domingo, 5 de febrero de 2012

Galope (Fernanda Ocampo)



Y de repente se encontró preso de una terrible angustia. Sólo oía los latidos agitados de su corazón…y casi podía sentir que éste se escapaba de su pecho. Y como un paria en territorio desconocido, miraba hacia los costados, desorientado y aturdido, sin saber a dónde iba… Sólo sentía su vapuleado cuerpo desencajarse con cada movimiento de aquel desdichado animal. Y un acuciante vértigo se alojaba en su garganta, cada vez que aquél flexionaba sus patas y quedaba sin apoyo en el suelo... suspendido.

Y bajo el rayo fulminante del sol de aquel cielo perdido, el sudor se deslizaba por su espalda y la camisa mojada se pegaba, rugosa, a su piel. Y el aire caliente azotaba su rostro, mientras sus mejillas explotaban de ardor. Y poco a poco, se aquietaba la marcha… Y la vista comenzaba a nublarse, y los pensamientos se agolpaban uno tras otro, sin sentido, y lo punzaban… Y el olor a bestia confundida y sobreexigida… y la sequedad en los labios, el gusto amargo en la boca, la frente afiebrada. Y el fantasma de la muerte, detrás de la pendiente. Y aquel exhausto y buen animal, que desde algún obstinado y casi retorcido lugar, aún se decidía a andar… a esperar.
 

(…)


Y como si hubiera despertado de una larga siesta, se encontró de nuevo en su caballo sosegado, riendas en mano, y el corazón animado. Y dudaba: “¿habrá sido aquella vivencia un sueño, y aquel sueño un presagio…?” Y a la vista, el horizonte… tan bello y misterioso como el alma del hombre… y quiso entrar en aquella promesa que lo buscaba desde siempre. Y levantó los ojos al cielo ya anochecido, y murmuró unas palabras tan antiguas como las estrellas que lo cubrían. Y acarició las crines de su fiel y noble compañero, y lo miró confiadamente en el sagrado silencio de aquel monte sufriente… Y se lanzó intrépido al galope… hacia adentro, en la noche…       


Fernanda Ocampo



 

3 comentarios:

  1. Fer, muy buen texto! Me gusta el ritmo, la musicalidad con que se desarrolla. Es interesante explorar lo onírico. Me parece que el sueño es como el yo en estado puro y siempre hay que prestarle atención. Nunca habla de más...

    ResponderEliminar
  2. Quizás allí encuentre lo que le es afín, eche alas, como en el Fedro y se sacuda tanto cansancio.

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué lindo Fernanda! Una de las experiencias humanas más hermosas es el cabalgar. Tanto al galope como al tranco, resalta la misteriosa fidelidad del caballo para con su jinete.
    Para meditar sobre ello.

    ResponderEliminar