miércoles, 14 de noviembre de 2012

De ñañas y ñoquis (Estanislao Zuzek)






                Había elegido la palabra ñañas, en plural, como para tratar de las cosas que mueven a algunas personas hacia un proceder complicado, lento, hasta moroso y…  más bien tedioso. Causado por minucias y futilidades del momento y, predominatemente, por supuestos malestares somáticos. Y si uno depende de la conclusión de un tal proceder para, luego,  poder iniciar con la persona del caso una acción bien determinada y concreta… se le va a requerir muchíííííííiiisima paciencia, pues. Las catalogamos como las que tienen “muchas ñañas” o, simplemente, que son “ñañosas”.

                Ese concepto de ‘ñañas’ lo llevo incorporado desde siempre y héte aquí que esa palabra (plural) ¡no figura en el diccionario! Manifiesto expresamente que la misma no es de mi invención. Cómo mínimo, tendrá vigencia coloquial. En el DRAE sí figuran las singulares ñaña  y ñaño, ya sea como adjetivo o sustantivo pero con otros significados. Para mi consuelo, en algunos países, llevan connotaciones afines a lo expuesto más arriba. Su origen es quechua y tiene mucha relación con los lazos fraternos, hermanos mayores, amistad muy íntima,  niñez y cuidado de niños, personas muy mimadas o demasiado consentidas, etc. Hurgando en internet encuentro que ñaña también refiere a jóvenes, a muchachas. Por otra parte, en muchas partes de América los términos ñaño y ñaña se confunden con los de nano y nana respectivamente. Y dentro de ese contexto están las nanas como “achaques sin importancia, generalmente en la vejez”… pero que - agrego yo, quizás con cierta malicia  - dan motivos para llamar la atención de los circundantes, dilatar la toma de decisiones o complicar innecesariamente las acciones en curso. Por consiguiente, no he de estar tan descaminado con ‘mi’ acepción, ¿no? En fin, tengamos la suficiente consideración con las personas ‘ñañosas’ con las cuales nos toca convivir y actuar. Y aquí detengo mis indagaciones sobre esta acepción, inexistente en el diccionario para esta palabra ‘ilegal’, a los efectos de poder hacer alusión muy breve a una que sí figura en el mismo:

                Ñoqui.- Que según DRAE, acepción 3: “m. despect. coloq. Arg. Empleado público que asiste al lugar de trabajo solo en fecha de cobro.”

                En el colegio que frecuentaban mis hijos había un celador que, a pesar de haber estado concurriendo al trabajo todos los días, parecía estar superando ampliamente en inutilidad a los ñoquis de la definición consignada, en grado tal que, según los alumnos, ya no era ni merecedor de ese nombre completo de ‘ñoqui’. Por consiguiente, terminó siendo apodado con la forma apocopada y monosilábica “Ñóq’ ”; pronunciándose aun esa q como una k’ – muy seca y muy cortita, apenitas.

                Aun ahora me es difícil imaginar cómo alguien, por el solo hecho de trabajar y por su sola presencia diaria, pueda ser equiparado a los que – como bien lo sabemos – no hacen nada o, mejor dicho, hacen cosas por las cuales la paga que pasan a percibir cada fin de mes no les corresponde; y menos aun que aquél  los esté superando. Más bien creo que, en el marco del juzgar sanguinario tan propio de los adolescentes, en el fondo al pobre Ñoq’ le demostraban cierta simpatía, ‘exagerando la nota’ para ello con ese apodo. Tan seguro estoy de ello que apostaría a que unos ñoquis bien preparaditos los compartirían con su Ñoq’ gustosamente. Vaya la paradoja: ¡el poder de unión de los ñoquis!

                Finalmente, manifiesto que la redacción de este texto tuvo que superar unas cuantas ñañas.


Estanislao Zuzek

2 comentarios:

  1. Y quizás un Ñoq deba su ñoquera a las ñañas y termine siendo de la especie de los tiquismiquis ñiquiñaques.
    ¡Cuidese de esa gente Estanisalo! ¡Es peligrosa!

    ResponderEliminar
  2. Muy divertido Estanislao. Qué bien retrataste a los adolescentes: pura carnicería pero al mismo tiempo capaces de perdonar a todo el mundo. Tal vez el pobre Ñoq había heredado algunas ñañas para el esfuerzo sostenido...

    ResponderEliminar