martes, 6 de marzo de 2012

Helada (María Teresita Suriani)




Mientras las tumbas de los caídos me hablan de esa muerte tan cercana,  él quería pensar en otra cosa y escapar del recuerdo, o escapar del olvido. Del olvido porque tenía miedo no sólo de recordarlo sino también de olvidarlo y no poder rescatar nada de nada, ni siquiera el fantasma, ni siquiera la sombra. Se alejó de la tumba, se alejó del entierro, pero quería pensar en eso. Aunque su cuerpo se alejara su mente se acercaba peligrosamente a una fosa, se asomaba, se estremecía y se extasiaba en contemplación de la tierra y las cosas mezcladas, como si fueran una, como si fueran lo mismo. Pero la tierra qué sabe que no es lo mismo, lo que fue hacia ella que ella misma, lo que se mezcla, se confunde y se añeja con ella, pero que no es ella. Él sabía que la tierra recibe con los brazos abiertos,  o era el cielo tal vez, las imágenes dan lo mismo.
Y aunque todos sabemos que la naturaleza es sabia, que cuando llega el momento no hay batalla que valga, sobre su alma comenzó una sutil nevisca, una fuerte helada, un frío sobrecogedor inunda el alma, de impotencia, de preguntas, de ignorancia. ¿Qué sabemos de esta vida tan impredecible, tan mañera, que da y quita de la nada? Se preguntó. El silencio sólo le respondió: nada.
Alguien se fue, no lo conocía, pero el frío y la búsqueda del sentido se contagian igual.


Tere Suriani

3 comentarios:

  1. Muy bueno lo tuyo Teresita. Te comparto un texto análogo de Tolstoi que acabo de releer:
    "Y de nuevo, junto con ese rosario de recuerdos, brotaba otra serie en su mente que se refería a cómo su enfermedad había progresado y empeorado. También en ello cuanto más lejos miraba hacia atrás, más vida había habido. Más vida y más de lo mejor que la vida ofrece, y una y otra cosa se fundían. «Al par que mis dolores iban empeorando, también iba empeorando mi vida» -pensaba. Sólo un punto brillante había allí atrás, al comienzo de su vida, pero luego todo fue ennegreciéndose y acelerándose cada vez más. «En razón inversa al cuadrado de la distancia de la muerte» -se decía. Y el ejemplo de una piedra que caía con velocidad creciente apareció en su conciencia. La vida, serie de crecientes sufrimientos, vuela cada vez más velozmente hacia su fin, que es el sufrimiento más horrible. «Estoy volando...» Se estremeció, cambió de postura, quiso resistir, pero sabía que la resistencia era imposible; y otra vez, con ojos cansados de mirar, pero incapaces de no mirar lo que estaba delante de él, miró fijamente el respaldo del sofá y esperó -esperó esa caída espantosa, el choque y la destrucción. «La resistencia es imposible -se dijo-. ¡Pero si pudiera comprender por qué! Pero eso, también, es imposible. Se podría explicar si pudiera decir que no he vivido como debía. Pero es imposible decirlo» -se declaró a sí mismo, recordando la licitud, corrección y decoro de toda su vida-. «Eso es absolutamente imposible de admitir -pensó, con una sonrisa irónica en los labios como si alguien pudiera verla y engañarse-. ¡No hay explicación! Sufrimiento, muerte... ¿Por qué?» " "La muerte de Ivan Illich"

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  2. Por ahí es una pavada lo que digo, pero me hizo acordar a la última escena de "A walk to remember" en la que él, la siente a ella, a pesar de su ausencia, a través del viento, el aire frío. No la ve, pero la siente. Es sólo una linda imagen, que me hizo acordar tu texto, Tere. Me encantó. Me gustó lo de "la tierra recibe con los brazos abiertos, o era el cielo tal vez, las imágenes dan lo mismo", porque al final, no entendemos hacia dónde van los que se van, pero seguro que acá, junto a uno, no están. O quizá si...dejando un vacío, una helada en uno mismo.

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  3. Gracias Marisa y Clemen. Que bueno el texto que compartiste, claro, que absurdo buscarle justificaciòn, como si fuera un castigo o una represalia de la vida, cuando en realidad es de lo ùnico que estamos seguros, lo mas "natural" se podrìa decir, pero nos sorprendemos cuando llega, o nos preguntamos porquè llega.

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