Oníricas (Sofi Montagnaro)

Wassily Kandinsky, Amarillo-Rojo-Azul.jpg

Hola.

OK. Empiezo. Miren el cuadro. ¿Ven el rectángulo amarillo en la mitad izquierda? Bueno, les escribo desde ahí (por suerte hay wifi).

No entiendo todavía muy bien cómo me pasó, pero tal vez la forma fue medio análoga a la de aquel niño gordito, Bastián Baltasar Bux. Estaba con Nico en el Museo Nacional de Arte Moderno, Centro Georges Pompidou en París y visitábamos la sala en donde está el cuadro en el que estoy ahora. ¿Vieron que los que dicen saber de arte aconsejan alejarse como media cuadra para atrás para ver y “entender” una obra? Bueno, a mí me gusta acercarme para ver si puedo oler el óleo y para ver bien de cerca la mezcla de colores… esta vez creo que me acerqué demasiado. Juro que ese círculo negro me llamó por mi nombre e hice algo que no debí hacer: lo toqué. En el instante en el que lo toqué sentí que mi cuerpo se desintegraba para encontrarse nuevamente (integrado ya) dentro del círculo negro.

¿Mi vida adentro del cuadro? Bien calculo… No sé hace cuánto estoy acá, pero debe ser hace bastante porque me acuerdo que el camino hasta llegar al rectángulo amarillo fue muy largo. Todo acá huele a esencia de trementina, y cada vez que pasás de un color a otro escuchás distintas obras de Dargomyzhski. Al principio me asusté; no es una situación normal convengamos. Pero poco a poco me fui acostumbrando a caminar por acá y a interpretar este nuevo mundo literalmente pictórico.

Sé que éste es un taller filosófico-literario (o literario-filosófico), pero hoy a la mañana me llegó un mail de Marisa diciendo si podía dar algo con la “O”. ¿Qué mejor que aprovechar la situación y contarles cómo estoy y por qué no escribo hace mucho? Realmente estuve muy ocupada intentando encontrar una manera de salir de acá (al principio). Y después me dejé llevar y ahora disfruto de cada minuto onírico que sueño.

Espero realmente que todos estén muy bien y también espero poder salir para la “P” planeando (en sus dos acepciones de planificar y de volar). Extraño a mi gente y también ¡muero por comer chao fan!

Cariños,

Sofi Montagnaro