sábado, 7 de enero de 2012

Fatalismo (Javier Nari)

Laocoonte y sus hijos - Vaticano


Y el Señor Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón." (Génesis 3, 14-15)


Ahí estaban, los tres en la habitación. El número de la puerta era una incógnita que hundía sus raíces en la corrupción a la que el mundo y su movimiento someten a las cosas. El cartel de la sección era el título con el que alguien quiso poner nombre a la escena. Los hermanos se encontraban junto al padre convaleciente y  miraban sin emitir sonido alguno, sumergidos en ese terrible silencio del fátum.
Timbreo se esforzaba por compadecerse, al menos por una vez, del despojo de su padre, pero cuanto más ponía su empeño en hacerlo más hundía sus dedos en la llaga del rencor. Sabía que lo que tenía ante sus ojos no era sólo imagen del pasado, o tal vez sí lo fuera, pero ese pasado contenía presagios de un futuro inminente. Su cuerpo ya sufría los síntomas de la desgracia. Su alma se revolcaba en ellos desde que tuvo conciencia de su trágica herencia somática.
Mientras, tras los ojos difuminados en las lágrimas de Antífanes se amotinaban las sensaciones más diversas y hasta antagónicas. Por los campos conscientes y subconscientes se batían -y en el choque se ligaban unas a otras- la náusea, la ternura, el desasosiego, y un ambiguo deleite y el odio más profundo convivían con la lástima. Las mentiras más soeces debatían con las flojas certezas sentadas a la mesa de un optimismo negro, sarcástico.
Los hermanos vivían, casi siempre, uno en las antípodas del otro, pero los unía un mismo mundo. Pronto abonarían el mismo suelo que los alimentaba desde que tenían recuerdo. Pronto serían carne para el miedo. Recorrían sus sendas en claves diferentes. El encono regía los tonos del menor. Las del mayor, en cambio, eran las aciagas notas de la aflicción.  Pero el réquiem volvería a unirlos. Llevaban la ofídica sustancia en la sangre y ambos los sabían. Compartían el miedo más desesperanzado. Y no sabían creer. Nadie se los había enseñado. A su madre, una desdichada vendedora de gemas de cotillón, se la habían llevado años antes Porce y Caribea. Ahora ellos esperaban el golpe definitivo de la estirpe de la serpiente.

Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. (Lucas 10,19)


Javier Nari


3 comentarios:

  1. ¡Qué tema difícil Javier el del destino! En general las cosmovisiones religiosas tratan de compatibilizar la libertad del hombre con los designios divinos. Pero para mí sigue siendo un misterio. Te cuento un caso concreto. Hace 6 años mamá tuvo un ACV y estuvo en coma tres meses. Venía mucha gente a visitarla cada uno con su “explicación y consejo”. En general nos decían que había que aceptar la voluntad de Dios pero que también había que rezar para que la situación cambiara. Dos actitudes que encierran esa paradoja y mantienen la tensión sin resolverla, pero que a la vez no las “vivimos” como contradictorias, aunque la lógica muestre lo contrario.

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  2. ¡Muy bien Javier, la forma es impecable! El tamaño de los párrafos, la secuencia de ellos, lo que dices encierra profundidad, es el mejor de los trabajos que te he leído, del grupo eres a quien más le ha servido el incorporarse, el que escucha las sugerencias, las adapta a sí mismo y con tu mismo lenguaje construyes tus mismos mundos de una forma más sutil pero al mismo tiempo contundente.

    Fata volentem ducunt, nolentem trahunt
    El destino conduce al que se somete y arrastra al que se resiste
    Séneca

    Ahora unas preguntas:
    1. En el párrafo 1, ¿cuál es ese silencio del fatum? Me resisto a acentuar fatum, como me resistiré a acentuar quorum. Es más lindo dejarlas en su estado pétreo, incorrutible a nuestro idioma voluble y poco voluptuoso.
    2. En el párrafo 2 me parece un muy buen acierto como colocas al pasado adelante, es una manera muy estoica de ver el devenir. Para los antiguos quechuas el pasado también está adelante, porque cada cosa que uno hizo, pesa sobre lo que hará.
    3. ¿El profesor Lavalle sabe que has hecho una interpretación libre sobre Los Adelfos? Si no lo sabe cuida que no lo sepa. ¿Estas citas específicas de la Biblia qué función tienen?

    Un abrazo mi querido amigo, feliz navidad y feliz año. Mándame un mensaje si quieres que nos veamos y nos juntamos para leer en algún parque.

    Martín

    Pd. Estoy de acuerdo con la profesora Mosto en el misterio del destino, quizás por eso no nos bastan las explicaciones racionales que le damos a los acontecimientos, nos faltan los que vienen cargadas de misterio.

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