viernes, 14 de diciembre de 2012

Ojos con los que viví (Jorge Oscar Marticorena)

Jorge Oscar Marticorena, Espada





Ojos con los cuales he visto mi vida
Que ha sido, por suerte, extensa y rica en sucesos.
Que me ha dejado experiencias para ver, aún hoy.
Por ejemplo, cosas que atesoro en casa.
Casa llena de cosas.
Sentado a la mesa del comedor, mate en mano y vista al jardín, en esta mañana de sol con sabor a primavera.
Ojos  exhaustos de leer  uno de esos enormes libros de Feinman, y que ahora se distraen hacia lo que veo al frente y me hacen contemplar, una vez más, la foto del grupito reunido bajo el monumento a Belgrano,  la noche del 24 de Mayo, víspera de la asunción de Cámpora como Presidente.  Adelantados entusiastas de la multitud del día siguiente, con un estandarte con la foto de Perón y Evita vestidos de gala,
Foto que documenta una devoción, porque ese estandarte no era nuevo, estaba marcado por las casi dos décadas de ocultamiento quién sabe dónde, que evitaron su destrucción.
Sucede que en estos días trabajo sobre un guión cinematográfico. Imagino entonces que filmo una película. Hago panorámica hacia la derecha y encuadro botellas diversas. Una de Fernet Capri, por ejemplo.
 Una vez estuve en Capri. Al cruzar hacia la isla, un hombre con un acordeón cantó “O Sole Mio”, y me dejé emocionar tanto que le di una propina bastante generosa.
Sigo girando hacia la derecha.
Un amate que Ana trajo de México en un viaje al que me quedé con las ganas de ir. Y hacia la izquierda, en la ventana, un “Dream Catcher”, Atrapador de Sueños de los indios Pueblo, también  traído por ella de Albuquerque.
 Se cuelga sobre la cuna de los bebés para que no les lleguen los malos sueños. Es una hermosa artesanía, pero debe faltarle algún conjuro, pues algunos malos sueños me siguen llegando. Aunque quizá no sea por falta de conjuros, sino por exceso de años…
Y esto me hace recordar el koboloy que compré en mi única visita a Grecia, cuando mi historia con Ana apenas empezaba y fui con mi hijo y mi primera mujer. Y que perdí cuando en Buenos Aires me robaron el Citroën en que lo llevaba colgado del espejito retrovisor. Pérdida que aún lamento mucho más que la del 2CV, que estaba asegurado.
Sigue la panorámica hasta mi pequeño y frondoso invernadero, en el rincón del comedor. La cámara- ojos se dirige hacia arriba y encuadra el afiche que reproduce un cuadro del Salzburgo de 1553, recuerdo de nuestras últimas vacaciones en el exilio, colgado por Ana sobre la ventana del Dream Catcher.
Giro y visualizo a mis espaldas. Plano general del living visto desde el comedor que tiene un desnivel que lo transforma en balcón. La biblioteca que cubre toda la pared, enmarcada entre tres espadas colgadas de las paredes laterales. Primeros planos de las espadas. Las réplicas a medio tamaño de las espadas del Cid Campeador. Una hermosa artesanía japonesa que reproduce la wakisachi, la espada corta de los samurais.
No me gustan las armas. ¿Por qué mi extraña  devoción por estas?
Porque mi padre me dijo que en Irún, su ciudad natal, oyó comentar, con rabia contenida,  que el Cid había echado a los moros de España, y Franco los había traído de vuelta.  Y la espada japonesa tiene que ver con Kurosawa, quien me abrió una puerta a esa tan peculiar, austera y refinada estética del Japón.

Sobre la imagen se sobreimprime:
¿A los ojos del destino, qué ha sido mi vida?
Pregunta que no me preocupa. El destino existe, apenas, en el helicoide ya carente de misterio. Después, con el rastro que este imprime, jugamos al casual azar, a la abstracción engañosa, llena de vanidad y soberbia, de las probabilidades, dibujando esas curvas con forma de campana que con sus tañidos más agudos destruyen todas las linealidades.
¡Qué sorpresas!
Cómo, al mirar los recuerdos que se disipan, no vamos a correr en busca de seguridades.
FIN
Se acabó la película. Por suerte, la vida sigue, abundante.

 Jorge Oscar Marticorena

8 comentarios:

  1. Qué vida la suya Jorge! Me pregunto cómo hubiese sido si en vez de acá, la hubiese vivido en Australia, por ejemplo. Además de mi familia, tengo dos referentes incondicionales en mi vida: Jesucristo y Perón, me quedaron grabados de chico, cuando iba con mi papá a comer a lo de mi abuela los domingos, siempre veía bien contrastados en el comedor los dos grandes cuadros: Jesús crucificado y el General en su caballo Mancha, mi abuela me hablaba de ambos con la misma pasión. Me gustaría saber qué sigue pensando usted del peronismo (si es que esta palabra aún tiene sentido). Y qué piensa del asesinato del padre Mugica y cosas por el estilo que yo no llegué a conocer (nací en 1973). Sinceramente yo creo que los ideales de mi querida abuela reposan en la tumba junto a ella, tanto los cristianos como los de la justicia social. Le mandé una solicitud de amistad, sería muy interesante estar en contacto con usted. Un saludo!

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    1. Claudio: No me ha llegado la solicitud de amistad. Si la enviaste por facebook, te cuento que aparezco ahí pero no lo uso. Me interesa charlar un poco o un mucho con vos.
      De estas cosas que decís tendría bastante para comentar. Sigo estando en el peronismo, pero ya esta sola afirmación requiere una quizá compleja explicación.
      Hoy, creo en la evolución como único camino hacia un futuro diferente. Mi mail es marticorena.jorgeoscar@gmail. com

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    2. Jorge, hoy le quise enviar un mail, pero esa dirección que usted me puso me la rebota. ¿Habrá algún error de tipeo en la misma? Saludos!

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    3. Ahora pude Jorge, la seguimos vía mail!

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  2. ¡Qué buen recurso Jorge! El afuera sirve de ocasión para ir desovillando un relato interior. Como un desfile de "magdalenas" de Proust.

    Años de mucha violencia Claudio, los que estás recordando. Yo sí los viví. Ojalá sea sepultada la violencia y no el anhelo de fraternidad y justicia.

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    1. Yo tengo el mismo anhelo Marisa, más que nos acercamos a la Navidad... Pero matar a tiros de ametralladora a un cura que se deslomaba por los más pobres es como volver a matar a Cristo... Esos crímenes no caducan y son incomprensibles, al menos para mí, salvo que alguien me lo pueda explicar... Ojo que hay gente dentro de la misma Iglesia que banaliza el tema o lo justifican diciendo que era medio zurdito y cosas por el estilo... Me dan ganas de llorar cuando escucho esos comentarios sinceramente... Es cierto que siempre pasó, hasta llegué a escuchar gente que justificaba la quema de Giordano Bruno y demás delirios... Da vergüenza! Nada más lejos de la religión del amor que Jesús fundó, del amor a la verdad, del amor a los pobres, del amor a los enemigos!

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    2. Por supuesto, Claudio. Por eso dije que habían sido tiempos de mucha violencia...

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  3. Ya que hablamos de cine y adaptaciones, creo que tu escrito podría llamarse "El secreto de tus ojos" porque cada cosa que mencionas es un mundo infinito, inagotable que sólo tus ojos imprimieron en tu alma únicamente. Por eso, a pesar de este travelling o steadycam que nos hecho, pienso que la experiencia es inefable en cierto sentido. Eso que nos haces intuir en tu escrito, se vuelve a nosotros contaminado de nosotros mismos. Y eso, ya no sos vos.

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