sábado, 17 de septiembre de 2011

Conejos (Clemencia Campos)

Versión para la Wii, Nintendo DS y pc de la adaptación de Tim Burton a Alicia en el País de las Maravillas.
(Ilustró Ángeles Smart)





En una almohada blanca, tierna y suave como una nube, llena de plumas blancas se encuentra mi cabeza desplomada, rendida al potencial sueño, al viaje interno.
Pero en el intento semidormida, taciturna entre el sol y la luna, entre el sueño y la vigilia, en vez de ovejas contaba yo conejos y palomas que salían sorpresivamente de una galera negra, vacía y sin fondo, producto de mi imaginación de mi inconsciente o de vaya a saber qué experiencia de la infancia.
En definitiva, aquí estaba yo, o allí. (No lo tengo bien delimitado todavía; hay confusión de planos).
Es –era- magia, ciencia esotérica que mediante conjuros de palabras invertidas o quizá inventadas, logran estos magos filócratas, reunidos en el salón oscuro de la razón alrededor del fuego que nace de la galera negra, vacía y sin fondo, concebir  principios infundados de colores jamás pensados.
Y de espectadores…niños. Niños ingenuos de mentes plastilinas que con un zig-zag y un bailar de la varita se creen cuanto cuento chino le inventan. Creen todo. Y así, conviven en una misma masa homogénea, multicolores pensamientos en armonía.
Perspicaces como zorros y sabios como las lechuzas son, en engaños, estos magos que sacan conejos y palomas de una galera negra, vacía y sin fondo, engalanando y encantando a estos niños dejándolos perplejos y no entiendo demasiado cómo se ha llegado a tal final (¿conejos y palomas de la nada?).
¿Por qué usan guantes estos artistas y modeladores de mentes inocentes? (Se preguntan, me pregunto…)
Pues ha de ser para evitar lavarse las manos, para no cargar a cuestas con un muerto, las culpas y los engaños, pienso.
Y así es como nacen los conejos y las palomas, (por lo menos así lo hacen en mí sueño, que ilusa, ahora que lo pienso) que en el despliegue de su andar, éstas últimas levantan vuelo y no encuentran mejor nido que las cabezas de los niños espectadores acolchonadas por la multicolor plastilina. ¿Y qué será del destino de los conejos? Son los ositos de felpa que los crédulos fideístas a pesar de crecer, algún día, nunca podrán dejar de abrazar; pues en estos encontrarán siempre calor, regocijo y seguridad.
Me han envenenado de magenta, de miles de colores, y sigo con mi peluche arrinconada en el oscuro cuarto, en la noche, pensando en crear, tal vez MI color. Me pregunto si se podrá (¿).  Quisiera dejar volar las palomas de mi mente…
Estoy sumida a este encanto de sueño que no me deja despertar.

  Clemencia Campos

4 comentarios:

  1. Fantasmas nocturnos que no dejan dormir.
    Y luego de día no dejan vivir fuera de su hechizo.
    Quizás si les sostuviéramos un rato la mirada perdieran su fuerza que se alimenta de nuestro miedo.
    ¡Gracias Clemencia! En tu texto se abre un mundo de símbolos que hacen pensar.

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  2. ¡Excelente la imagen Ángeles!
    Parce que fuera el conejo el que se escapa de nosotros.
    Y representa muy bien esa pertenencia a dos mundos que sugiere el texto de Clemencia.

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  3. me encantó clemen! agarrados a un conejo de peluche en la oscuridad porque nos dan seguridad

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  4. Gracias!!, me encantó la imagen. Había pensado un chiste de macanudo...pero creo que esta va mejor.

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