miércoles, 19 de diciembre de 2012

Original (Lydia Zubizarreta)

 Lydia Zubizarreta "A su manera floreció en primavera" Toma digital del original.




“Yavé me llamó desde el vientre de mi madre, conoció mi nombre desde antes de que naciera”
Isaías 49

¿Quién no desea ser original?  ¿Quién o quiénes deciden si lo somos?  ¿Acaso, los otros?  ¿Esos otros que en tan alta consideración tenemos?  ¿Ese grupo, de identidad indefinida, que a veces toma el rostro de una persona y a veces el de otra e incluso puede tomar el mío para desde allí observar y evaluarme?  ¿Cuántas veces me he preocupado de la originalidad y cuántas de la aceptación del entorno?  
No hace mucho, mi amiga Sandy dijo que la vida era un largo proceso de aceptación de sí mismo. Si es así, y yo creo que lo es, lo primero es conocerse.  Pues ¿qué valor tiene aceptar aquello que no se conoce?  Es imprescindible volver al origen, al “conócete a ti mismo”.   Asignatura siempre pendiente, postergada las más de las veces a pesar de que vamos aprendiendo tantas cosas en la vida. 
¿Cuándo podemos decir que sabemos algo sobre nosotros mismos, en realidad?  Recuerdo que al finalizar el estudio secundario y a pesar de haber sido buena estudiante, le dije a mi padre, con mucha impertinencia, que me sentía analfabeta en áreas, para mí importantes, como el arte. Ahora sé que tampoco sabía de otras cuestiones más cercanas. 
¿Qué conocemos de nuestro cuerpo?  Al llegar a la adolescencia lo vemos casi exclusivamente en función de “me gusta o no me gusta”.  ¿Estamos mejor instruidos con respecto a nuestra mente?  ¿Vemos hacia dónde estamos orientados?  ¿Dejamos que nuestros talentos nos señalen un sentido?  ¿Respetamos nuestros sentimientos?   O ¿postergamos estos cuestionamientos para seguir un camino marcado por los otros?  Imaginé un bosque de árboles idénticos, con ramas que crecían de igual tamaño y forma, todas alineadas.  Al instante siguiente visualicé los desfiles delante del palco de Hitler.
Origen, palabra latina de la misma raíz que oriente, indica nacimiento. Nuestro origen es creación por amor.  El ser original puede llegar a no ser, se trata de una posibilidad: no hay original y copia.  El famoso “to be or not to be” de Hamlet ¿quién no la ha vivido? 
Los amigos, los seres con quienes podemos compartir una experiencia, a quienes podemos abrir el corazón, en quienes podemos confiar, las personas a quienes admiramos, son para nosotros importantes, van dejando en nosotros huellas reconocibles.  Nosotros mismos estando en paz y en silencio, en contacto profundo, en oración, creamos huella.  Dice Machado: se hace camino al andar.  El misterio de la vida nos va dando la forma original.  Va surgiendo en cada uno si se le permite.  A su debido tiempo, que no es el mismo en todos. 

 Lydia Zubizarreta

3 comentarios:

  1. Tuve un profesor que siempre nos hacía reflexionar sobre la inmensa diversidad de los seres. "¡Fíjese, no solo no hay una persona igual a otra, ni siquiera hay una hoja de árbol igual a otra" Y uno se maravillaba de solo pensar en esa multiplicidad inabarcable de los seres creados.
    Eso me hizo pensar tu reflexión: no hay que esforzarse por ser original porque no podemos no serlo. Como dice Isaias, es un designio divino.
    Los testimonios de los místicos también afirman que se sienten amados por Dios como su fueran únicos para Él. Me gusta pensar que sea así. Que eso sea cierto.
    ¡Gracias Lydia!

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  2. Me quedé pensando, Lydia, en eso el largo proceso de aceptación a sí mismo que es la vida. Uno cuando lo piensa o lo ha escuchado en diversas charlas o conversaciones, supone que esa aceptación es una sola vez y para siempre. Pero con esto que te decía tu amiga Sandy, esta aceptación es siempre y muchas veces, novedosa y exige como un esfuerzo. Como si nunca llegara a la plenitud esa virtud. Pero creo que ahí está la esencia de vivir. No sabernos llegados nunca.

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  3. Gracias, Marisa, gracias, Héctor!
    Feliz Navidad! Tratemos de tener un festejo original, siendo quien uno es y no lo que los demás esperan que seamos.

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