martes, 19 de febrero de 2013

Quietud (Martín Susnik)




Soy un tipo al que le gusta la noche. No en el sentido popular de la expresión, no señor. Nada de andar de boliche en boliche. Me gusta la noche, no el bochinche. Muy por el contrario, lo que me atrapa de la noche es su quietud. Ese sosiego en el que se subsume el correteo diario de las calles, ese sigilo provocado por el silenciarse de los motores y las máquinas que permite escuchar los esporádicos aullidos de los perros a distancia, esa interrupción que los teléfonos hacen de su propia tendencia a interrumpir, ese otro rostro que los paisajes – los naturales y los urbanos – revelan de su misterio, esa extraña libertad con la que las ideas emprenden vuelo, a veces de modo surrealista y a veces de un modo más realista que nunca. En esa quietud las distancias se acortan, el universo susurra de modo  más intimista, los abrazos imprimen huellas indelebles…
Es cierto que no sólo de noche es posible encontrar quietud. A mí me resulta más sencillo, por mi propensión a sortear esa curiosa necesidad que resulta el tener que ir a dormir. Pero también la luz del sol permite encontrarla (y no es necesariamente tiene que ser en vacaciones, aunque en ese caso sea más fácil).
Sea como fuere, lo que sé es que necesito de esa quietud. Y no es por perezoso o porque le huya a la actividad. Es porque en esa quietud reencuentro no sólo las energías, sino los motivos para ser activo. En esos silencios reencuentro no sólo las mejores palabras, sino también – si tengo suerte – algo de su íntimo significado. En esas soledades reencuentro no sólo la necesidad del otro, sino también la vocación a anteponerlo en la lista de mis intereses. Es en esos ratos de quietud, en los que apaciblemente tomo asiento o me acuesto incluso, que reencuentro las mejores razones de por qué y para qué habría de levantarme.
Esa quietud no es estaticidad inerte, sino una curiosa especie de plenitud vital. Pues, así como el silencio tiene su propio lenguaje, mucho más rico que algunos parloteos, así la quietud tiene su propia dinámica, más parecida a la sobreabundante inmovilidad de Aquel que es Vida que a la de aquellos que carecen de ella.
Pero no es cosa fácil. A veces encontrar esa quietud cuesta un perú y la mitad del otro; parece que el mundo se empeña en desprestigiarla o considerarla superflua, y entorpece el acceso a ella. Otras veces, porque si bien sé que la necesito, no siempre la deseo. Hay días (y noches) en que no tengo ganas de ella y termino huyéndole, seguramente por temor. Hay ocasiones en que me asusta, o al menos incomoda; me pone nervioso como esos cortes de luz ante los cuales reacciono con tanta histeria que alguien podría creer que lo que cortaron fue el suministro de oxígeno.
Lo cierto es que, a pesar de los temores, necesito esa quietud. Y creo que no soy el único…
Martín Susnik

3 comentarios:

  1. MUY BUENO MARTIN!!!!


    ME GUSTO ESTA PARTE.


    Pero no es cosa fácil. A veces encontrar esa quietud cuesta un perú y la mitad del otro; parece que el mundo se empeña en desprestigiarla o considerarla superflua, y entorpece el acceso a ella. Otras veces, porque si bien sé que la necesito, no siempre la deseo. Hay días (y noches) en que no tengo ganas de ella y termino huyéndole, seguramente por temor. Hay ocasiones en que me asusta, o al menos incomoda; me pone nervioso como esos cortes de luz ante los cuales reacciono con tanta histeria que alguien podría creer que lo que cortaron fue el suministro de oxígeno.
    Lo cierto es que, a pesar de los temores, necesito esa quietud. Y creo que no soy el único…

    Totalmente de acuerdo, y haciendome eco de un articulo que subio MAKISHI en facebook sobre LA ACELERACION COMO CULTURA DE VIDA, EN CUANTO AL MUNDO OCCIDENTAL, QUE NOS EXPRIME CON SUS MANDAMIENTOS DE CANTIDAD,SEAN ESTOS SIGNOS DE AQUELLA PATENCIA MORTAL, PLASMADOS EN EL AMBITO DE LA PRODUCCION, O DE LA MISMA CULTURA. O COMO BIEN INDICA ALGUN QUE OTRO PROFESOR DE LA CASA. LA LLAMADA CUANTOFRENIA. En pocas palabras, QUE NUESTRA QUIETUD SEA UN AUTENTICO LLAMADO DE AHONDAMIENTO HACIA NUESTRO COMPROMISO CON LO VITAL.


    MAX HUNICKEN

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  2. ¡Muy lindo Martín! Nos hace falta recuperar el ritmo natural de la vida. En la velocidad todo se desdibuja.
    Me gusta cómo lo decís. El texto mismo transmite serenidad. Da ganas de estar en una noche estrellada, con los grillos de música de fondo, tomar unos mates y seguir escuchándote. Estar ahí y escuchar y escuchar.

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  3. Muy buena reflexión Martín! Tenemos que recuperar nuestro amor por la quietud en el sentido que vos la expresás en tu meditación.
    Coincido con Marisa en que transmitís justamente la misma quietud por la que estás luchando.

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