sábado, 15 de octubre de 2011

Chatear (Luli Nazar)

             
http://lenguajealtair.blogspot.com/2009/10/comunicacion-virtual-vs-comunicacion.html



No es mi intención hacer una crítica al mundo cibernético en el cual estamos inmersos. Todo lo contrario. Pienso que se lograron cosas fantásticas en lo referente a la comunicación y al desarrollo de la tecnología que permitieron y permitirán al hombre seguir traspasando las fronteras geográficas y temporales que años atrás impedían el contacto con un otro.

Ahora, me vi tan inmersa en este mundo que tuve la necesidad de escribir algo al respecto.

Si me permiten, tomaré como "biblioteca de consulta" la grandiosa wikipedia que si uno sabe utilizar brinda grandes aportes como por ejemplo la definición de chatear que no se encuentra en la Real Academia Española: El chat (término proveniente del inglés que en español equivale a charla), también conocido como cibercharla, designa una comunicación escrita realizada de manera instantánea a través de Internet entre dos o más personas ya sea de manera pública a través de los llamados chats públicos (mediante los cuales cualquier usuario puede tener acceso a la conversación) o privada, en los que se comunican 2 personas y actualmente ya es posible que se comuniquen más de dos personas a la vez.

Hoy se utiliza este verbo como parte de nuestro lenguaje y accionar cotidiano pero ¿realmente comunica? Mi hermana mayor, felizmente casada, se fue a vivir a Dubái hace dos meses y ahí comenzó la patentización de lo que realmente significa para mí de las herramientas de comunicación. Conocer el lugar donde vive a través de fotos que sube al Facebook, nuestras charlas a través de Skype que me permite verla y darme una idea de cómo está.

El problema viene cuando decidimos empezar a chatear para no perder la cotidianeidad a pesar de la diferencia horaria y de nuestras vidas activas. Chateamos a través del Whats App-programa similar al chat de Blackberry- pero no creo que alguna vez podamos mantener una diálogo personal porque llegué a la conclusión de que el chat no me comunica sino que me informa.Si bien se respeta la idea de comunicación (emisor-mensaje-receptor) toda la capacidad que tiene el lenguaje de transmitir sentimientos (lenguaje corporal) se empobrece. Una sonrisa se traduce en un mero "jajaja"; contarle una alegría exige el uso exagerado de elementos gramaticales "!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!" o su equivalente artístico a lo Picasso " :) o :/ o :P " o un enojo se traduce en ***** o su equivalente HDP. Empobrecimiento de la comunicación en pro de la comunicación.

Intento utilizar el chat como si fuese una conversación en vivo y en directo pero no alcanza a expresar lo que siento. Justamente por la característica que tiene el chat: es instantáneo. Eso no me permite tomarme el tiempo de leer en profundidad lo que me escribe- además porque podemos chatear en cualquier momento, recordemos que trasciende las barreras temporales: en el trabajo, facultad, gimnasio etc.- y me veo exigida a responder con inmediatez porque de lo contrario se pierde el hilo de la conversación.

Sigo intentando ver cómo comunicarme de una manera lo más cercana posible. Sin lugar a dudas prefiero el contacto directo, la mirada recíproca y los silencios que dicen mucho antes que la despersonalización del chat. Pero es lo que tenemos por ahora. Esperemos resurja como el Ave Fénix una mente brillante, como supo ser la de Steve Jobs, capaz de personalizar lo despersonalizado (siempre y cuando sea posible. ¿Es posible?).



Lucía Nazar.

15 comentarios:

  1. En los mensajitos de texto, el chat, los mails y demás, el contenido se despoja de tanto (gestos, entonación de la voz, cadencia y velocidad de la voz, miradas)que queda expuesto y pierde vitalidad, pierde valor, se muere.

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  2. Me gustó eso de que "informa pero no comunica", como que se intercambian palabras, pero no se ponen en común. Yo creo que ningún medio de comunicación "personaliza" la comunicación por nosotros. En ese sentido me parece imposible un aparato que lo haga. Creo que depende de nosotros el tomarnos el tiempo para darnos cuenta de lo que significan esos píxeles en la pantalla que forman las palabras o la imagen que son propias de ese ser querido en ese momento y de nadie más.

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  3. Tu texto, Luli, me trajo a la memoria (por aquello de los vínculos y la distancia) un intercambio epistolar que tuve con un amigo cuando se fue a estudiar durante un año a París, a la Sorbona. Ocurrió en 1997 (acabo de corroborar el año porque todavía conservo las cartas); en esa época no existía nada de lo que vos describís pero sin lugar a dudas nuestra amistad se profundizó enormemente en esos meses. Escribíamos cartas (a mano por supuesto) de siete, ocho páginas, con ilustraciones incluidas, (como los libros de viajeros antiguos), chistes anécdotas, preocupaciones, expectativas. La correspondencia tardaba una semana en ir y otra en venir. Era realmente engorroso viéndolo desde la perspectiva actual. Hoy en día nos comunicamos por internet y vivimos a poca distancia, pero pocas veces hemos estado tan cerca uno del otro como cuando estabamos tan lejos físicamente y con un medio de comunicación tan limitado.
    No me acuerdo cuál era el filósofo que decía que “la facilidad de estar en algo impide el verdadero estar en algo”.

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  4. Aggrrhhh (onomatopeya de enojo, ya que no hay emoticones). Había escrito mi comentario pero se borró.

    En fin, te decía que me gustó mucho tu texto, Luli, que justamente de este tema quiero hacer mi trabajo del seminario de Marisa, así que sigo dándole vueltas al asunto. La tecnología nos aporta inmensas ventajas en lo que a comunicación respecta, pero con grandísimas pérdidas. Creo que el chat nunca logrará equiparar a una charla, con sus gestos, silencios, miradas. Es imposible. Y peor todavía es cuando en la conversación cibernética interpretamos pausas o silencios que no son tales, sino que son un "uy, perdón, me sonó el teléfono" o un "se me colgó el msn!".

    Y concuerdo con Marisa, "pocas veces hemos estado tan cerca uno del otro como cuando estabamos tan lejos físicamente y con un medio de comunicación tan limitado". Yo también extraño las cartas de puño y letra, con sus notas al margen, sus dibujos y demás.

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  5. Ya que estamos contando nuestros recuerdos, déjame contarte dos recuerdos que tienen en común la comunicación epistolar:

    El primero tiene que ver con las cartas de amor de mi madre. Es al mismo tiempo, mi primer recuerdo de mi madre retándome, tenía siete años, y ya leía, y quería leerlo todo (o quizás por chusma), el hecho es que a esa edad estaba husmeando en una caja de zapatos que estaba debajo de la cama de mi mamá, unos papeles que habían allí: "La correspondencia epistolar amorosa entre mi madre y mi padre", cuando éste era proscrito por mi abuela materna. Cuando mi madre me descubrió en medio de sus cartas, me dio el primer grito que recuerdo y no volví a tocar nunca más esa cajita. El segundo recuerdo tiene que ver conmigo: Hace unos años, estaba en mi casa un amigo y se pone a ver cosas de internet en mi computadora, yo salí a comprar algo al supermercado y al volver lo veo chusmeando en mis mails, en particular en una carpeta que tenía con los mails guardados de una relación mía del pasado. Cuando me di cuenta lo que hacía, lo eché de mi casa, pero mal y no fue sino después de reiterativos pedidos de disculpas que él volvió a ser mi amigo, sin acceso a mi compu, que no está por demás aclarar. El asunto es que en ese momento me acordé de mi mamá y de ese primer grito que me dio. Ambos, mi madre y yo, sentimos lo mismo por nuestra invasión a la privacidad, la única diferencia fue el soporte, el de mi madre es el papel y el mío el virtual, pero estoy seguro que la sensación fue la misma.

    Tengo un par de amigos (amigo y amiga) con los que me escribo "cartas", nos enviamos postales, tarjetas, fotos impresas, envolturas de chocolates o las más insólitas cosas que te puedas imaginar; y ya que los tres carecemos de facebook solo nos enteramos de lo que nos sucede a través de esas epístolas.

    Luly, como bien dices, no es tu intención criticar este medio de comunicación, sino más bien dar a conocer tus impresiones en como afectan tu vida. Asimismo, te doy las impresiones de cómo afectan la mía, y déjame decirte que si no fuera por esos medios de comunicación mi vida social (y la de muchos como yo) estaría reducida a su mínima expresión: un cero rotundo. Mis problemas de sociabilización, mi timidez y mis inseguridades son atenuadas por esas formas "impersonales" de comunicarse.

    Este tipo de comunicación tiene cosas buenas y cosas malas, pero como herramientas que son hay que saber utilizarlas, así es que como reza el dicho de los alcohólicos, repitamos: "“Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia".

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  6. ¡Tímido dijo! ¡Dijo tímido! ¡Nunca me dí cuenta de que eras tímido Martín!
    ¿Qué hacemos con esas cartas que no queremos que nadie lea? ¿Las quemamos? ¿Cuándo las quemamos? ¿Cuando pensemos que nos queda poco tiempo de vida? ¿Como en un ritual de despedida?

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  7. Martín no es un dicho de los alcohólicos, es una oración con bastante tradición en la Iglesia. Un saludo grande.

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  8. Este comentario pudo haber sido el N°2, pero una interrupción de esas "vino la visita" me lo hizo postergar y también fue causa el deseo de documentarme un poquito más sobre la referencia que cosigno en el mismo, puesto que la memoria puede fallarnos. Por otra parte, constato en los comentarios precedente que el tema concitó mucho interès. Ahí va el texto iniciado anteanoche, 15 de octubre, y completado hoy:
    "Zygmunt Baumann en su libro "El amor liquido - acerca de la fragilidad de los vinculos humanos" trata de este tema y diferencia muy bien lo de estar "comunicados" y "conectados"; siendo este último estado el resultante de esos (en muchas oportunidades) incesantes intercambios de mensajes que en el fondo... dicen sólo de la mera existencia de quienes los intercambian. Terminan siendo vacíos de contenido, superficiales pero dan la sensación de pertenencia a un grupo más o menos grande o, más bien, el sentimiento de no estar excluidos del mismo. Por el contrario, la comunicación consiste en el intercambio profundo entre almas – el dar, recibir, participar y compadecer. Por supuesto, la tecnología de las comunicaciones empleada apropiadamente puede resultar un factor muy importante para ello – máxime si se incorpora las técnicas de transmisión audiovisual lo gestual puede ser suplido en buena medida. Por supuesto que esto último ya excede las posibilidades propias del chateo clásico…"
    Y siguiendo en cierto modo la línea de Martín y Marisa deseo contarles que nuestra familia fue muy numerosa y en cierta epoca los hermanos estuvimos repartidos en todos los contientes, excepto Africa. Nos carteabamos más o menos regularmente pero la que nos unía a todos era mamá que en cada carta que enviaba (con una letra envidiablemente hermosa!!!) a alguno de nosotros le transmitía los "chimentos" sobre todos los demás hermanos y otros parientes próximos y no tanto. Por intermedio de ella estábamos todos comunicados verdaderamente en todo momento. ¡Las horas y horas que se habrá pasado escribiéndonos a mano esas cartas! Realmente, sólo un corazón de madre es capaz de ello! Que sea esto un tímido y tardío reconocimiento público a su amor de madre por nosotros sus hijos - a cuenta del día de la madre que justamente ayer hemos celebrado.

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  9. Este comentario estaba destinado para ser el N° 2, puesto que lo estaba redactando anteanoche, sabado 15 de octubre, cuando tuve que interrumpirlo por algo así “llegó la visita” y también porqué quería cerciorarme más a fondo respecto de la referencia que consigno a continuación:

    “Zygmunt Baumann en su libro "El amor liquido - acerca de la fragilidad de los vinculos humanos" trata de este tema y diferencia muy bien lo de estar "comunicados" y "conectados"; siendo este último estado el resultante de esos (en muchas oportunidades) incesantes intercambios de mensajes que en el fondo... dicen sólo de la mera existencia de quienes los intercambian. Terminan siendo vacíos de contenido, superficiales pero dan la sensación de pertenencia a un grupo más o menos grande o, más bien, el sentimiento de no estar excluidos del mismo. Por el contrario, la comunicación consiste en el intercambio profundo entre almas – el dar, recibir, participar y compadecer. Por supuesto, la tecnología de las comunicaciones empleada apropiadamente puede resultar un factor muy importante para ello – máxime si se incorpora las técnicas de transmisión audiovisual lo gestual puede ser suplido en buena medida. Por supuesto que esto último ya excede las posibilidades propias del chateo clásico…”

    Y que concluyo hoy, 17 de octubre, haciéndome eco de los comentarios de Martín y Marisa. Deseo contarles que en mi familia somos muchos los hermanos y se dio en cierta época bastante larga que nos encontrábamos repartidos entre todos los continentes poblados normalmente excepto Australia. Nos comunicábamos individualmente de manera relativamente regular pero frecuentemente espaciada. La que nos mantenía realmente comunicados en forma fehaciente fue mamá que en cada carta que remitía a alguno de mis hermanos (yo vivía al lado) le pasaba los “chimentos” sobre todos los demás y también de los parientes próximos y lejanos, a modo de una puesta al día de toda la correspondencia que le llegaba, cómo solamente un corazón de madre puede hacerlo para cada uno de los hijos y, en particular para cada ocasión. Obviamente, ello consistía en numerosísimas cartas manuscritas (¡y con qué letra!). Era con su corazón de madre que nos tenía comunicados a todos. Vayan estas últimas líneas en un tardío pero muy merecido homenaje público a ella, en ocasión del día de ayer que hemos celebrado justamente ayer en honor a todas las madres – que incluso desde la eternidad nos siguen comunicando con su corazón, aunque sea por el sólo hecho de recordarlas.

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  10. Profesora Mosto, su comentario me hizo reír muchísimo y me hizo recordar a Juan Fábregas a quien cada vez que lo torturaba con mis quejas por mi timidez me decía que quizás eso era en mi país o en otra vida pero ahora lo que menos soy es tímido. Pero le juro que lo soy, pero tomo valor, porque eso sí, atrevido, atrevido sí soy. A sus preguntas:

    ¿Qué hacemos con esas cartas que no queremos que nadie lea?

    Las guardamos y volvemos a ellas cada vez que necesitemos recordarnos cuando éramos distintos a lo que somos ahora, cuando necesitemos un ancla al pasado, cuando queramos repasar nuestras metamorfosis.

    ¿Las quemamos?

    No, es que acaso quemaría un dedo suyo, es que acaso quemaría una pierna suya. Estoy en mi etapa marxista y mi configuración como sujeto es a partir de mis relaciones sociales: “Todo lo que soy es por todo lo que fui” Si quemo eso, mis cartas, me quemo a mí mismo, un poco de lo que me hizo ser lo que ahora soy.

    ¿Cuándo las quemamos?

    Nunca, pues aunque las quememos, los recuerdos se quedan grabados en mi corazón.

    ¿Cuando pensemos que nos queda poco tiempo de vida? ¿Como en un ritual de despedida?

    Las cosas más penetrantes que leí sobre los artistas que amo es a partir de su correspondecia privada, los conocí mejor, los entendí, me familiarice con ellos y hasta me consolé con sus desgracias. Las cartas de Flaubert a su familia, las de Sartre a Simone de Beauvoir, las de Gustav Mahler a su discípulo Benajmin, las de Van Gogh a su hermano Teo. ¿Le comenté que estoy leyendo la correspondecia de Nietzsche a sus “amigos”?

    Es más, cuando muera, tiene toda mi autorización a leer mis cartas, las de soporte virtual y las de soporte en papel y aburrirse de lo lindo.

    Javi says:

    “Martín no es un dicho de los alcohólicos, es una oración con bastante tradición en la Iglesia. Un saludo grande”.

    Javi, sí que es una oración de los alcohólicos, yo no dije que ellos la crearon. No sé si es una oración con “bastante tradición en la iglesia” (al menos, no de la nuestra), es más leí por ahí que la fórmula la creo un pastor protestante. Yo dije que la utilizaban los alcohólicos, y para ser precisos son ellos los que le han proporcionado su fama actual. Otro saludo grande.

    Abrazos y besos cibernéticos

    Martín

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  11. Yo no la conocí a través de los alcohólicos Martincito. Un abrazo.

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  12. Por otro lado es cierto la escribió por primera vez el teólogo estadounidense Reinhold Niebuhr, en 1943.

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  13. A mi me pasa eso que decís Martín. No me puedo deshacer de "mi cajita de los recuerdos" donde guardo todas esas cosas porque son parte mía. Vos decís que si me deshago de ellas igual permancen sus huellas en mi y en parte es cierto (y en parte no). Su presencia física es muy significativa pero sólo para mí. El dia que yo no esté quizás se encuentren expuestas al mal trato de miradas indiferentes incapaces de empatía. Es un detalle pero a veces pienso en eso.

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  14. Qué lindos los recuerdos!! Mejor que no existan sólo en la memoria sino también en la realidad.... yo también tengo mi caja de los recuerdos: diarios íntimos, cartas, fotos, flores secas... me encanta guardarlas. Cada tanto hago una caminata por esas historias.
    Gracias por compartir sus "cajitas" no vienen mal sacarles el polvo.

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  15. Qué importante esas vivencias en cartas. Algo para no perder, una experiencia al escribirlas, la alegría al recibirlas, el guardarlas y de vez en cuando releerlas, quizás querer volver a contestarlas ya desde otro punto de vista. Comparto lo de Marisa, tuve una experiencia parecida, también lo de Luli, y encuentro en este blog algo de ese tipo de comunicación.

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