miércoles, 19 de octubre de 2011

Chinchín (Fernanda Ocampo)




Chinchín
duermen inconmovibles las copas
hasta que de pronto en los armarios se alborotan
cuando una tibia caricia las roza,
las tazas vecinas, celosas

Chinchín
se erizan las copas
cuando en su mano el hombre las aloja,
se estremece su cristal transparente
cuando por su lomo corre el vino efervescente

Chinchín
suspiran las copas
hasta que al fin los convidados se incorporan
transpiran gotas de anhelo,
sedientas están de vívido encuentro 

Chinchín
ebrias las copas
bailando al son de las bataholas,
exhalan pompas de promesa y de ensueño
mientras conjuran penas con alegres versos

¡Chinchín!
chocan las copas
el mundo a su alrededor se trastoca
¡Chinchín!
mientras sus bocas se tocan
los corazones ardientes se desposan

Chinchín…

pobres las copas
que luego de tan sublime obra,
escurren la vida en el lavacopas.

Fernanda Ocampo

3 comentarios:

  1. Hoy aprendí que en alemán a la celebración de las bodas la llaman Hochzeit, que quiere decir tiempo (Zeit) alto (hoch). Lo asocié con la imagen del Reino como Banquete de Bodas, el más Hochzeit de todos los Zeit que el hombre ha podido imaginarse (al menos en la cultura a la que pertenezco).
    Y ahora aparece tu Chinchin, Fernanda con su:

    "chocan las copas
    el mundo a su alrededor se trastoca
    ¡Chinchín!
    mientras sus bocas se tocan
    los corazones ardientes se desposan"

    La fiesta de las fiestas.

    Me gustó cómo la miras desde las copas y su fugaz pero importante protagonismo, haces que se torne más visible el privilegio de ser hombres.

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  2. Fernanda, muy lindas las imágenes que se van sucediendo en tu poesía! A mí me encanta cómo en una reunión que está todo el mundo un poco disperso y distraído, de repente alguien invita al brindis común y se produce un milagro donde todo el mundo se mira a los ojos y por un breve instante se da una verdadera comunión. Después todo sigue su ritmo habitual pero el "chinchín" marcó una diferencia.

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  3. Muy lindo, Fer!!! Me mató el final: después de tan poética existencia, el destino es el lavavajilla... jaja, ya las veo a las pobres copas soportando el agua y el jabón con estoico semblante. Y bueno, chinchín por lo que duró...

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