viernes, 25 de octubre de 2013

Yuyo verde (Raúl Lavalle)



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      Las más de las veces decir “yuyo verde” es un poco excesivo, porque ellos son más lozanos que las plantas sembradas y cuidadas por nosotros. No los afecta la sequía y ni el Rey Salomón ni la Reina de Saba usaron atuendos tan lindos. Esopo decía que la tierra es la madre de los yuyos; en cambio, de las legumbres y cultivos es la madrastra. Sus flores también son de varios colores. Muchos son curativos y alegran el gusto de nuestro mate y de nuestro té. Mi mejor alumna de todos los tiempos se llamaba Mariela. Era uruguaya y llevaba el termo a clase. Como teníamos hasta las once de la noche, sus mates, mezclados con una yerba llamada brujito, nos mantenían despiertos y atentos. El tango dice que nos engualichan:

      Nena,
      dame un beso aquí en los labios
      y que borre aquel agravio
      que tu boca me mintió.
      Esta noche tengo celos
      y al decirte que te quiero
      siento tuyo el corazón.

       Además contradicen las severas leyes económicas. Estas afirman que, salvo muy pocas excepciones, lo mejor es más caro. Para mi gusto ni la rosa, flor que enseña como ninguna otra el paso del tiempo, ni el clavel ni el tulipán se comparan con la flor de cardo, que salvó a los escoceses, nos da la miel y alegra la vista. Sé que muchos dirán que me equivoco, pero nunca me voy a olvidar de aquel día que llevé a pasear a mis hijos (muy niños entonces) por el parque al lado del arroyo, en Miramar. Anduvieron corriendo una hora, mientras yo pescaba chanchitas, y volvieron con un manojo de flores de campo y me llenaron de besos.


Raúl Lavalle

2 comentarios:

  1. ¡Qué lindo Raúl! Todos esos recuerdos tuyos son también como un manojo de flores sencillas que venís a regalarnos.

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  2. Ay, ay, cuánta razón tenés, Raul. Qué fuerza y vitalidad tienen los yuyos... recién hago un paréntesis en el trabajo de jardinera y estoy luchando contra ellos. Ahora los miro con más cariño y voy a tratar de sucumbir a sus encantos. Los dientes de león ya me ganaron por cansancio y aprecio cuando sus flores amarillas pintan todo el pasto.
    Acá hay otros que se llaman "lechuga del minero" que hasta antes los comíamos en las ensaladas! Voy a ver si vuelvo a las buenas costumbres y mañana preparo una!

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