jueves, 13 de diciembre de 2012

Ojos (Roberto Aras)




Allá lejos y hace tiempo, Platón explicaba que los ojos contenían un fuego sutil cuyo fulgor, extendiéndose sobre las cosas, se fundía con la luz solar, transformándola en un único ámbito resplandeciente. Por la misma época, Euclides, hablaba de un «rayo visual» que se desprendía de los ojos como la verdadera esencia del mirar y con el cual se atrevió a componer una exquisita geometría brillante. Aristóteles, por el contrario, con su habitual apego a la experiencia y al sentido común, dudaba de aquellas cualidades ígneas de los ojos pues, está comprobado -decía- que «no vemos de noche».
Hubo que esperar hasta Kepler para que los ojos se transformaran en «cámaras oscuras», puramente receptivas, totalmente dependientes. Sin embargo, y a pesar de que hoy explicamos la fisiología del ojo a través de los instrumentos fotográficos –¡y no al revés!- condenándolos a una humillante metáfora mecánica, siempre ha ocupado la vista un lugar privilegiado para revelar nuestra íntima naturaleza humana.
Desde aquella mítica emanación ocular a la que se referían los filósofos antiguos para indicar, no sin cierta poesía, que hay en nuestro interior algo que por ese medio se comunica al mundo, hasta los lugares comunes del lenguaje que le otorgan la capacidad de hablar sin necesidad de palabras, los ojos son, todavía, un misterio silencioso que nos interpela cada vez que nos animamos a establecer algún contacto con otro ser humano.
Lejos del infierno que ayudaban a construir, según Sartre, los ojos son, quizás, el reflejo vital más puro, más cristalino, de nuestro fondo anímico. La tristeza, la alegría, la esperanza, el amor, la frustración… «se te notan en los ojos», recibimos como una invitación para animarnos a confiar los sentimientos propios al interlocutor de turno. Es que los ojos son el acceso a ese «yo» insobornable que somos –incluso, a pesar nuestro. Ellos no mienten, no silencian, no ocultan. Sólo hay que saber examinarlos, pero sin acecharlos; contemplarlos, no vigilarlos.
No hay peor abandono que aquel que se produce cuando los ojos se cierran, cuando extraviamos esa vía franca al alma del otro. Se pierde la mirada -locus animae- y los ojos, allí donde nada se desviaba ni retenía, quedan vacíos, desiertos de humanidad. Sólo entonces amanece la soledad -la auténtica- y comenzamos a aprender, poco a poco, a ser víctimas del espejo.

Roberto Aras

11 comentarios:

  1. ¡Bienvenido Roberto!
    ¡Qué honor que hayas escrito para el taller!
    Me encantó la pequeña sinopsis que hiciste. Pero lo que más me hizo pensar fue tu reflexión acerca de que los ojos no mienten. Muestran con total espontaneidad lo que ocurre en el interior. Son el lugar donde surge la invitación la comunión.
    La última idea de ser "víctimas del espejo" me transmitió una inmensa soledad.

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  2. Profesor, nunca me lo imaginé VERlo por estos lares. Pero ahora que lo he leído, me ha sorprendido más aún su texto, de una verdad tan "insobornable" que me condujo a la reflexión. Y es que para mí, también siempre significó los ojos, el punto de contacto más importante con los otros. Será que mis ojos rasgados orientales, me trajo un problema de identidad ante tantos ojos redondos como los animé japoneses, que me rodearon y es así que desde muy chico, experimenté eso que usted ha comentado que en resumen es encontrar en la mirada, el mundo interior del otro que se te dona espontáneamente. Gracias y bienvenido.

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  3. Todo lo que escribiste me hizo volver a pensar en eso que se dice que los ojos son la parte del cuerpo que más reflejan la vida. Más allá que lo que primero evaluamos para ver si algo está vivo es la respiración, el pulso y los movimientos, en realidad, es la mirada el signo de la vitalidad, y en especial de la vida interior. Me gustó mucho eso de la "vía franca al alma del otro". En el libro del guatemalteco M.A. Asturias "Hombres de maíz" hay un pasaje donde en un pueblo encargan una imagen de la Virgen, y el gran rechazo que provocó una que tenía unos ojos que no eran los de ella. Todo estaba bien hecho pero los ojos no eran "los de la madre de Dios". No hubo caso, hasta que no se llevaron la imagen y la arreglaron el pueblo no se quedó tranquilo.
    Como a Marisa, la última frase me impactó mucho.

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  4. ¡Bienvenido, Roberto!
    Es muy cierto eso de que los ojos revelan la verdad, muestran el fondo del alma. Mi novia puede decirme mil veces que "me quiere", pero sólo cuando veo brillar sus ojos es que le creo desde lo profundo.
    Quizá ese brillo que salga de los ojos sea también un modo de ver la realidad. Los ojos, la mirada, no es pasiva y receptiva. Tiene ese fuego, esa fuerza que emana de ellos hacia el mundo. Me suena a la fenomenología, o, como diría su amigo Ortega, el tema de la perspectiva. ¿Cómo verán la realidad unos ojos apagados? ¿Cómo la verán esos ojos que se mienten a sí mismos?
    Creo que hay un instante increíble en todo el despliegue de nuestra humanidad, que es ese en el que unos ojos, desbordando el alma, se encuentran con otros que responden con el mismo ímpetu. Algo nuevo se produce ahí, como una conexión originaria, como el cúlmen de algo "grosso".
    ¡Gracias por ese escrito, imagino que el primero de varios!

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  5. Hola Roberto!! tanto tiempo! Me gustó mucho lo del "yo insobornable, incluso a pesar nuestro" , porque me hizo pensar en esas ocasiones en que uno prefiere no mirar a los ojos a un ser querido, para que no descubra nuestro dolor,nuestra preocupación. Porque sabemos bien, lo tenemos aprendido por experiencia, que podemos ocultar o mentir con las palabras, pero nunca con la mirada.
    Beso grande!! qué bueno leerte!

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  6. Muchas gracias a todos por la bienvenida y en especial a Marisa por su invitación a participar en esta rigurosa rima alfabética.
    En efecto, son los ojos el último reducto para una verdadera comunicación interpersonal por eso, como dice Guillermo, esa conexión de miradas es la que nos decubre el "alter ego", el "alma gemela" a la que estamos destinados finalmente. El espejo sólo puede resultar un sustituto empobrecido frente a un mundo entregado a la creciente falsedad del anonimato y de las redes sociales.
    Muchas gracias otra vez por sus comentarios y seguimos "alfabeteando"...

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  7. Roberto!! tanto tiempo... qué lindo volver a encontrarnos en "casa" de Marisa... y qué lindo escrito... para mi los ojos son algo de lo que me agarro como una tabla de salvación... tengo un hijo que no habla (padece un fuerte Autismo inducido por una intoxicación por vacunas) Pero sus ojos son tan elocuentes... y necesito beber de sus palabras silenciosas para juntar fuerzas y ayudarlo... Cada tanto me dice "I love you!" pero sus ojos me buscan cada vez que tiene un problema, y sus ojos me encuentran a travez de la ventana del bus cuando vuelve del colegio e inmediatamente una sonrisa llega a sus labios... sus ojos me dicen cuando esta sufriendo... Y MIS ojos lo buscan constantemente para darle seguridad y apoyo... Todos los días bendigo esa fuerza y fuego que tienen los ojos... y todo lo que dicen tus comentaristas tan sabiamente...

    Gracias Marisa por crear este espacio de encuentro con tanta gente linda!!!

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    Respuestas
    1. No fui sólo yo. El empujón inicial lo dimos Martín Grassi, Fernanda Ocampo e Ignacio Leonetti. El blog lo armó Fede Caivano y lo sostienen todos los que escriben y comentan mes a mes. ¡Gracias Lola!

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    2. Hola Lola! recién ubico que sos vos y ví tu comentario a uno de mis escritos, qué alegría saber de vos! A ver si te animás a mandar algo para el blog. Parece cómo si el tiempo no hubiera pasado... nos estamos juntando todos después de casi 20 años!

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    3. Uno termina volviendo al hogar, no Angie? Perdon por la confusion de identidad.. entre que mi madre escribe (Dolores Seeber) y que me puso su mismo nombre, esto se está poniendo confuso... quizá deba usar el "Lola" en casa de Marisa y amigos para preservar la identidad de cada cual,no? o quizá debería usar un pseudónimo "Mario Ruoppolo" por la torpeza de mis escritos, hechos con mucha pasión y poca "muñeca"..

      besos!
      Lola

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  8. Vamos Lola, mandá algo para la p que es un lindo ejercicio. Nos seguimos encontrando por acá! un beso!

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