miércoles, 19 de octubre de 2011

Chimango (Javier Nari)

Composición de Javier Nari sobre un dibujo de David Nari




“No gaste pólvora en chimangos”
Dicho popular

El año pasado, caminando por Puerto Madero, me sorprendió la presencia de un habitante poco habitual -valga el oxímoron- en las calles céntricas de esta metrópolis bonaerense; se trataba de un ave de porte singular, sobre todo si se lo compara con el aspecto más deslucido de las palomas domésticas, y de las otras aves menores que suelen poblar la ciudad. Milvago Chimango, no se trata de un curioso nombre con su apellido sino del curioso nombre científico de esta ave que llamó mi atención aquella vez que, dicho de paso, me encontraba camino a la UCA caminando por Moreau de Justo. El chimango, apareció en ese momento en mi vida para quedarse como la revelación de un signo, de una imagen o de un ícono con el que me identifico, y con el que probablemente puedan identificarse otros como yo, otros que compartan conmigo esto que, tal vez en mi propio “imaginario”, el chimango representa. El chimango, en aquella ocasión en que por vez primera senté mi atención sobre él (que me detuve literalmente a observarlo), estaba rodeado de palomas con las cuales competía y luchaba, con férrea determinación, “con garras y dientes” -o para hablar con más propiedad con las garras y el pico-, por el exquisito alimento que de las mesas al aire libre de un restaurante les arrojaban unos morbosos turistas “para su solaz y diversión”. No recuerdo cual fuera la presunta nacionalidad de estos extranjeros, lo que sí es para mí evidente que no me cayeron bien, aunque rescato que si ellos no hubiesen estado allí probablemente no hubiese yo tenido la oportunidad de  presenciar aquella escena que para mí era y sigue siendo portadora de un aura casi épica.

El chimango es un ave de la familia de los falcónidos, y, aunque evidentemente mermado, su porte nos recuerda al de los grandes halcones cetreros, que alzan su vuelo con majestuosidad y se precipitan sobre su presa, divisada con precisión desde grandes alturas, con una velocidad sin igual y con eficacia. El halcón es de un porte magnífico, fantástico, no hay otro animal que se alce como aquel y alcance semejantes alturas, no hay quien tenga su visión ni su precisión y su justeza en el acecho; símbolo de la nobleza del espíritu y de la justa apreciación de lo real, símbolo del caballero, imagen del caballero y del filósofo.

En aquella escena en esa calle transitada y ruidosa vi una versión debilitada de esa excelencia, y, aun en lo patético del episodio de esa lucha encarnizada por la supervivencia en la gran ciudad, pude ver en este ave la lucha por la consecución del ideal, en el chimango pude ver algo del halcón, como un vestigio tal vez remoto y débil pero cierto. Y cada vez que veo un chimango la recuerdo. Recuerdo esa imagen tan poética y metafórica, poética como tantas otras que dejamos escapar en el ajetreo de la vida cotidiana, y me transporta inmediatamente a la historia del Quijote, el gran enamorado de las historias antiguas de caballería, ese loco que se lanzó al mundo en busca de aventuras y de honra con poco más que su determinación y sus valores (¡como si eso fuera poco!). El chimango me representa eso: un Quijote, un enamorado flojo pero perseverante y en proceso de constante conversión, me representa el hombre que “cae hasta el nivel de la carne que busca delicias de placeres, o se lanza hacia las cimas serenas de la pura espiritualidad” (M. F. Sciacca). El chimango representa para mí aquellos valores espirituales perdidos o descuidados que movían la voluntad de los antiguos caballeros medievales, o más bien la lucha por la supervivencia de lo que queda de aquellos valores e ideales en el mundo de hoy. Es la lucha de los valores espirituales en pugna contra los intereses mundanos y pragmáticos que pretenden llevárselos por delante. El chimango es la nostalgia por los nobles valores del caballero y del samurái: autodominio, rectitud, valentía, compasión, piedad, cortesía, honestidad, fidelidad. Aunque se lo tenga por loco el chimango vuelve reiteradamente sobre sí para no terminar por extraviarse en el mundo, en el torpe ajetreo de las palomas, y en esa vuelta sobre sí vislumbra el zenit de su ser, recuerda su vocación primigenia y se lanza en vuelo… con la esperanza de poder imitar a los halcones que mantienen un comercio moderado y justo con la tierra que le brinda el sustento corporal.

Sin embargo hasta los grandes caballeros medievales tenían algo de quijotesca miseria, y hasta los grandes halcones tienen algo de chimango, y el único halcón auténtico y completo que surcó los cielos y habitó la tierra fue nuestro señor Jesucristo, el verdadero maestro y ejemplo, el auténtico ideal.

Los hombres siempre van a encontrar placer en jugar con el fuego sin quemarse. Siempre se van a burlar de estos hombres, de estos náufragos. Pero las befas, la bajeza del espíritu, no pueden hacer mella en los altos ideales.

Dando una vuelta de tuerca a ese dicho que le hace tan poco honor a este bicho: ¡no gaste pólvora en chimangos! no gaste pólvora porque si no se matan las ideas mucho menos se pueden demoler los grandes ideales, esos grandes ideales caballerescos que movieron el alma del poverello de Asís ¡no gaste pólvora en chimangos! Porque lo que mueve el espíritu del caballero no es el éxito (véase con que fervor se emprendieron tantas cruzadas aun cuando terminaron unas y otras en rotundos fracasos) ¡No gaste pólvora en chimangos! Siga viviendo su vida loca y agitada, y téngalo nomas por una miserable aguilucha.

El chimango me identifica no como lo que quisiera ser, no en mi realización, si no en mi imperfección: en lo que soy, en lo que no soy, en lo que aun no he llegado a ser, y en lo que tal vez nunca sea. El chimango es una imagen muy humana, muy real, detrás de la cual lo ideal dándole sentido.



 Javier Nari

12 comentarios:

  1. Muy bueno Javier que alguien dedique tanta tinta a los pobres y olvidados chimangos... realmente es injusto que un dicho tan popular deje por el piso a este pobre bicho. Me soprende que la hayas visto en Puerto Madero, acá en Bariloche abundan. Se ve que así como ahora acá vemos moscas allá también hay chimangos. Efecto de la globalización dirán algunos. Me gustó especialmente eso de dar cabida y prestar atención a aquello que no es ni TAN excelso, ni TAN imponente, ni TAN elocuente. Simplemente real, tan sólo un poco opaco y parte de un todo que a veces le da sentido.

    ResponderEliminar
  2. ¡Qué maravilla todo lo que ves en el chimango Javier! ¡Esa su lucha con las palomas te hizo remontar vuelo y hasta te reveló algo de vos mismo!
    Tenés una mirada que capta analogías y adivina puentes antes para mí insospechados.

    ResponderEliminar
  3. "poética como tantas otras que dejamos escapar en el ajetreo de la vida cotidiana", cuanto me estaré perdiendo, o quizá no, no se!

    Muy bueno! Que ganas de volar como el Chimango!
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. ¡Ah! ¡Y bienvenido Javier al taller!
    A pesar de que participas desde hacer rato con tus comentarios es la primera vez que compartís algo escrito por vos.
    ¡Gracias Novadomus por traernos a Javier!
    ¿Son dos caras distintas tuyas?

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  6. Concuerdo con la etimología vascuence. Mi hermano se llama Javier Echevarría, pavada de redundancia.

    (Por cierto, muy bueno el texto!! Me gustó mucho)

    ResponderEliminar
  7. Javi

    Justo se te ocurre aparecer en la semana que estuve de licencia de la compu. A veces me purgo, y me hago a mí mismo desaparecer de ciertos lugares, la compu, el cine, los libros, soy muy obsesivo y cuando estoy con algo no lo suelto, y por eso me propuse dejar de revisar la compu por una semana, y en esa semana es que aparece tu cuento.

    ¿Sabes que me gusta conversar contigo? A veces me lo cuestiono, eres de esos muchachos nobles y curiosos, de esos que ya no hay, y eso es lo que noto cuando converso contigo: nobleza, y eso es también lo que noto cuando te leo. Cuando leía tu relato te veía allí, como cuando caminábamos y conversábamos, todos esos adjetivos, la manera en que narras una historia verbal es la misma manera en que la narras por escrito, hay mucho de ti en el cuento y es eso lo que más me gusta. Comparo los cuentos que he leído con las personas que conozco y como que hay un desdoblamiento (lo digo también por mí, también), uno es el que escribe y otros los personajes, de tal forma que las historia narradas pueden o no ser de ellos. Acá es diferente, estás tú hablándome, eso es muy difícil de lograr porque la mayoría maquinamos a nuestros personajes, en tu caso, tu personaje es tan sencillo y transparente como tú mismo.

    El inicio de tu relato es bastante interesante, está bien planteado, sobretodo porque tiene una relación directa con el final, pero la forma en que está redactado me hace leerlo como si fuera una nota periodística. Pero me gusta como cierra, el inicio es un chimango peleando en diferencia de número y el final es tu reflejo con ese bicho. Como te decía, tu relato me parece muy personal, pero si una debilidad tiene ese relato es el inicio, donde se supone que te tenga que atrapar: “El día que lo iban a matar, Santiago Nassar se levantó a las 5:30 de la mañana…”, Crónica de una muerte anunciada de García Márquez. “El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales…” La Biblioteca de Babel de Borges, solo por citarte dos obras que recuerdo de memoria. El inicio es lo más importante porque a partir de allí te enganchas o no.

    Sería muy plano de mi parte solo decirte lo que me gusta de tu relato, hay algo que no me gustó y es la descripción de los personajes, es casi enciclopédica, me describes a un bicho como lo haría el Wikipedia, me gusta más tus relaciones, y las relaciones propias del relato, los caballeros medievales, lo quijotesco de la lucha, que es también tu lucha, y es la lucha de todos, me gusta la imagen de los extranjeros alimentando la pelea, como del extraño que no entiende lo que te pasa, y tu imagen con la del propio chimango, eso es más tuyo.

    Lo que digo es solo mi percepción, si quieres ampliarme información con lo que te digo, genial, así quizás pueda comprender mejor lo que estabas pensando cuando lo escribías, pero me gustaría leer esa poesía tuya, esa que invalidas de una: “dado que aunque puedo captar analogías todavía no logro ser poeta”.

    Un fuerte abrazo,

    Martín

    ResponderEliminar
  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  9. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  10. EXCELENTE.> MUSA EXTRAORDINARIA LA REDACCION, LAS ANALOGIAS ESTAN CARGADAS DE POETICA PURA.

    ME ENCANTO. TRAS EL SILENCIO DE MUSA, ENCONTRAMOS MIGAJAS DE AQUEL PAN SAPIENCIAL. EL DIBU EXQUISITO.

    MAXI HUNICKEN

    ResponderEliminar
  11. Me alegra mucho Javier que una sencilla visita de un ave a mi ventana me haya permitido disfrutar de tu poesía. Si tenía alguna intuición de porqué me gusta este individuo alado hoy me diste en la hondura de tu descripción más que plenas razones para seguir buscando en el cielo su vuelo perfecto con que saciar mi propio deseo de volar. Gracias!!

    ResponderEliminar