miércoles, 19 de junio de 2013

Único (Clemencia Campos)



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Cada vez que veo un hombre calvo me acuerdo de alguien que no está,
Que nunca conocí pero que me hubiera gustado conocer.
Lo veo espejado en recónditos espacios.
Lo veo en una montaña
Lo veo en un lago,
En la sopa,
En edificios,
En planos y papeles,
En cualquier viejito en una esquina.

La cocina, así dicen, era su carisma.
Y los viajes al sur, su pasión.

Lo veo, también, en un vino blanco y en una estaca,
Y en anteojos con olor a sepia en algún cajón.

Quisiera preguntarle qué sentía en la montaña
Qué sentía en las subidas, y qué en las bajadas.
Quisiera preguntarle qué le divertía del viento golpeándole en su nariz.
Quisiera saber qué piensa del vértigo,
Y de la ambición de más alto y más soledad.

Un  hombre al límite.
Un hombre sin límites.
Donde todo se puede.

Quizá por eso aguantó tan poco a la vida.
Quizá porque la sacudió tan repentinamente que la uso tanto que la gastó.
Quizá, porque entendió de qué se trataba y no le quedó más por entender.

Un hombre que no conocí, pero que aún está.
En un primo que quiere escalar, huir con una moto hecha pedazos, sin cacerolas ni plata.
En otro que dibuja y piensa que se va a quedar pelado como él,
En mi mamá insoportable que la inspiraba a maldades inocentes como pegarte piedritas en la pelada,
En un espíritu de aventura en más de uno,
En la paz de algunos que invita a disfrutar,
En  la languidez y flacura de mi hermano,
En  la rebeldía y locura de mi primo,
En los amantes del vino,
En la simpatía de quien ríe sin necesidad de comicidad,
En todos y en cada uno dejaste mucho.

Serán cuestión de genes, será cuestión de herencia.
Será, quizá, tu cercanía en la lejanía.

Un recuerdo de alguien que no conocí pero me hubiera gustado conocer.
Sé de sus cuentos, de su vida y tan parecida a la mía y mi familia.
Sé del viejito que le decía a mi abuela “dejá de pensar tanto y disfrutá”,
Se de mi abuelo,
Se de Patricio.


Estará quien sabe dónde,
Ojalá haya un Cielo,
Un Cielo donde haya amantes de las sopas.
Y sino esperanos,
Que algún día tomaremos sopa juntos.

Clemencia Campos
15/05/2013



4 comentarios:

  1. Uyy clemen, me encantó. Que lindas imágenes y que personaje parece que era tu abuelo, inspirador. Me dieron ganas de agarrar una moto destartalada y sin plata huir, no?
    Me gustó también este entender la muerte como una suerte de otra aventura, porque esta ya le quedó chica, las gastó toda, y que lindo vivir con esa sensación de que se le saca el jugo a la vida.
    Me acordé de un hermano de una amiga que murió en una de sus tantas travesuras y todos decían que esa, si bien una tragedia, había sido la última travesura y que en pocos años había llenado su vida de alegría y de aventuras y que lindo morir como se vivió, que nunca se apague la llama.
    Me encantó la poesía final con sopa incluida!
    beso

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  2. ¡Qué gran homenaje Clemencia! ¡Qué maravillosa personalidad debe haber tenido tu abuelo para conquistar tanta presencia en sus vidas! Este texto debería haber estado precedido de una foto suya (aunque sea al costadito como la de Makishi). Me encantaría poder ponerle una cara a este perfil lleno de imágenes tan coloridas y heterogéneas. Ahora veo que tu abuelo está de algún modo en todos tus escritos.
    Y a través tuyo me dice a mí también "dejá de pensar tanto y disfrutá"
    Espero que algún día, en alguna dimensión desconocida me lo presentes y charlemos los tres aunque sea un ratito. Me pase recetas, hagamos un chin-chin con una buena copa de vino y soñemos una ida en moto por la ruta 40, del Chaltén para arriba. En verano, por supuesto.

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  3. Que lindo Clemencia! Me encantó conocer a treves de tus palabras a una persona especial, que sin lugar a dudas vivía la vida como todos deberíamos hacerlo: con intensidad , alegría y entrega.
    Gracias

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  4. Memennnnnn! q lindo!!! cuantos sentimientos compartidos!, como se nos fue ese loco lindo! abuelo divertido!, q tarde llegamos...aunque tenes razon,esta en todos nosotros!
    gracias primus me encanto!
    besooooooo
    Cande

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