miércoles, 14 de agosto de 2013

Wün: Alba (Nicolás Balero Reche)

El lago Huishue, en plena zona de celebración del We tripantu. (año nuevo mapuche) Ilust. blog
http://es.wikipedia.org/wiki/We_Tripantu





“Alba” en mapuche. Alba que despierta las primeras luces y te grita saliendo el sol… al amanecer, “¡no te olvides!”. No te olvides al mirar el alba que esta tierra no te pertenecía.
No te olvides de aquellos que dieron sus primeros pasos en esta hermosa Argentina antes de ser el país de la plata. No te olvides del orden de la Naturaleza, de la belleza de sus curvas libres que escapan aunque quieren apresarla.
No te olvides de aquellos que  eran como se nombraban: gente de la tierra; gente de esta tierra; nativos; mapuches.
No te olvides de aquellos que murieron por ser iluminados con la civilización que nos llevó a olvidar la Madre Tierra, enterrada bajo cemento y adoquín. No te olvides de Ceferino, verdadera luz que iluminó su pueblo.
No te olvides que el alba también avistó aquél desierto que “debía” ser conquistado, desierto no desierto sino habitado por amor a la tierra; esa tierra que se apropiaron pocas manos extranjeras (de nacionalidad y de corazón) como seguro de vida eterna.
No te olvides de observar la noche y darle el respeto que antes tenía y hoy ha perdido. No te olvides de la luna y las estrellas, no te olvides de la importancia divina que solían tener, y que hoy tapamos con lujosos edificios y luces artificiales.
No te olvides de aquél aire fresco de la brisa cordillerana que resquebrajaba el rostro, ese aire que hoy se compra y se vende. No te olvides de aquél sonido de mar hoy tapado por los ruidos internos del alma turbulenta.
No te olvides en el alba de cada día de mirar al sur y recordarlos, junto a todos sus hermanos allá en el norte, el este y el oeste.
No te olvides del alba que nos despierta y nos dice: respétalos; porque estas tierras les pertenecían, y les fueron arrebatadas por un sueño utópico de evolucionados Iluminados que se olvidaron de los derechos de aquellos pueblos aborígenes que amaban esta tierra más que muchos de los que la habitamos hoy.


Nico Balero Reche



Write & Wrong (Marisa Mosto, bis)








El camino del héroe

Cansado de golpear Ante (las puertas de) La Ley, Ivan Karamazov, peregrinó cielo y tierra esperando hallar un Guardián Misericordioso que le permitiera la esperanza de un nuevo billete de entrada al Paraíso. (Recordarán ustedes que había devuelto el original, el que venía con la garantía de fábrica). Leyó manuales de buena conducta en las bibliotecas de Babel y decidió cortar por lo sano: se dirigió a los tribunales del corazón del Imperio arrastrando (y a veces empujando) un baúl con las pruebas que a su parecer certificaban su derecho de admisión.
Al  llegar lo recibió un Johnny Anonymous Juri,  que  lo increpó apurado y sin vueltas con su vozarrón de persona importante: (traduzco)
-       ¿Qué tu traes a mí en esa enorme caja?
-       Certificados
-       ¿Certificados?
-       Diplomas de estudios de grado y posgrado, un Doctorado summa cum laude en una universidad europea de habla alemana. Un comprobante de libre deuda, el carnet de vacunación al día,  de higiene bucal, la constancia de que no fumo, no bebo, no uso drogas (alguna pastillita para dormir de tanto en tanto… pero eso no cuenta –se excusó-), de que me alimento sanamente,  hago ejercicio,  no contamino el ambiente y  usé todos los cupones de descuento.
-       Tú necesitas algo más que eso para que yo de a ti el salvoconducto.
-     Mmmm. Traigo mis publicaciones en revistas científicas, el alta de mi psicoterapeuta, dibujos de mandalas hechos por mí, horas de vuelo de meditación, una túnica de Hare Krishna, diploma de cursos de streching  colillas de   sahumerios que prendí,    semillas de  quínoa  y chía que me sobraron. ¡Ah! ¡Y   papelitos de las pastillas que nunca tiré al piso!  Latas para reciclar,  bolsas de plástico que ahorré,  agua que no derroché y  grasas que no comí para mantener equilibrado el colesterol, y la garantía de que mastico 10 veces antes de tragar y leo antes de ir a dormir.
-       Yo estaba pensando en algo  con más glamour. ¿Usted sabe?
-       ¿Becas? ¿Premios? ¿Mi carta astral? ¿Mi número en el eneagrama? ¿Mi afiliación política? ¿Mi equipo de futbol favorito?
-       Usted no entender a mí, -dijo el Johnny meneando la cabeza
-       Eh… eh…-se empezó a poner nervioso Ivan y jugando su última carta  agregó-: Este baúl así como lo ve, es un Louis Vuitton auténtico,… um… mi traje es de  Ermenegildo Zegna y… mi corbata  es de Hermes... eh... de la última temporada.
Ivan comenzó a restregar sus manos mirando alrededor en busca de ayuda al contemplar el rostro aburrido del Johnny  que iba del baúl a su reloj, del traje al reloj, de la corbata a su reloj.
-       ¿Salió ud. en alguna pantalla?
-       Mmmm
-       ¿Maneja el arte de la seducción? ¿De las máscaras?  ¿Sabe como montar el personaje que conviene a los hilos del poder?
-       Mmmm. No. ¡Pero la gente me cita! Encontrará mi nombre por todos lados.
-       ¡Usted no leyó la letra chica! Me viene con pavadas. Usted hace a mí perder mi tiempo. –gritaba el Anonymous Juri haciendo una  “L” con el pulgar y el índice de la mano derecha  plantándosela  en la cara al desconsolado Ivan- Yo  puedo no dar a usted el billete… lo mejor  yo pudo hacer es dar a usted estos troquelados cupones. A medida que usted sume puntos ira apareciendo de Mickey Mouse la imagen. Después ponga a ella en su de luz mesita. Quizás él ilumine a Ud. en el camino del éxit-o (ahora intentaba formar una “W” con el índice, el medio y el anular  y la sacudía haciendo alarde de su magnífico poder de síntesis)

Iván  con desasosiego y confusión comenzó  a empujar nuevamente su heterogéneo baúl  acrecentado por los cupones troquelados que apenas dejaban ver el guante blanco  de la mano derecha de Mickey. “Me saludará antes de ir a dormir” se consoló, mientras escuchaba al Anonimous  Juri gritar: “Next! “, a la vez que lo miraba de reojo con una sonrisa irónica. Él sabía bien que los billetes originales eran únicos, personales y sin retorno. Debía cargar celoso con ese saber para mantener aceitada la máquina y de paso sumaba puntos en su tarjeta troquelada -con colores fluor- de Inquisidor Mayor.



Marisa Mosto








martes, 13 de agosto de 2013

Wow! Riawanna (Sofía Larran)




Coro Ars Nova de Salta - Riwanna



Mi encuentro con la música contemporánea se produjo en el año 2002, cuando tenía dieciséis años e ingresé al Coro de Niños y Jóvenes Ars Nova de Salta. Y, más que un encuentro, fue un choque. Me afectó de tal manera y tan profundamente que, hoy en día, en mi investigación de doctorado, aún trato de dilucidar los efectos y alcances de la música contemporánea en el mundo actual. Una de las primeras obras que aprendí en el Ars Nova fue “Riawanna”, de Stephen Leek.
"Riawanna" es una palabra nativa de las tribus australianas y quiere decir "círculos", en referencia a los círculos de la vida y la naturaleza. La obra de Stephen Leek es una ronda “do-it-yourself”, con miles de posibilidades de interpretación. La partitura, lejos de imponer un modo único, presenta una obra indeterminada, con metros mixtos y abierta a la multiplicidad de sonidos. Incluso carece de pentagrama. La partitura es simplemente el dibujo de una diversidad de círculos encerrados unos en otros en el que se destacan ciertas células melódicas que uno puede combinar de la manera en que le plazca. Una obra única, mágica y siempre nueva…
Yo venía con una idea preconcebida de lo que era la música y mi “choque” con la obra de Stephen Leek me lleno de incertidumbre, planteándome cuestiones que posteriormente, con el tiempo y la reflexión, pude poner en palabras. De un momento a otro, descubrí que quizás la música ya no necesitara quién le marcara el camino por el que debía transitar. Podría ser que ya no fuera necesario sentir en el aire los latidos. Tal vez ya no hiciera falta tener un pulso absoluto, un pulso común para todos los intérpretes… Era posible que en la coexistencia de distintos tipos de pulsación simultáneos dentro del mismo plano musical, en la deformación del tiempo, se manifestara la música como creadora de su propia temporalidad.
La música contemporánea desconcierta. La unidad de tempo, tan fundamental para la composición musical de otras épocas, se ha vuelto un valor relativo, singular. Y esto incomoda…no tiene el aire de lo viejo conocido sino que trae la incertidumbre de lo nuevo, de lo extraño. Actualmente, la música hace difícil la percepción de un variado discurso sonoro que transite en un solo tiempo, una música que fluya encajonada en un solo río de tiempo, por lo que surge la necesidad de hacer posible la escucha de una música que está dentro de varios tipos de tiempo, una música que se desdobla en múltiples afluentes, en infinitas corrientes de tiempos superpuestos.
Se torna evidente que pensar música es pensar tiempo, pero no aquel que transcurre y devora el presente como el dios Chronos a sus hijos, sino un tiempo sin forma, un tiempo no espacializado, traidor de la sucesión y la continuidad causal. Deformando el tiempo puede que aparezca el tiempo puro, propio de la creación. Cuando desde el primer sonido se suspende lo sucesivo, se renuncia a la causalidad y se abandona ese tiempo que nuestra mente se afana en ordenar, aparece aquel instante en el que, como en “Riawanna”, lo novedoso y vital se hace presente…


Sofía Larran

Words from William of Ockham, el tipo de Recursos Humanos (Marcelo Gobbi)






En la facultad de me dijeron que el finado Ockham tenía el berretín del nominalismo, que sería algo así como identificar los conceptos con las voces (sí, sí, eso de que en las letras de rosa está la rosa y todo el Nilo en la palabra Nilo).
Medio de chiripa vengo a descubrir ahora que mucha gente sigue convencida de que rebautizar algo es modificarlo. Y me parece que no debe de ser así. Si al gordo Ricardo comienzo a llamarlo Brenda no por eso dejará de tener piernas peludas y un permanente aliento a cerveza, digo yo.
Los campeones de este pensamiento mágico son los profesionales de los Recursos Humanos, gente cuyo libro de cabecera nunca tiene más de dos años y que no comparte con los anteriores ni siquiera el vocabulario. Esta gente vive cambiando de nombre a cosas que, no obstante, permanecen inmóviles como el mundo de Parménides (un nombre magnífico para una variedad de queso -parménides estacionado, denominación de origen controlada, ideal para acompañar un cabernet sauvignon).
Los que nos ganamos la vida en ambientes corporativos debemos digerir penitencialmente todo tipo de eufemismos, lítotes, metonimias, sinécdoques y metáforas berretas que forman parte del idioma que fundaron esas extrañas criaturas. Y así hay que hablarles, porque de lo contrario no entienden.
Algunos ejemplos:
1.                  Luego de que abandonaron denominaciones tan decadentes como jefe de personal, que evoca a un capataz de obraje, o director de recursos humanos, que deshumaniza a las personas al considerarlas una mercadería extraída de la naturaleza (como la bauxita o la merluza) en algunas empresas existe ahora un director de Capital Humano, nombre que produce a las gentes sensibles aun más repugnancia que los anteriores. Por suerte nadie la usa. Sobrevive la otra, como pasa con Cangallo, con Canning o con la persistente expresión tirar la cadena, inexacta pero al final unívoca (lo de tirar la cadena al final salió de pura casualidad).
2.                  Los jefes no compartimos las lecciones de nuestra experiencia sino que hacemos coaching o, peor aun, coacheamos (diga usted coucheamos, si es que puede pronunciar la primera sílaba en inglés y las otras dos en español, y meter un diptongo en la primera y un hiato entre la segunda y la tercera, todo en una palabra tan breve).
3.                  Al igualitarismo cobarde que no distingue entre ineficientes y talentosos, entre laboriosos y vagos, hay que llamarlo equidad interna. Me parece que se trata de una herencia inapropiada del mundo castrense, que debió inventar las medallitas para saber qué había debajo de cada uniforme.
4.                  Al intercambio de información entre competidores se lo titula encuesta de remuneraciones. Está bien, porque de lo contrario estaría prohibido.
5.                  Al hábito de seguir el triplete dar a cada uno lo suyo, no dañar a otro y vivir honestamente, o tan sólo de ser gente, como decía mi abuela, se lo llama propender al clima laboral, supuestamente al buen clima laboral, aunque esto no se indica. Otro abuso de la metáfora, que en este caso seguramente provendrá de un meteorólogo.
6.                  Se usa el adjetivo transparente para indicar que el otro no notará un cambio, que su experiencia será igual después de que otro haya modificado algo (este cambio en la forma de liquidar el sueldo será transparente para el empleado). Notable porque significa todo lo contrario: que será opaco.
7.                  Cuando uno quiere llamar a un incompetente para hacerle saber que no viene dejando macana sin hacer, en realidad debe convocarlo a una reunión de feedback para señalar oportunidades de mejora. Semejante título condiciona de manera irreversible el tono de la conversación e inhibe el deseo del jefe de descargar el desprecio más primario sobre la bestia y de señalarle su irremediable condición de tal. Como las oportunidades de mejora son infinitas para quien no hace absolutamente nada bien, la reunión transcurre en un clima optimista, casi festivo. El candidato descubre que su potencial de desarrollo es enorme, pero se retira tan bruto como cuando llegó. Sólo por el título que hay que ponerle a la reunión.
Vamos a ver si les pasamos un trapo con Blem a las palabras y homenajeamos su decencia poniéndolas arriba del aparador de la cocina. Con todo lo que han hecho por nosotros no merecen este maltrato.


 Marcelo Gobbi



lunes, 12 de agosto de 2013

Word (Lydia Zubizarreta)


Lydia Zubizarreta,  Laguna del Monte Agosto




Word
“I have heard what the talkers were talking”. Walt Whitman

Palabra
“Escuché  lo que hablaban los que hablan”. Walt Whitman

           



Escuchando lo que se habla aprendemos a hablar…..y a callar. 
Las palabras a mi alrededor forman sonidos que son parte de mi entorno.  También están las palabras en mi interior, especie de conversación constante, con su sonido no emitido aunque real y presente.
Sin palabras no hay consciencia de la experiencia ni posibilidad de memoria, dijo Aldous Huxley.  El lenguaje es pensamiento, afirma Heidegger.  Existe, sin embargo, un pensamiento previo a la palabra. 
Un concierto de Grieg, a plena orquesta, surge del silencio que lo rodea.  En el Va Pensiero de Verdi las palabras, entrecortadas, forman sonidos como si fueran latidos, luego la melodía se suelta en vuelo, siempre entre silencios.  También la gran pintura está llena de esa presencia del silencio.  Tanto se ha dicho de la Mona Lisa y ella nos sigue mirando en silencio delatando la banalidad de tanta palabra. Turner nos ofrece sus paisajes como tumultuosos torbellinos dentro de un marco de silencio. 
Del silencio también surge la palabra.  En el Yo y Tu de Martín Buber se da todo el contenido de estas dos diminutas sílabas y Paul Celan, al escribir  “En los ríos, al norte del futuro”, usa las palabras sin su lógica habitual evocando en nosotros experiencias inarticuladas, apenas sospechadas. 
La palabra escrita es fuertísima, en los libros nos trasporta a través del tiempo y del espacio.  ¡En los Diálogos de Platón las preguntas de Sócrates nos interpelan con su ironía desde hace 24 siglos!
 “Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios”, así comienza el Evangelio de San Juan.
Hagamos silencio.




                                                                                     Lydia Zubizarreta



            

Wonder (María Teresita Suriani)





Siempre me gustó el verbo en inglés 'to wonder'.
 Es el preguntarse a uno mismo algo, que en castellano suena bastante más largo.
Soy yo haciéndome una pregunta a mí misma. También me impresiona este desdoblamiento de la persona, que puede hablar-se, mirar-se, preguntar-se, y el hecho de que nunca nos conocemos a fondo, y que de adentro pueden salir cosas inesperadas.
Creo que siempre me gustó este verbo tanto porque me atiborro de preguntas constantemente como por esa canción de Fool's Garden que dice: I wonder how, I wonder why. Yesterday you told me about the blue blue sky. 
La palabra wonder también significa admiración, maravilla, milagro.
Y qué maravilla es el poder preguntarse. Mirar para adentro y disparar con signos de pregunta tratando de entendernos con ese yo interno, que no es otro que yo, que a veces habla otro idioma que nos cuesta descifrar. 
Los wonders pueden ser también un dolor de cabeza, una adicción,
Está la tentación de quedarse en la pregunta sin respuesta, en el código indescifrado. 
Hasta ahora mi vida fue un gran wondering, tanto en el sentido de la pregunta como de la maravilla. Y a veces dan ganas de vaciarse un poco y disfrutar el viaje. 
Hace unos días leí una historieta sobre el ejercicio de correr. El que escribía contaba de su experiencia corriendo: lo que lo motivaba, lo que hacía que no se rindiera ante el cansancio y la fortaleza interior que obtenía al superarse a sí mismo.
En un momento habla de una experiencia corriendo en Japón, con unas abejas mortales persiguiéndolo y una tormenta eléctrica en ciernes y la sensación increíble de estar vivo. 
Corre para alcanzar claridad. Corre para dejar atrás miedos, complejos y arrepentimientos.
Corre para dejar de preguntarse un rato y simplemente liberar.
De vez en cuando está bueno: correr, sentir, descansar la cabeza.
Aunque mis preguntas estén siempre, pisándome los talones…

Teresita Suriani

domingo, 11 de agosto de 2013

Wonder (María Sol Rufiner)





Siempre amé esta pequeña palabra desde el día que la conocí. La ví escondida en traje de super-heroína detrás de una amazona que  aunque usara anteojos de día otra veces era la Mujer Maravilla


Así aprendí que Wonder en Ingles es Maravilla, pero todavía la palabra no me había mostrado hasta donde su paradójico potencial mi vida alcanzaría.



Pasaron los años y me encontré con un caminante que me enseño que su oficio venía de Wonder, así aprendí otro signficado de wonder que era preguntarse.


 Pasaron los años otra vez y apareció un viejo y sonriente señor ingles que me dijo: Wonder is to wond at the World y así ví que wonder es tambien maravillarse.


 Tanto me entusiasmo esta palabra que decidí volverme yo misma una amante de las maravillas que se pregunta y se asombra al caminar así es como terminé por hacerme una Wonderer myself.




María Sol Rufiner

Wishing (Joaquín Cuevillas)

Luis Seoane, Tres soles de Galicia
http://arelarte.blogspot.com.ar/2010/03/en-el-centenario-de-luis-seoane.html (Ilust. blog)




Hoy que la casa
se llene de risas.
Hoy que se abran
las puertas y ventanas,
que entren las golondrinas,
el jilguero y el zorzal.

No quiero más llanto ni
frías paredes que golpear
con mi mano desnuda.
Quiero la esperanza, la vida,
el sol en alto y el aire
fresco en mi pecho.

Aun cuando sé
que la noche se cierne
sobre mi pequeñez,
quiero todo esto.

En el dolor y el frío,
que la llama esperanzadora
brote en mi corazón oprimido,
que huyan las sombras,
que haya luz, que haya sentido.


Joaquín Cuevillas




sábado, 10 de agosto de 2013

Windsurf (Martín Susnik)






Que el agua es esencial para la vida lo sabemos bien desde mucho antes de la genial ocurrencia de Tales. Que así mismo puede obstaculizar la supervivencia también lo sabemos, si no pregúntenle a los que no tuvieron la posibilidad de acompañar a Noé. También sabemos que necesitamos del aire, pero no dejamos de temerle cuando éste arremete con esa velocidad y esa furia que, lejos de la simpática brisa, lo transforma en viento o algo peor.
Confieso que, en lo personal, el viento no ha llegado a quitarme el sueño, si bien entiendo que esconde en sí algo sublime. A lo sumo, me cuido de que el viento no me resfríe en esos días en que anda medio traicionero. Tampoco le temo al agua. Incluso dejo que me enjuague de vez en cuando, no sólo por razones de higiene, sino a veces incluso por divertimento, especialmente en verano. Pero si tengo que trasladarme de un punto del espacio a otro y no hay viento ni demasiada agua, mejor. Es como si los relacionara instintivamente con la noción de obstáculos.
Sin embargo, hay gente que sabe encontrarle otra vuelta a las cosas. Si por ejemplo yo me encontrara rodeado de agua y viento, y alguien me arrimara una tabla, posiblemente me limitaría a hacer uso de ella para descansar un poco en mi intento de mantenerme a flote. Me imagino ensayando una ridícula versión de estilo pseudo-crawl, tirado boja abajo sobre la tabla y manoteando unas infantiles brazadas a sus costados. Y si además me arrojaran un palo y una tela, posiblemente caería en la risible tentación de usar superfluamente el palo como remo y la tela para cubrirme y ampararme del frío y del resfrío. Pero, como decía, hay gente que es más piola.
A alguno se le ocurrió alguna vez incrustar el palo en la tabla y atar a él la tela, convirtiéndola en vela. ¡Qué cosa genial el ser humano! Y lo que a mi falta de idoneidad hubiera resultado improductivo, reveló su lado útil. Y lo que a mi torpe relación con la naturaleza se mostraba como un obstáculo para el traslado, se manifestó en realidad como posibilidad misma de trasladarse, como elementos que la naturaleza brinda para que uno pueda contar y apoyarse en ellos en diálogo fecundo. ¡Qué cosa genial también el mundo!
No sólo eso. Esa manera de moverse de un lado a otro aprovechando el agua, el viento y la creatividad, que debe haber nacido bajo la necesidad supongo, llegó luego a adquirir un carácter lúdico y estético, que convierte el esfuerzo en algo regocijante. ¡Curiosa maravilla!

Reconocer el punto de apoyo en lo que parecía un obstáculo, descubrir que lo parecía molestar puede ser visto como medio de progreso, convertir la dificultad en un factor a favor, transformar la mera necesidad en belleza, aprender a jugar con el entorno, cansarse con eso y regocijarse en eso… Hay algo de existencial en todo este asunto. Quizás valga le pena pensarlo.
O quizás la metáfora sea demasiado berreta.


Martín Susnik



Wi-fi (Héctor Makishi)

Mc Ishi, Wi-fi colapsando 





Hace un tiempo ya,
que mi receptor de señal,
anda fallando.

Increíblemente,
mi mundo se ha achicado y
no hay colores que impacten
mi retina.

Hace un tiempo ya,
que es necesario formatear
mi vida y eliminar unos
cuantos virus que
colapsaron mi sistema.

Adiós.


Héctor Makishi

viernes, 9 de agosto de 2013

Whist (Maximiliano Hünicken Segura)


 Max Hünicken, Los naipes de Maquiavelo




Confrontados por el juego
que avizora los más bajos sentimientos,
El tirano del placer
reparte las dignidades
del oro y el silencio.


Amarrados a la codicia,
sustancia adictiva, se corroen
las efigies de nuestra natural ignominia.


Y tan sólo un comodín
será el arcano de nuestras ambiciones,
ironizando con los vicios y rencores.


Que sea de virtud o astucia,
la baraja del tiempo;
Maquiavelo nos conmina
y el optimismo de Leibniz  nos exhorta:
El whist  es  la  derrota.



Maximiliano Hünicken Segura

Whiskería (Alexander Vórtice)


Alexander Vortice, Whiskeria





Nadie lo supo porque mi lengua
no quiso asimilar las palabras
ni los hechos.

Cualquier decisión es aconsejable
para el hombre que sonríe gracias al tintineo
de un crepúsculo mejorado por los dedos
de un dios venido a menos.

En la whiskería del averno
las hadas piden guerra y los diablos
solicitan cruces de fuego eterno,
fuego que aminore las ganas
que posee mi cuerpo por ser devorado
a causa de la maldición que alguien
olvidó frente a mi mucosidad
de sonetos.

Las hadas piden guerra
y yo pido incienso…



                                                                                                                 A. Vórtice

jueves, 8 de agosto de 2013

Whisky (Estanislao Zuzek)


http://www.solostocks.com/venta-productos/decoracion-pared/




            Acabo de descubrir el significado etimológico de la palabra inglesa whisky, proveniente del gaëlico uisce beatha que quiere decir agua de vida. Su equivalente escandinavo es el aquavit o akvavit, del latin aqua vitae. En ruso vodkaagüita. Por otra parte, intenté encontrar algún parentesco entre el gaëlico beatha y nuestros beato o beatitud. Beatus en latin significa entre otras cosas: feliz, bienaventurado – ¿no es eso, acaso, justamente  lo que distingue a La vida?

            Whisky parece una palabra mágica que confiere status. Más aún, si a la misma le viene asociada alguna marca de allende los mares y publicitada en los medios audiovisuales de acá como “lo más”. Al estilo de que el que lo saborea asiduamente – y con ‘clase’ –  es porque tiene acceso a todo lo que el mundo ‘chic’ y consumista considera como expresión de felicidad: poder, mansiones, autos de alta gama, mujeres hermosas… En fin: éxito en todos los frentes, ¿no? ¡Qué sencilla, fácil la TV!  Entonces, ¿Es ésta la cuestión: Consumir para ser… o ser para consumir?

            Ahora, ya no. Pero antes, cuando se era joven o no tanto, en los agasajos, vuelos en avión o viajes en ómnibus de larga distancia de categoría “superior” u otros eventos sociales uno optaba con mucha predilección por la copa de whisky que se le ofrecía de entre varias opciones sobre la bandeja. Sonaba a cierto grado de distinción, ¿no?, y ¿quién se puede sustraer a eso que, finalmente, halaga al ego? Por otra parte, especialmente en reuniones de cierto prestigio, se convidaba con whiskies de marcas de mucho renombre, ¿se podía no optar por aquello de tamaña calidad y precio, eh?

            Uno termina como conocedor de ese mundo de los varios cereales y del agua de los distintos lugares de origen y, no en último término, del proceso empleado para su elaboración y, de ser posible, de alguno de sus secretitos. También para degustarlo hay que respetar ciertos detalles como por ejemplo que el agua provenga del mismo origen… Todo un culto, pues, de iniciados; conducente a la tan ansiada distensión que todos en algún momento necesitamos. Poner la mente en blanco y dejar de lado las preocupaciones y volver a ser libres – aunque sea por un rato. Ese sería el caso de los que saben gozarlo de verdad y en la medida justa, con moderación. Solos o compartiendo whisky con amigos  - digamos -  en comunión “espirituosa”,  para cultivar la amistad… de espíritu a espíritu… darse y recibir, dialogar. Lo cual predispone para vivir momentos hermosos y, por consiguiente, trascendentes.

            Naturalmente, no siempre es así. A menudo se incurre en excesos de consumo y, de ahí en más, las situaciones más bochornosas y desagradables puedan ser imaginadas. La libertad cede lugar a la esclavitud del vicio y la dignidad de la persona se esfuma… Para ser ecuánimes, esto vale no sólo para el whisky sino para toda bebida alcohólica, cuando es consumida con desmesura. Depende de uno, pues.

            Al presente, las amistades que recibimos en casa suelen optar por otras bebidas, y no necesariamente alcohólicas, para compartir el rato con nosotros; por ahí piden agua, que acá en Bariloche suele ser rica. Y las bebidas fuertes pasan por desatendidas. Tan es así que, frecuentemente, largo rato después de haberse retirado la visita, tomo nota que convidarla con un whisky “on the rock” o algo por el estilo… ¡ni se me ocurrió! Obviamente, debo no-pertenecer al grupo de los entusiastas cultores del whisky. ¡Que los desengañados me lo perdonen! De mi parte, les deseo de corazón que puedan seguir disfrutando  - con la templanza del caso - de ese licor de cereales de origen nórdico en la medida que con ello maticen y “endulcen” su propia vida y la de sus relaciones para que, solidaridad de por medio, todos gocemos de mayor armonía y felicidad. ¡Salud!

Estanislao Zuzek

Westerns (Raúl Lavalle)





AQUELLOS GLORIOSOS WESTERNS

Las series y películas que más me gustaban eran las de cowboys. Después surgió la palabra western, como otra forma de designarlas. Incluso aparecieron italianos, ambientados en América. Se los llamaba spaghetti westerns. Todavía hoy pasan Bonanza. Mi serie de vaqueros favorita se llamaba Bronco, cuyo héroe era Bronco Layne, protagonizada por Ty Hardin. Me gusta oír el tema musical de la misma, que empezaba: “Bronco, Bronco, tearin’ across the Texas plain. / Bronco, Bronco, Bronco Layne.”
Casi todos los chicos jugábamos a los cowboys. Las jugueterías vendían cartucheras, revólveres de juguete, estrellas de comisarios. El caballo era una escoba. Tiempo atrás, cuando no existía Internet, sugerí una vez en casa ver la película A la hora señalada, uno de los mayores clásicos del género. Mi moción fue rechazada de plano: preferían ver ¡Hola, Susana! En fin… había que amoldarse a los tiempos. Los héroes del Far West devinieron parroquianos de cantina. Me fui al comedor, prendí el centro musical y escuché al menos la canción en la voz de Tex Ritter:

Do not forsake me, oh, my darlin’,
On this, our wedding day.
Do not forsake me, oh, my darlin’,
Wait; wait alone.
I do not know what fate awaits me.
I only know I must be brave.
For I must face a man who hates me,
Or lie a coward, a craven coward;
Or lie a coward in my grave.


Sin dudas yo también había quedado solo ante el peligro en la noche profunda.



Raúl Lavalle

miércoles, 7 de agosto de 2013

Waykuna: Cocinar (Marisa Mosto)






Una sopa de palabras que son pensamientos

En el diccionario quechua español figura  la palabra cocinar: “waykuna”. Me llamó la atención que la primera sílaba,”way” se repite en otras entradas aparentemente desvinculadas de la acción de cocinar:

Waylluy: Amar con ternura y devoción
Wayna:
Joven enamorado
Waynakay:
Juventud
Wayra: Viento

Pero si meditamos en ellas un momento  pueden revelarnos su parentesco. Descubrimos allí hilvanando las palabras, una intuición que se repite: la vinculación del gesto de trabajar para alimentar, de servir a la vida, con la ternura del amor, la juventud, la irradiación o fecundidad. Y si nos abrimos a la analogía entre el viento y el espíritu es también una irradiación de fecundidad espiritual.

Nos ponemos a cocinar. Tenemos por un lado ingredientes  limitados en casa y por el otro  la  familia o los amigos que esperan en nosotros. Tenemos hambre, dones, imaginación. Y ganas de que el maravilloso acontecimiento de poder “saciar el hambre” sea vivido como una fiesta. La cocina es un gran arte. Vital y efímero. Generoso y humilde. Sabe de su fugacidad pero entrega lo mejor de sí a ese instante aunque grave, pasajero.
Cocinar para la gente que uno ama  es símbolo de toda una actitud vital. Intentar sacar “lo mejor  de aquello con lo que se cuenta” para sumar a una fiesta. Es expresar el amor en un gesto sencillo, concreto, impostergable, necesario y gratuito a la vez. Amar con ternura y devoción.  Pensar en el otro.  En el que está ahí enfrente con  su realidad única, original. Desplegar una actitud empática. Advertir sus necesidades y sus gustos y nuestras posibilidades. Cuidar, agasajando y gozar de ello.
La cocina es un lenguaje  del amor. Un modo de  confirmar en la existencia a la comunidad a la que uno pertenece. Un “sí” que enriquece la vida del otro al mismo tiempo que  la propia.
De amor joven. El amor solo puede ser joven. Es entusiasmo y atención  al detalle, a la novedad que trae el presente.

La figura del Banquete es una figura puente en el cristianismo. Materia y espíritu, natural y sobrenatural. Dios  se presenta como  cocinero, anfitrión. Da lo mejor de sí:  a sí mismo como  alimento  en la Eucaristía. Y nos invita como amados al Banquete de Bodas, (¡A las bodas consigo!), imagen del Reino.

La fiesta del Banquete es un encuentro personal y a la vez liturgia cósmica: los dones de la tierra celebran la vida en comunión.
Desde lo profundo de nuestra naturaleza empuja el deseo de sazonar con nuestro color propio la celebración de la vida.
En el corazón de todo hombre resuena la súplica de Babette
¡Déjenme dar lo mejor de mí misma!
¡Déjenme aportar lo mejor de mí misma en el banquete de la vida!

Tal deseo es el que “obra” el que disfruta de cocinar.
Y se lo comen... y se acabó. En fin, en la vida tal como la conocemos, todo se acaba.

Marisa Mosto