jueves, 11 de julio de 2013

Vereda (Marisa Mosto)




Marc Chagall, Sobre el pueblo






Las veredas de ladrillos rotos, irregulares, surcados de moho, son un viaje que me lleva instantáneamente a la infancia.

A esas siestas de verano en el pueblo de Ramallo. Un silencio de muerte suspendido en el aire. La calle desierta, inmóvil. El pueblo  por unas horas es  un escenario vacío, una  escultura, una maqueta. Las puertas se cierran, los vecinos se acuartelan en sus casas. Una tregua, un respiro, un refugio íntimo, un paréntesis provisional  a las  miradas molestas. Las murmuraciones se acallan, se interrumpen las sospechas.

Un vallado en el tiempo.

Los adultos se retiran, nos dan  la espalda. Guardan para sí sus caras largas de insatisfacción cansada, hostilidad y fría indiferencia. Hacen un alto al fuego y sólo nos exigen silencio en  casa.

Nosotros aprovechamos ese oasis lleno de luz  del tiempo liberado.

Saltar del zaguán a la vereda.
Mi bicicleta naranja, pedalea  veloz, barro, arroyo, libertad. El moho brilla bajo el sol y sonríe. Las grietas de los ladrillos susurran a mi oído palabras tiernas.  Me abraza cálido el silencio. La soledad se llena de estrellas.

Las veredas de ladrillos surcados de moho son un viaje a  una  vida amigable y generosa que late tras la apariencia.


Marisa Mosto

9 comentarios:

  1. "Las veredas de ladrillos surcados de moho son un viaje a una vida amigable y generosa que late tras la apariencia".

    Vistas de esta manera, las veredas son algo así como la posibilidad de la metafísica. Tienen algo de fronterizo, de lindero... Pero también de lugar de tránsito, con todo el peso del prefijo trans-.

    ¿Fenómeno y fundamento? ¿La vida late tras la apariencia o en la apariencia?

    Pep Comas





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    1. Josi, por "apariencia" apuntaba a esa vida esclerosada, a ese guión forzado o rutina cuyas leyes se hallan bajo control en que "los adultos" habían transformado su incapacidad y su deserción. Una especie de "velo" que es también un escudo. Mas tarde lo he podido reconocer en múltiples figuras.

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  2. Qué lindo relato y recuerdo Marisa. Me hizo acordar al otro de cuando se disfrazaban de los beatles y daban vueltas por la plaza! Otra vez el "tiempo liberado" lleno de luz. ¿Porqué parecería que sólo en la niñez accedemos a esa vida que rebosa? Cuando somos grandes la tónica es distinta, por más pleno que sea el momento.
    En la línea de lo que dice Josep, me pregunto si no será que justamente de grandes siempre miramos más allá de todo en lugar de sumergimos como los chicos en lo que es ahí y ahora y ésto y nada más que ésto. Lo de urdimbre y trama del mismo tejido tal vez apuntaba a eso también, ahora pienso.
    También me gustó eso de verle lo positivo a las veredas rotas, con lo que todo el mundo se queja con una letanía interminable e insoportable!

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  3. MUY BUENO. ESTA PARTE ME GUSTO:
    Un vallado en el tiempo.

    Los adultos se retiran, nos dan la espalda. Guardan para sí sus caras largas de insatisfacción cansada, hostilidad y fría indiferencia. Hacen un alto al fuego y sólo nos exigen silencio en casa.


    MAX H.

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    1. ¿Vos sabés Max que cuando publiqué la entrada me di cuenta de que el escrito tenía forma de quiasmo?
      A B C D C B A
      En el cual los B y los C señalan contenidos opuestos.
      El párrafo D que es el que vos mencionás, se encuentra en el medio del quiasmo lo cual significa que es determinante del movimiento que se está describiendo.
      Y era así, era esencial que los adultos se retiraran, que se llevaran a otro lado su "actitud vital" para dar rienda suelta a la nuestra.
      Me sorprendió cómo mi alma ordenó ese recuerdo en forma de quiasmo... y vos reconociste el centro.

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    2. Adquiero cultura: quiasmo es un concepto nuevo para mi, aunque reflexionando noto que aparece en ocasiones esa forma de pensamiento. Qué interesante el recorrido del pensamiento.

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  4. Pensé en una reminiscencia de la infancia, pero no. Aquellos que tuvimos la suerte de vivirla en algún pueblito olvidado y cansino, recordamos muchísimas cosas, y no en forma imprecisa. Esa vereda rota convive con nosotros a diario, porque forma parte inolvidable y latente de nuestra felicidad. La inmensa felicidad que prodigan esos espacios abiertos,con caminos polvorientos, el campo allí nomás y algún arroyito fugitivo. Y la bicicleta aliada de esa niñez sin problemas, a pesar del hastío pueblerino de los adultos. Lindos tus recuerdos, Marisa.

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  5. Marisa, ¡un poco tarde pero seguro!
    Gracias por tu texto. Efectivamente, de niño la vereda también para mí ha representado un terreno complejo en el que una libertad nueva se topaba con las asechanzas de lo desconocido.

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  6. Marisa! Como siempre, una descripción muy atenta, sensible, y precisa. Hoy Ramallo no está tan dormido por la tarde, hay mucha moto.
    Hermoso tu escrito, hermoso Ramallo, hermosa tu infancia llena de libertad.

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