lunes, 22 de octubre de 2012

Número de teléfono (Teresita Suriani)

 
Sleepless in Seattle, EU, 1993, Nora Ephron




Estaba leyendo una novela, un thriller policial básicamente, que en una parte hace una descripción puramente técnica de un mecanismo para pinchar teléfonos móviles. Mientras leía lo que decía pensaba en cómo sirve para describir algunas características de la comunicación entre nosotros. Paso a reproducir algunas de las afirmaciones técnicas que posibilitan estas escuchas ilegales:

Cada celular tiene una firma propia y única- una huella dactilar- en código de número telefónico. Para detectar más fácilmente un celular determinado éste debe recibir una llamada. La llamada entrante se inicia cuando otro celular encuentra esa huella exacta, identifica ese número; el otro teléfono debe captar esa señal. Una antena parabólica capta la señal de búsqueda del número de móvil, que se desvía por todo el espacio. No es tan fácil identificar un celular cuando éste realiza una llamada, porque sólo está siendo "buscado e identificado" cuando recibe, por lo que su señal se hace clarísima. Para detectar esta búsqueda de la antena de un móvil específico con su consecuente llamada entrante siendo contestada necesito un aparato de extrema sensibilidad, de lo contrario no percibiría la conexión. 

Quizás me fui a cualquier lado pero lo leía y veía cómo se podían aplicar estas cosas a nuestra forma de comunicarnos. Sólo pueden conocerme, identificarme, cuando 'recibo una llamada', es decir, cuando estoy abierto al contacto con el otro, cuando mi señal está ahí en el aire, lista para ser buscada, y no escondida. Digamos que hay que tener el 'celular interior' prendido. Me conecto en verdad con la realidad en un ‘para mí’ y no ´desde mí´ (recordemos que no es fácil reconocer un celular cuando llama sino cuando es llamado), porque escucho al otro (recibo la llamada entrante) entro en la órbita de los demás, porque atiendo al otro puedo contarme orgullosamente dentro los prójimos. Eso en cuanto a ser abordado por otros. Ahora, para encontrar el número de otros dijimos que se necesita un aparato de extrema sensibilidad y mucha paciencia, porque pueden pasar horas hasta detectarlo. Lo mismo pasa con nosotros: tenemos que tener una sensibilidad especial, para encontrar al número indicado, y  no confundirnos, para encontrarlo antes, hay que escuchar, estar atentos, con la antena encendida. También se necesita tiempo, las escuchas no se logran cuando uno quiere, en el instante, pueden pasar largas horas, meses, mucho tiempo hasta que hagamos verdadero contacto con el otro. Algunas personas las encontraremos al principio, al medio o al final de la vida, pero nunca hay que cerrar esa posibilidad.

 También estaría bueno quedarse un rato largo en esa llamada detectada. No llamar y cortar, o contentarse con habernos encontrado. Estaría bueno charlar por horas y horas descifrando ese código encriptado que somos cada uno de nosotros, dejar las líneas abiertas, hace teleconferencias, compartir el tiempo que pasa. No llamemos para dar y recibir información, ¿quién no odia esas máquinas que te llaman a las que no podemos decirle ni ‘hola’ ni ‘chau’ ni objetarles nada de nada? No seamos los protagonistas de relaciones fugaces que se contentan con la nada. Cada código es un cúmulo de señales que para mí son chinas. Pero si nos tomamos el suficiente tiempo puede que poco a poco dejemos de ver signos y pasemos a ver gente, puede que empecemos incluso a saber qué significan, para ellos mismos, para los demás y para nosotros. Me imaginé de repente esa imagen de la película Matrix en la que la pantalla de la computadora ve líneas infinitas de números monocromáticos. Hay otra forma de ver debajo de los números a los demás.

 Teresita Suriani

4 comentarios:

  1. Muy linda la alegoría Teresita. Soy reconocible (tengo un rostro) cuando dejo entrar a los demás a mi morada interior y se me pide mucha sensibilidad para entrar en la de los otros y volverlos reconocibles. Algo así como la dimensión social del desarrollo de la identidad "personal" (no es propaganda de ninguna telefonía móvil, ¿eh?).
    ¡Qué romántica esa película! Allí aparece mucho mejor dicho, que con mi desabrido lenguaje filosófico.

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  2. Muy bueno, Tere, toda la explicación técnica para entrar en algo tan humano como la comunicación. Una comunicación de "corazón a corazón" como diría Aristóteles. (Bah, no sé si es Aristóteles, en realidad lo relacioné con eso que decía acerca de la amistad: "Un corazón que habita en dos almas"). ¡Qué otro sentido realmente importante tiene comunicarnos sino es desde el corazón!, ¿no? Me hizo recordar el inicio de Crash de Paul Haggins, cuando el policía se queja ante su compañera sobre la incomunicación que hay en Los Angeles, que nadie se toca. (Lo dice poéticamente más bello, ja!) (Cfr. http://www.youtube.com/watch?v=4IkELDpCXw0&feature=related ) Y algo de eso hay cuando no nos abrimos al otro, cuando configuramos nuestras relaciones desde nuestra forma ser y no nos adaptamos a otras maneras porque tememos que eso puede violentar nuestra tranquilidad tan artificialmente construida. Gracias, Tere!

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  3. Gracias Héctor y Marisa! Si, mi texto sonó también un poco a propaganda de teléfonos jaja. Y Héctor acá no puedo ver el video pero me acuerdo de esa película, creo que hay un choque y el policía dice algo así como: la gente está tan alejada que choca para tocarse. tremenda película, muy triste cómo muestra todos los prejuicios que tenemos con los demás, pero que también son parte de la seguridad de cada día. Mi mamá se asusta porque yo digo que prefiero que me roben o me engañen a ser desconfiada. Prefiero confiar!

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  4. En la era de las comunicaciones....tanto hay para decir! Muy bien, Teresita!

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