jueves, 15 de diciembre de 2011

Excepción (Francisca Beccar Varela)


Fontanarrosa, Mendieta, Ilust. Blog



Estúpido se volvió un perro de mi barrio que no podía dejar de perseguir y ladrar al tren cada vez que éste pasaba por la estación. Yo decidí llamarlo “esclavo”.
Hasta que un día me lo encontré dentro del tren, viajando como un pasajero más. Entonces me pregunté si el perro de mi barrio, no sería del barrio de otro. Y así, imaginándolo subir y bajar del tren, repitiendo la misma primera escena ante nuevos ojos cada vez, lo re-bauticé: “perro de todos y de ningún barrio”.
Esperando el tren y durante el viaje muchas veces me siento yo misma una esclava. Se vuelve un tanto desesperante depender de los tiempos de este medio externo, al que, no obstante, subo por ser dueña de la iniciativa de emprender el viaje.
En ese tiempo muerto inevitable, a nadie se le ocurre gritar cuando pasa el tren, o en viaje caminar de vagón en vagón para estirar las piernas, o sacar la cabeza para respirar  cada vez que se abren las puertas.  Todos asumimos la espera del trayecto como un momento de estar quietos, mirando, pensando,  leyendo, o rezando. Pero no mucho más que eso, y la imagen general es Estática.
A la vez tiene algo de divertido ver el cuadro de tantas personas  juntas haciendo lo mismo: nada. Es un momento único, casi mágico. Y si uno está  en una gran estación como la de Retiro, una foto de semejante cantidad de gente quieta  podría figurar en el Guiness.
Pensando en todo esto en un nuevo viaje,  me encontré sorpresivamente con mi viejo amigo de varios apodos- Y en este fabuloso encuentro casual, quise darle a este "estúpido esclavo perro de todos y de ningún barrio", un tercer nombre que realmente lo definiera. 
“Este eterno viajante sin destino final, es un pobre animal,  pero hay algo que es muy cierto: le da vida a mi tiempo muerto.”  
Y entonces lo llamé “Excepción”


 Francisca Beccar Varela

1 comentario:

  1. A veces en la misa que yo voy, se cuela un perro del barrio. Causa mucha extrañeza verlo deambular por los pasillos en el momento de la Consagración. Es como asistir a dos universos paralelos o a tres mejor dicho. Percepciones tan diferentes de la misma realidad.
    ¿Cuáles serán las dimensiones que están ocultas a nuestra naturaleza?
    Así como el perro es incapáz de entender el hacia dónde y el cuándo que enmarca el movimiento del tren, seguramente hay alguna formalidad de lo real que tenemos en la nariz y somos incapaces de reconocer.
    ¡Gracias Francisca! Siempre hacés (Cuco, Chocolate, Dejar)que miremos la realidad desde una perspectiva diferente.

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