jueves, 20 de junio de 2013

Unidad (Óscar Gomez Salmerón)






Como tantas veces, cierro los ojos. Tan sólo corre un instante y entonces allí aparecen las luces, iluminando el camino misterioso. A veces reconozco el lugar, a veces no, pero sigo adelante, hacia un no sé qué.
Son mis sueños.

En los sueños no hay un argumento fijo, ni un guión conocido, eso es algo maravilloso. Nada mejor que ese mundo etéreo, impredecible e inmanejable, para vivir fantasías. Allí nos sumergimos en una película alocada, en donde flotan nuestros desvelos y se confunden realidades y mentiras, muchas veces favorables, otras no.
Es en ese lugar de descanso donde alcanzamos amores imposibles, reencontramos a nuestros seres queridos, somos el deportista del año, el héroe de la película, vencemos al enemigo, volamos hacia el infinito. Y cuando, sumidos en esa quimera aleatoria y fantástica, pareciera acercarse el final, el sueño se evapora y despertamos de golpe, chocando con la realidad que nos desilusiona o nos alivia. Otras veces, en ese mismo instante, el sueño cambiará su destino y nos abrirá la puerta hacia otra historia. Pareciera que, reconociendo el término de nuestra aventura, nuestro subconsciente evitara avanzar, defendiéndonos de los sinsabores de la derrota o de un triunfo que nos sería imposible en la vida real.

Ayer soñé con un país unido, con gobernantes nobles, padres y adolescentes respetuosos, sin corrupción ni miseria. No hubo final, ni cambió la historia. Sigo soñando.



Oscar Gómez Salmerón

2 comentarios:

  1. Me gustó Oscar, tu descripción de esa especie de zona liberada que ocupan los sueños donde desfilan las ilusiones y miedos personales.
    Me asombra el mundo de los sueños. Es como si lleváramos a alguien dentro nuestro que intenta comunicarse, decirnos algo y luego se escabulle.
    Es muy extraña esa dualidad.
    Nunca me pasó soñar (dormida) con una Argentina diferente. ¿Será que mi subconsciente tiró la toalla?

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  2. Qué fuerza tiene ese "Ayer soñé con un país unido"... es una frase que invita a la repetición continua, a mí me da la sensación que es como esos deseos que de repente tienen los chicos, más realistas por un lado (porque no están limitados por las frustraciones contingentes) pero más ingenuos por otro. Uno de afuera prefiere no profundizar mucho... mejor que se siga articulando, quién dice que a fuerza de repetirlo no se termina cumpliendo ¿no?

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