viernes, 14 de diciembre de 2012

Ojos (Estanislao Zuzek)

 
BODOQUIN VOLADOR, Papel maché y técnica mixta.- 2012 - Irena Zuzek




                Ojos, ojos, ojos… ¡por doquier! Ojos de mi esposa, hijos, vecinos, amigos, gente de paso en negocios o en la calle o en el transporte público; de ancianos, adolescentes, gente madura, infantes y niños y desahuciados; de mujeres y varones; de famosos y los de “don nadies” – de esos que, al cruzársenos dónde sea, bajamos la vista para… no verlos en su miseria y que, quizás, ello termine reprochándonos nuestro modo de vida.

                 Ojos, ojos, ojos… ¡por doquier! Ésos que rebosan de alegría, felicidad,  esperanza y ganas de vivir. Aquéllos que manifiestan angustia, tristeza, pesar, preocupaciones, sufrimientos, desgracias…, de ésas que nadie les sabe encontrar justificación ni sentido; o, también, que no se las quiera encontrar. Esos otros que rezuman rencores y odios, despechos y sentimientos de envidia y venganza; sí de ésos, con “la sangre en los ojos” – que causan escalofríos… Aquellos otros ojos, perdidos e inexpresivos, como que no trasuntaran nunca sentimientos ni emociones… son los ojos mudos - por apagados – carentes de vida de los que la transitan “porque así se dio, largados al mundo nomás”.

                Ojos, ojos, ojos… ¡por doquier! Curiosos, observadores, de asombro, escrutadores, … de los que buscan la verdad y sentido a las cosas; pero también los inquisidores, que laceran y ejercen violencia en procura de información. Ojos de aceptación, humildes y llanos, crédulos. Ojos de rechazo, repugnancia, de recelo, de miedo y de horror. Ojos de autosuficiencia, de soberbia, de impudicia del poder ejercido en exclusivo beneficio propio. ¡Oh, sí!: Ojos iluminados por los pecados capitales que, naturalmente, nos mueven a condenar, ¿no? Pero, ¡ojo!, con la pajita en el ojo ajeno. No sea que otros ojos vean en el nuestro… alguna viga.

                Ojos de enamoramiento, de pasión – ciega, por cierto y que arrastra… Ojos de amor. Pero sobretodo ojos de ese amor incondicional, profundo y por siempre: conyugal, maternal – paternal - filial, fraternal; entre amigos o simplemente hacia el prójimo por ser persona, criatura de Dios. Ésos son los ojos pacientes, tolerantes y serenos, que transmiten paz.

                Ojos extasiados, místicos, soñadores, visionarios… Ojos orientados hacia la visión interior, hacia la belleza íntima del ser y su infinita profundidad. Ojos que trascienden lo físico y lo temporal – iluminados por la eternidad… en procura de la dimensión esencial de todo lo existente.

                Y ¿por qué no?: Ojos de mascotas, que nos son tan fieles y que tanto dependen de nosotros y que, como solemos decir, ‘sólo les falta hablar’. Análogamente, los de todo otro ‘bicho que camina’, repte, vuele o nade. Todos ellos tienen algo para decirnos – si es que nosotros ‘los reyes de la creación’ condescendemos a leer sus ojos.

                Unos ojos. Un rostro. Una persona – una vida, una existencia; real o figurada, imaginaria. Un ser único – irrepetible. Un alma singular - que habita este mundo de multitudes fluyendo por las calles y avenidas, viajando en colectivos y subtes o en autos, en tiendas y restaurantes, plazas, boliches… Mirando su fluir, aunque sea parado en una esquina, en cada momento yo trataba de ver a ‘la persona’ en particular - su expresión, sus ojos – para intuir su estado de ánimo, sentimientos, y si fuera posible: (com)padecer con la misma. Esas visiones solían ser fugaces, acorde al ritmo alienante del transitar urbano: todos ensimismados, ‘en piloto automático’, tratando de esquivar esos semovientes bultos humanos - sin rostro - que se les venían encima y sus ojos, despersonalizados,  más bien parecían enfocados al infinito y al vacío cual objetivos de cámaras robot. Sólo de vez en cuando detectaba ojos con destellos de interés por algo o alguien y, naturalmente, el distinto andar de su portador. El reino del anonimato… de los sin rostro, de ojos inexpresivos y disueltos en la masa pública. ¿Esos rostros, cuando se reintegren a la intimidad de su ámbito privado, hogareño, en el ‘ojo-a-ojo’ cotidiano, reaparecerán como personas? Quiero creer que sí. Personas.

                Ojos que nos hablan. Ojos a los que con la mirada de nuestros ojos hablamos y compartimos la existencia. Ojos que, en su inmensa totalidad, nos comprometen a la real y profunda dimensión de ésta, la tan misteriosa vida. Sí, ¡todos los ojos!

Estanislao Zuzek

6 comentarios:

  1. Te salió una veta más poética que lo normal, Estanislao. Muy lindo. Ese recorrido tan minucioso en un momento me dio como pánico... tantos ojos y ojos y ojos... pero tu final es, por suerte, bien tranquilizador.
    Ja! ya conocía al Bodoquín Volador de Irena!!! Me encantó encontrarlo tan simpáticamente acompañándonos en el blog!

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    1. Angeles, gracias por el comentario. Me gustaría saber, cómo ubicaste en internet al Bodoquin?

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    2. Y... tengo mis contactos...

      no, en realidad, cuando Irena lo hizo lo mandó a un grupo por mail en la que estoy incluida. Ahí lo conocí!

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    3. Gracias, Angeles! Está satisfecha mi curiosidad...

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  2. ¡Muy lindo Estanislao! Tiene mucho ritmo su escrito. Y me pasó como a Ángeles, me sentí rodeada de ojos como en medio de un torbellino. ¡Una invasión!¡De todos los tipos!
    ¿Sabía que la palabra ofthalmós (no sé si esta bien la transliteración) del griego antiguo significa tanto ojo como rostro? En su texto también pasa de lo uno a lo otro con mucha naturalidad.
    Precioso ese bichito que hizo su hija. Muy alegre.
    ¿Qué significa Bodoquín?

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    1. Marisa, no conocía esa dualidad del significado de 'ofthalmos'. ¡Gracias! A medida que iba redactando el texto me iba dando cuenta que el ojo - los ojos - es un conjunto que, evidentemente, está basado esencialmente en el "globo ocular" propiamente dicho; pero su expresividad está ligada inseparablemente a los órganos que lo rodean. Y, éstos, a su vez, son parte integrante de la cara. Por consiguiente, lo que uno percibe es la expresión de toda la cara y, a mi parecer, lo que uno registra es la imagen que se formó de los ojos en función de ese contexto que es (toda)la cara. Por lo tanto, el pasaje de 'los ojos' a la cara y viceversa, me parece lo más natural. Al fin de cuentas, son dos facetas de la misma manifestación del corazón; al estilo de la conocida frase popular dada vuelta: corazón que siente lo muestra a través de los ojos - o sea, del semblante, unido a sonidos (gritos, risas, llantos, imprecaciones...), gestos e incluso la postura corporal propia del momento. Y lo que yo suelo retener en primerísimo lugar de la memoria: ésos ojos - que contienen en sí todo su contexto vivencial que mi mirada captó. 'Bodoquín' es una síntesis de bodoque y adoquín

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