miércoles, 13 de junio de 2012

Kiosko (Estanislao Zuzek)

               

En todas las familias de varios hijos, alguien es el primero en casarse y, en general, el primero en enriquecer a sus padres con un nieto y, paralelamente, a los hermanos y hermanas con el sobrino o la sobrina, según corresponda. ¡Y gran novedad en la familia! – De repente, todo gira en torno a esa maravillosa criaturita, que si duerme y deja dormir, si come bien, qué sucede al bañarla, las gracias que hace, etc. En la actualidad eso se complementa con todo tipo de recursos que brinda la informática mancomunada con internet – todo al instante. La criatura del caso protagonizó alguna ‘hazaña’… y al ratito toda la gran familia ya está gozando del video que los orgullosos padres les hicieron llegar por el cyberespacio. Antes, la distancia física imponía una cierta restricción a la celeridad de comunicaciòn e intercambio de información al respecto. Alguna que otra llamada telefónica. Por correo llegaban fotografías, de esas que partían de un negativo en celuloide, revelado en comercios especializados y transpuesto luego a positivo sobre papel fotosensible… en fin, todo un arte que implicaba tiempo y demora. Primero fotos en blanco y negro. Luego, a medida que el costo lo hacía accesible, íbamos entrando en fotografía color, sobre papel o en diapositivas. Las últimas proyectadas sobre pantalla grande, ¡ah, qué maravilla! Ahora la criatura del caso brillaba en “tamaño baño”. Luego las películas “súper 8” o grabaciones sonoras. Pero, no estaban en carne y hueso. Las visitas –  espaciadas, cuando venían de lejos - eran, pues, cosa mayor. ¡Una fiesta, siempre!

                Ese primer hermano casado se radicó lejos, en el interior de la provincia como a trescientos kilómetros y, por consiguiente, no nos veíamos muy seguido. Al cabo de un año y pico les llegó la primer hijita; es decir… para nosotros la primer sobrinita. Toda vez que nos visitaban, los flamantes tíos competíamos y nos desvivíamos en atenderla a la princesita, tan despierta, con ‘todas las antenas desplegadas’. En fin, ¡tan compradora!

                Se encontraban de visita. Tendría algo más de un año y medio. Ya ‘hablaba’ como para darse a entender bien. Estábamos solos en el living. Me tomó de un dedo de la mano y me hizo caminar. Me llevó hacia la puerta principal. Abrí, salimos al jardín y encaró directamente hacia la puerta de calle. Juntos la abrimos y ¿ahora qué? Opté por “seguirle la corriente”, a ver qué iba a pasar. Caminamos por la vereda hasta la esquina. Doblamos y seguimos caminando a lo largo de toda esa cuadra, hasta la otra esquina. Ahí, siempre tirándome del dedo de mi mano izquierda, nos hizo cruzar la calle y, luego, rodeando la ochava quedamos frente al kiosko - de ésos clàsicos, con la ventana de expendio hacia la calle - de ‘nuestros’ diarieros, dos hermanos mayores y muy serviciales. Nos paramos ahí. Me pidió: “¡Upa!”. La alcé de la forma habitual, que mirara por encima de mi hombro, para atrás. Enseguida se dio vuelta hacia el kiosko y, mirándome con sus ojitos tan compradores, apuntó con el dedó a la vitrina: “¡Melo!”. Quería caramelos. Por supuesto que el tío la complació, pues se lo merecía. Quedé sorprendido por lo decidido de su proceder y también por lo bien que conocía la ruta para llegar hasta el kiosko como fuente de provisión de golosinas. Evidentemente, alguno de mis hermanos ya la habría ‘avispado’ con anterioridad sobre el particular.

                Lo curioso es que, a pesar de habérseme grabado ese suceso en forma casi indeleble,  no recuerdo ningún detalle sobre qué le he comprado y menos aun con qué, puesto que, razonándolo ahora y retrospectivamente, habríamos salido a la calle encontrándome yo “de entrecasa” y casi seguramente sin un peso encima. Por consiguiente, me imagino que probablemente le habré comprado alguna golosina a cuenta y se la pagaría más tarde al kioskero. Todo para quedar bien con la sobrinita y para ver cómo reaccionaba. Y eso vale, ¿no?

Estanislao Zuzek

4 comentarios:

  1. ¡Qué linda historia Estanislao! Una muestra irrefutable de que "el bien nos mueve por atracción" y que la atracción del bien despierta nuestras capacidades y las agudiza. jajaja
    ¡Qué pícara su sobrinita! Ya sabía bien lo que quería y cómo lograrlo desde chiquita.

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  2. ¡Una maravilla, me encantó la anécdota y tu forma de contarla, querido Stane! Y, desde luego, ¡una maravilla tu sobrina! jajaja, qué clara la tenía. Muy acertado el comentario de Marisa...

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  3. Marisa y Martin,¡gracias por sus comentarios!

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  4. Qué bueno Estanislao! Además de la anécdota tan divertida, resaltás una de las mejores cosas del nuevo mundo de la virtualidad. Ahora no es tanto lo que uno se pierde cuando está lejos. Puede seguir los crecimientos día a día y en el caso de una amiga mía que vive en Aspen hace poco me hizo un tour-notebook-skyp por su casa en el medio del bosque! Yo desde acá la iba recorriendo haciendo los comentarios típicos de cuando uno conoce una nueva casa.

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