la intervención de las divinidades. Platón, por ejemplo, sostiene que “aquel que sin la locura de las Musas llegue a las puertas de la poesía convencido de que por los recursos del arte habrá de ser un poeta eminente, será uno imperfecto.” Haciéndose eco del maestro y agregando lo suyo (para variar), Aristóteles dice añade que “la poesía es propia de quien tiene una naturaleza bien dispuesta o de un loco. De estos, los unos se adaptan al molde fácilmente; los otros pueden salir de sí mismos.” ¿Dos filósofos, pilares de la racionalidad occidental, diciendo que hay que estar un poco loco para poder crear? ¿En qué quedamos? ¿Tenemos que salir de sí? ¿Dejar que entren en nosotros?
Más tarde, los románticos prefirieron hablar del sueño, de la necesidad de un estado de somnolencia, para que brote esa iluminación inspiradora.  En la época moderna, y con el aporte de la psicología, se pasó a hablar de contenidos inconscientes que salen a la luz desde sus oscuras profundidades, como explicación de la inspiración creadora.
Tesis diferentes, por cierto. Algunas más cercanas a la mística, otras no. Pero, si bien distintas, explicaciones tal vez no tan lejanas entre sí. Algo común subyace a todas ellas: la ausencia de dominio, la entrega a algo que supera nuestra potestad “racional”, la apertura a algo que está, ya sea por encima, por debajo o por dentro del sujeto, algo que el sujeto experimenta como íntimamente propio – pues lo mueve en su interior profundo y lo moviliza desde el centro – y a la vez extrañamente ajeno – pues está más allá de su voluntad consciente.
¿Y qué se ha de hacer ante algo así? ¿Obedecer? Sí señor, obedecer a aquello que nos supera y que es a la vez intimísimamente nuestro. No por afán de esclavizarse, sino por el contrario, por necesidad de liberación. El creador se siente liberado cuando obedece y se sentiría prisionero si no pudiera hacerlo.
Vaya enseñanza ésta, que trasciende el ámbito de lo artístico y nos permite intuir, al menos a tientas, una verdad tan esencial para la vida toda: la liberación está en la obediencia. Algo sobre lo cual no tenemos dominio viene hacia nosotros y la expresión llena de sentido florece solamente sobre el fértil suelo de nuestra escucha atenta. Dejando que entren en nosotros y a la vez saliendo nosotros al encuentro con lo otro, germina lo nuevo, en una expresión de poder que trasciende el concepto asfixiante de la dominación.
Al parecer, la auténtica libertad se haya sólo en ese dialogal obedecer a aquello que nos supera, pero que es a la vez lo verdaderamente nuestro.

Martín Susnik

miércoles, 18 de abril de 2012

Insomnio (Federico Caivano)

Apolo y Dafne, John William Waterhouse (1849-1917)


Me despierto. Estoy incómodo. ¿Será cuestión de cambiar de posición, estar boca arriba en vez de boca abajo? No. ¿Es la almohada el problema, o quizás las sábanas? No. ¿Soy yo?
Tengo sed. Debería tomar algo. Me levanto. En la oscuridad intento sostenerme de las paredes del pasillo que recorro tambaleándome, desorientado.
“-Un momento, yo estaba soñando algo…”

Parado en la plataforma en altura de un equilibrista la vi, del otro lado. Un poco difusa, pero ahí estaba, jugando con sus cabellos, como siempre, despreocupada aunque estuviera ella también a tantísimos metros del suelo.
Mi momento era éste. Puse un pie en la cuerda floja y comprendí de repente la terrible verdad de tal nombre. Lentamente empecé a avanzar, tentado de volver a pisar la firme soledad de mi propia plataforma. Pero ya no podía; debía llegar al medio y esperarla allí o dejarme caer deshonrosamente.
Alejé la vista de mis pies y la interrogué con la mirada. Pero ese fue el paso en falso definitivo que me hizo dar cuenta de que ya el primero lo había sido, junto con todos los que le siguieron, pues su rostro tenía nariz, boca, orejas y cabello… y nada más.
En ese momento la vara con la cual me equilibraba se convirtió en una serpiente que me mordió la mano. Quise gritarle pero mi voz se apagó. El horror se apoderó de mí: otro hombre, sin ojos él también, había cruzado en un segundo toda la cuerda y ahora le susurraba cosas en el cuello mientras ella volvía su inexistente mirada al suelo. “¡Absurdo! ¿No se dan cuenta? No tiene sentido.”, pensaba yo.
De ahí en más fui volviéndome progresivamente más consciente del sueño, pues caí ya sin nada que me mantuviera en pie hacia el vacío, el cual se convertía en fin en una mediocre red de seguridad. De ahí en más, entonces, humillación. Pues viéndola ahora desde más lejos todavía que antes y fuera de juego, distinguía menos aún si me invitaba a subir de vuelta o volteaba la cabeza por casualidad.

Ya recuerdo. Pero, ¿ahora qué? Quiero dormir y no puedo. Necesito descansar y no encuentro ningún lugar cómodo por más que lo intente.
Recordando mejor mi sueño entonces, me respondo a mí mismo: ¿No es absurdo también, precisamente, hacer un esfuerzo por quedarse quieto? Y sin embargo…



Federico Caivano

Insípida (José Manuel Flores Eudave)

“Una nueva noche fría”   Callejeros



La habitación desordenada de Juan fue testigo de la conversación que mantuvo con Luis, su mejor amigo. Esto ocurrió una tarde nublada de marzo…
-Che Luis, ¿en verdad vos crees en lo que hablamos el otro día de que existe un ser, eso que vos llamás Dios, que cuida de nosotros y nos conoce? Porque sinceramente si es que existe no creo que le importe mucho nuestra vida, (silencio)… al menos la mía no.
-Dale Juan, qué te pasa, nada es tan malo que no tenga solución, me parece que lo que vos tenés es cansancio y estrés por el laburo de los últimos días.
-¿Qué cansancio, boludo? No te das cuenta que este mundo es una mierda, ése que llamas Dios y que se supone que nos creó, no pudo por lo menos darle la vida a otro. ¡Acaso él sabe lo que es soportar a mi vieja hinchándome todos los días que estudie derecho, que consiga otro laburo… y que vos tenés que ser así, que tu papá nos hizo esto, que no tenés que ser como él… No sé que quiero hacer con mi vida Luis, ¿te das cuenta?
-¿Tu vieja sigue quejándose por lo de tu viejo?
-Sí, siempre, nunca superó que papá nos haya abandonado y se haya ido con otra señora sin siquiera preocuparse en lo mínimo por nosotros. Yo trato de consolarla, pero, siempre que intento se pone peor, parece loca. ¿Eso te parece vida, Luis? Cada vez estoy más convencido que en este mundo tenemos sólo dos opciones: o engañar o ser engañados.

Un pálido silencio se apoderó de la habitación durante casi un minuto, hasta que fue el mismo Juan quien irrumpió de nuevo…
-Vos pensás que voy a creer en la tontera esa de que la vida es bella. Ésas son boludeces que te ponen en películas para que te hagas ilusiones de que es posible algo… mentira, esos flacos lo que les interesa es vender. La vida real es otra. En la vida real no hay colores, ni sabor, ni ideales de perfección. Tenés que ser más realista Luis.
-¿Realista? Sólo creo que debes mirar más a futuro y no hipotecar tu vida en el pasado. Además, como lo hablamos el otro día, sí, si creo que alguien nos está escuchando y conoce lo que somos. ¡Anímate un poco che que pareces un zombi!
-La vida para mí se está volviendo insípida, Luis, (silencio)… no le encuentro sabor a nada.

La habitación se tornó gris como el cielo de esa tarde. Hasta que de pronto se escuchó en el ambiente un grito suave: “¡Juan! Juan!, ya están las milanesas”. Era la mamá de Juan anunciando la cena.
-¡Bueno, che! Vamos que se nos van a enfriar.

En la habitación volvió el pálido silencio, en realidad siempre estuvo allí, presenciando aquel diálogo. Allí quedó también en el cajón de la mesa de noche, un Cristo crucificado y ensangrentado…
FIN

José Manuel Flores Eudave

martes, 17 de abril de 2012

Inocencia (Marcela Lopez)

http://stemcellizpisua.blogspot.com.ar/2010/11/


Era una tarde de domingo soleada y tranquila. Mientras leía sentada debajo de un árbol, “vigilaba” a dos de mis hijos de cuatro y cinco años y a una caterva de amigos tan grandes como ellos, que jugaba al futbol.
El jardín era muy grande, lleno de árboles y plantas diferentes, que envolvían la canchita de futbol.
Estaba zambullida en mi lectura, cuando escuché las quejas de varios enanos, pues mi hijo Marcos, que era bueno jugando, tenía fuerza al patear, pero muchas veces la dirección que tomaba la pelota no era la calculada previamente, por lo que solíamos jorobarlo con el mote de “pata chueca”, había logrado que la pelota volara hacia un costado, donde crecía libre y sin ninguna atención, un plátano, que no recibía nunca mis cuidados y jamás dio una banana. Por lo tanto, era una especie de nido tenebroso de hojas secas, tierra y bichos de diferentes clases, y justo allí se internó la pelota.
Marcos corrió hacia el lugar, con la obvia intención de recuperarla, pero lo vi parar de golpe cerca de la planta, mirar detenidamente, caminar a su alrededor y finalmente, darse vuelta y enfilar al trote hacia mí.
Al llegar me planteó su problema.
<   -  ¡Mamá, no puedo sacar la pelota de ahí!
<   - ¿Por qué? ¿Qué pasa?
<   - ¡¡¡Que hay una tela de araña enooooorme!!!
Lo miré sorprendida, pues no era un chico para nada miedoso o aprensivo con los bichos en general, al preguntar:
<   - ¿Y? Es solo una tela de araña.
A lo que él respondió con absoluta seriedad:
<   - ¡Pero mamá! ¿Y si sale la dueña? …..
Creo que ese día mi hijo, en su inocencia, me demostró que a los cinco años ya sabía algo sobre prudencia y respeto.


Marcela Lopez

Inmaculada (Angeles Smart)

Federico Bechis, de la serie La delgada línea Sur, 2010, Fotografía



La unidad de la experiencia.
Variación Imaginaria II (abril 2012)

How happy is the blameless vestal's lot!
The world forgetting, by the world forgot.
Eternal sunshine of the spotless mind!
Each pray'r accepted, and each wish resign'd ...*
(Alexander Pope, "Eloísa to Abelard") 

                Fantaseo con el olvido. Lamento las innumerables vueltas de la vida (de la ya vivida y de la que estoy viviendo). Envidio los caminos rectos de la gente recta. Proyecto metas donde no aparezcan ni sobresaltos ni obligados desvíos. Me diseño atuendos pulcros muy pulcros. Nada de fregar, ni de tender al sol de vez en cuando. Desde la base: blancos, impecables, inmaculados.

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¿Por qué a veces seré tan idiota?
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*Qué bienaventurada es la inocente herencia de la virgen! / El mundo olvidando, por el mundo olvidada./ Eterno resplandor de una mente inmaculada! / Cada petición aceptada y cada deseo resignado" (Carta de Eloísa a Abelardo, Alexander Pope)


Ángeles Smart

lunes, 16 de abril de 2012

Infinito (Guillermo Barber Soler)





De chico tenía pesadillas. Pero pesadillas no de chico. Mi gran cuco, mi gran tormento, lo que me hacía transpirar frío en las noches era nada más y nada menos que el infinito, una suerte de infinito matemático, que era quizá el único que a esa altura podía concebir.

El terror era el siguiente (disculpen si no suena terrorífico; es que el sueño no se daba en palabras ni en conceptos, sino en una suerte de sensación intelectual):
Algo así como dos líneas infinitas (insisto: quizá era la única imagen de infinito que en la escuela me habían sabido enseñar), desesperantemente paralelas, abrían sobre mí un corredor interminable, que era siempre caída. Aquel extraño infinito era el vértigo de una caída que jamás acababa, que se creaba a sí misma con el caer. Porque en el sueño -eso está claro- no se caía a determinado lugar; simplemente se caía. Y esa caída, como ya dije -el sueño era muy insistente en eso-, era infinita. Líneas que no tenían fin, pero que eran al mismo tiempo inevitablemente lejanas entre sí, abrían un vacío oscuro por el que este pobre chico caía, intentando asirse de líneas que no tenían -como todo el mundo sabe- consistencia alguna. En el sueño entraban a jugar también curvas eternas, que daban al conjunto una especie de estética macabra. Lo más desesperante del asunto era quizá la inexpresable sensación al despertar, aterradísimo como jamás estuve, y no saber cómo expresar o justificar -la razón busca causas que no siempre deben estar ahí- aquél vértigo inigualable de una caída abismal.

Hoy el tiempo me ha ido golpeando con abismos e infinitos. Quizá la costumbre o el haberme curtido me hayan vuelto un especialista en el asunto. Hoy ese chico que temía al infinito se ha vuelto un habitante de abismos, una especie de saltarín de vacíos. Ese corredor sin bordes ni sostén, en el que sólo hay caída, es hoy la oportunidad de crearme a mí mismo, de bailar acá y allá, de amasar de la nada las estrellas que decoren mi firmamento. Ese infinito hoy se ha vuelto mi lugar más propio, mi hábitat, mi hogar, a veces abierto a la visita de un amigo, a veces cerrado a mi soledad.

Pero lo cierto es que, algunas noches, esa caída infinita me sigue aterrando, y lo único que espero es poder aterrizar en un abrazo.

Guillermo Barber Soler

Infidelidad (Héctor Makishi Matsuda)

Diego Rivera, Mujer con calas, (Ilust. Blog)




Una mujer
engaña a su marido
con un chico más joven que él.



Después de muchos años,
vuelve a sentirse deseada.



La juventud de su amante
la ha rejuvenecido y
ahora, la ropa le asienta mejor.



Sus amigas comentan
que está divina
y nadie puede negar
que un nuevo brillo
hay en sus ojos.



Sin embargo,
una extraña obsesión
ha brotado en ella.
Su torpe olfato se ha agudizado
y ahora percibe olores
en su cuerpo
que antes no los tenía.



Algo de todo esto
la irrita,
y es que ella cree
que el desodorante
le dura menos
y el perfume de toda la vida
ya no da más...



Héctor Makishi Matsuda







domingo, 15 de abril de 2012

Infancia(s) (Estanislao Zuzek)

Las edades de la vida, Benjamín Palencia, (ilust blog.)



                Después de una jornada agotadora Jorge regresaba a casa; ‘desensilló’. Merecía un descanso. A saborear un mate, con calma y en soledad. De su colección favorita de CDs agarró el de los conciertos de Bach. De entrada, el tercero de Brandenburgo.

Allegro – mesurado, armonioso… Se ensoñó. Estaban los cuatro: su esposa Amalia y los hijitos Marcelito y Jimena. Ésta era infante aun – no hablaba. Sin embargo, sabía expresarse con llantos, ‘ojitos’, muecas y gestos… ¡Qué linda época aquélla! Tantos recuerdos agradables pero también de sobresaltos…¿no? Sí, pero con el amor que fluía entre ellos, se pudo… De su propia infancia sólo tenía idea de lo feliz que fue… Ah, ¡la infancia, tan fugaz!

Adagio – Dejaron de ser infantes. Crecieron. Como a todos los chicos entre tres y cinco años les agarró la facundia – pasaron a ser ‘máquinas de hablar’, imparables. ¡La paciencia para escucharlos y, luego, contestarles sus innumerables preguntas!. Y algunas de ellas: muy de fondo, ¡eh! Para salir airosos siempre, ¡qué aprietos! Luego el jardín, el colegio, la secundaria… sin incovenientes. Eran aplicados – por supuesto con mamá Amalia detrás, de apoyo – y buenos alumnos… Una época maravillosa. Por supuesto, ya noviaban. A sus ‘invitados’ se los recibía siempre gustosamente. ¡La juventud!....

Allegro –  Sus primeros empleos. Y Amalia, más liberada,  pudo dedicarse a sus artesanías y cambiar un poco de “aire”. Los noviazgos de los dos jóvenes se hicieron firmes, soñando futuros concretos, reales. La familia se reunía las noches, después de cada jornada, al regreso. Armonía, paz - felicidad en la sencillez…

…concierto para dos violines. Bellísimo.

Vivace – Esta vez tampoco pudo soslayarlo: Los recuerdos irrumpieron “en vivo”, en pantallazos, palpables. La enfermedad de Amalia. Internaciones, tratamientos, postración… Esperanzas y decepciones.  Su temple en la adversidad. Su resignación, aceptando la voluntad de Dios y el sufrimiento para el bien de los suyos. El amor y prodigalidad de los hijos, juntamente con él mismo, en asistirla en todo momento y en especial para aliviarla con muestras de afecto: palabras, miradas, caricias cuando los cada vez más fuertes paliativos ya no surtían efecto. ¡Y qué bien que le hacían! Finalmente, él mismo renunció a su empleo para dedicarse sólo a ella –  y acompañarla hasta el final…

Largo ma non tanto.- Después su vida cambió. Descubrió el enorme valor del afecto brindado al sufriente, al reconfortarlo; y para él mismo, el de una sonrisa o mirada de agradecimiento, quizás apenas  perceptible: ¡todo un tesoro! Sin más, se alistó en esa misma clínica para dedicarse a personas desvalidas. Ello le mantendría vivos aquellos momentos compartidos con su ya difunta esposa. Lo asignaron al sector de hombres mayores; de eso hacía ya cinco años.

                ¡Cuánta miseria afectiva! Algunos ancianos iban encerrándose en sí mismos, como si fueran perdiendo el habla y él, a partir de gestos, miradas u otros signos, tenía que ir adivinando sus deseos, necesidades e incapacidades. Sí, como si se tratara de criaturas, totalmente desvalidas. Ahí se compenetró del profundo y drámatico significado del término “segunda infancia”. El deterioro corporal impediría al alma del geronte expresarse cabalmente con palabras; al contrario del alma de la criatura - cada día más vigorosa físicamente - que cada vez tratará de establecer mayor comunicación con el mundo externo, en especial mediante la voz y, luego, con la palabra. Cómo que en la criatura el alma fuera posesionándose progresivamente de su cuerpo, animándolo, más y más. En cambio, en sus pacientes se iría produciendo un abandono paulatino por parte del alma a medida que, deterioro mediante, sus respectivos cuerpos fueran muriéndose imperceptiblemente, “de a poquito’, durante tiempos largos… hasta quedar inservibles para aquella – lo que acontecería al instante mismo de la muerte…

                Se iniciaba la última obra del CD: el concierto para oboe y violín. Dos instrumentos complementándose. Lo iba vivenciando a modo de contrapunto:  Allegro -  concepción, gestación, nacimiento, infancia… Adagio – plenitud… vejez, senilidad y decrepitud – segunda infancia y … (segundo) Allegro - ¡la partida! o sea el nacimiento a la vida eterna, ¡inefable!
El ciclo de la vida - comenzando y terminando ¿con la infancia…?

Sonó el teléfono: “Papá, esta noche no podemos pasar… Estamos yendo con Huguito a urgencias. Está que vuela de fiebre. No sabés lo preocupada que estoy…” – “No es para tanto, Jimena. Se le pasará. Son cosas de la infancia… ¡Esperáááá…! Ya estoy saliendo para allá…”

Estanislao Zuzek

sábado, 14 de abril de 2012

Inexplicable (Mercedes Jacquelin)

Fernan Léger, éger, Mujer y su hijo, 1922 (Ilust. Blog)






 Somos energía compactada
en forma humana


Nos mueve una batería eléctrica
que no es recargable.



Tenemos reloj biológico
con despertador
sentimientos
y ¡alarma!


Un puñado de neuronas
ordena nuestros días
y ¡es tremendo
si se cae el sistema!


Proyectamos nuestra propia película,
podemos cambiar el libreto
cuantas veces queramos,
sin ir al cine
sin video ni DVD.


Gozamos de autonomía
hasta que estalla el amor…
 Y somos vulnerables
también al odio…


La etiqueta dice D. O. C (denominación de origen controlado)
como en los buenos vinos.
Y aunque nuestro envase es retornable,
¡no sabemos adónde!
 INEXPLICABLE. 




Mercedes Jacquelin