miércoles, 7 de agosto de 2013

Waykuna: Cocinar (Marisa Mosto)






Una sopa de palabras que son pensamientos

En el diccionario quechua español figura  la palabra cocinar: “waykuna”. Me llamó la atención que la primera sílaba,”way” se repite en otras entradas aparentemente desvinculadas de la acción de cocinar:

Waylluy: Amar con ternura y devoción
Wayna:
Joven enamorado
Waynakay:
Juventud
Wayra: Viento

Pero si meditamos en ellas un momento  pueden revelarnos su parentesco. Descubrimos allí hilvanando las palabras, una intuición que se repite: la vinculación del gesto de trabajar para alimentar, de servir a la vida, con la ternura del amor, la juventud, la irradiación o fecundidad. Y si nos abrimos a la analogía entre el viento y el espíritu es también una irradiación de fecundidad espiritual.

Nos ponemos a cocinar. Tenemos por un lado ingredientes  limitados en casa y por el otro  la  familia o los amigos que esperan en nosotros. Tenemos hambre, dones, imaginación. Y ganas de que el maravilloso acontecimiento de poder “saciar el hambre” sea vivido como una fiesta. La cocina es un gran arte. Vital y efímero. Generoso y humilde. Sabe de su fugacidad pero entrega lo mejor de sí a ese instante aunque grave, pasajero.
Cocinar para la gente que uno ama  es símbolo de toda una actitud vital. Intentar sacar “lo mejor  de aquello con lo que se cuenta” para sumar a una fiesta. Es expresar el amor en un gesto sencillo, concreto, impostergable, necesario y gratuito a la vez. Amar con ternura y devoción.  Pensar en el otro.  En el que está ahí enfrente con  su realidad única, original. Desplegar una actitud empática. Advertir sus necesidades y sus gustos y nuestras posibilidades. Cuidar, agasajando y gozar de ello.
La cocina es un lenguaje  del amor. Un modo de  confirmar en la existencia a la comunidad a la que uno pertenece. Un “sí” que enriquece la vida del otro al mismo tiempo que  la propia.
De amor joven. El amor solo puede ser joven. Es entusiasmo y atención  al detalle, a la novedad que trae el presente.

La figura del Banquete es una figura puente en el cristianismo. Materia y espíritu, natural y sobrenatural. Dios  se presenta como  cocinero, anfitrión. Da lo mejor de sí:  a sí mismo como  alimento  en la Eucaristía. Y nos invita como amados al Banquete de Bodas, (¡A las bodas consigo!), imagen del Reino.

La fiesta del Banquete es un encuentro personal y a la vez liturgia cósmica: los dones de la tierra celebran la vida en comunión.
Desde lo profundo de nuestra naturaleza empuja el deseo de sazonar con nuestro color propio la celebración de la vida.
En el corazón de todo hombre resuena la súplica de Babette
¡Déjenme dar lo mejor de mí misma!
¡Déjenme aportar lo mejor de mí misma en el banquete de la vida!

Tal deseo es el que “obra” el que disfruta de cocinar.
Y se lo comen... y se acabó. En fin, en la vida tal como la conocemos, todo se acaba.

Marisa Mosto


8 comentarios:

  1. Qué final Marisa! Esa sensación que todo dura tan poco es propia de cualquiera que tenga adolescentes en la mesa!
    Me gustó mucho como volvés, con nuevas variaciones, a tu estilo fundamental: partir de lo más concreto e ir dando vueltas espiraladas donde aparecen las formas más espirituales. Pero este final tan realista con una "conversio ad phantásmata" en el plato nuevamente vacío es tan abrupto que creo es algo nuevo en este tu estilo. Es muy impactante!

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  2. Muy bueno, Marisa. Yo disfruto y expreso mucho cocinando. Me gusta experimentar, crear, armar alrededor de la cocina o lo cocinado, un espacio fraterno y de amistad. Llenar la mesa de cosas para sazonar o picar, así no se usen. Es un momento lleno de vida, pero fugaz. Me gustó mucho esas características que distes del cocinar: vital, fugaz, generoso y humilde.

    Ahora, me quedé pensando si tu cierre es un final fatal, realista, realista pesimista, no sé. Vos me podés decir: "Pero es verdad, en la vida todo se acaba" pero impresiona imaginarlo con esa metáfora del plato vacío, y más si el comensal tiene el síndrome de post guerra.

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    1. Hola a los dos. Puse ese final porque a veces la gente a la que no le gusta cocinar dice "Gastas un montón de tiempo, energía, laburo y en dos segundos desapareció todo". Y en realidad su carácter efímero no le resta belleza y le suma generosidad, desapego.
      ¡Gracias!

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  3. Me encantó se lo voy a pasar a Mamá a ver si, esto la convence para que cocine!!!!!
    Un beso!!

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  4. MUY BUENO MARISA!!!

    ESTA PARTE ME GUSTO MUCHO:


    La fiesta del Banquete es un encuentro personal y a la vez liturgia cósmica: los dones de la tierra celebran la vida en comunión.

    Desde lo profundo de nuestra naturaleza empuja el deseo de sazonar con nuestro color propio la celebración de la vida.

    En el corazón de todo hombre resuena la súplica de Babette

    ¡Déjenme dar lo mejor de mí misma!

    ¡Déjenme aportar lo mejor de mí misma en el banquete de la vida!

    MI RESPUESTA A ESA PARTE QUE ME LLEGO:

    Cuando la memoria feliz, nos enseñe a despejarnos de aquella memoria ofuscada;
    nuestros recuerdos se acondicionaran a ese nuevo espacio de vida. La historia no tendrá tan sólo, la obligación de rendir cuentas, y más aún si esos hechos nos fatigan. La secuencia de historia-vida, debe ser motivo de una fiesta, como lo expresa Olivier Clément: “La fiesta es espontaneidad y gratuidad, es el gran sí dado a la existencia, la gran celebración que une a lo ilimitado”. Y de este modo, se podrán justificar aquellas señales que nos recuerdan, que la esperanza busca en su memoria, el olvido de aquello que aconteció, y confirma con su patencia el tiempo de expectación.


    MAX HUNICKEN

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    1. ¡Gracias Max por tu respuesta! Es una melodía de esperanza.

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  5. Marisa...me enacantó tu escrito!! Especialmente la analogía que hacés entre la comida y una obra de arte. La comida, así como una obra de arte, es pura afirmación de la vida, es un gigante decir "SI" a la Vida...
    Me hizo pensar en la postura de muchos artistas contemporáneos que sostienen que una obra de arte no tiene por qué ser eterna...puede durar tan sólo un instante...y así, muchos artistas, como los cocineros, hacen obras efímeras, sin aspiración de eternidad...su tiempo propio es la "duración" bergsoniana, que no se mide cuantitativamente sino por intensidades...

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  6. Querida Marisa, qué bueno lo que decís! Una fiesta en sí misma, y se contagia el entusiasmo, las ganas de la empatía, de cocinar, de dar de sí. Quiero compartir esto que escribiste con mi familia y con algunos amigos, me alegro de que esté esto en este blog que también es un dar de si de cada uno! Y, al final, todo se acaba, pero algo de lo que tenía va quedando. En el caso de la comida: los kilos! ja

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