jueves, 20 de septiembre de 2012

Misterio del mal (Federico Caivano)

 
Raquel Forner, Astrominotauro Laberinto (Ilust.blog)




El mal es una ausencia, como el frío o la oscuridad. Eso es por lo menos lo que se dice, pero yo siempre tuve mis dudas. Entiendo el razonamiento; si Dios es perfecto, no le falta nada, es el Bien, no tiene necesidad y por tanto todo lo que crea es don. Y como querer el mal sería una imperfección de su parte, todo lo que hace es bueno o tiene grados del bien participado. La Creación toda entonces es buena por el hecho de ser, porque es Dios el que da el Ser, aun cuando no sea perfecta como Dios mismo.

Ahora bien, hay personas que sufren de manera horripilante e inimaginable y Dios permite y hasta dispuso las cosas para que se dé esa situación (aun cuando es por culpa de la libertad de los hombres, Dios nos dio esa libertad). Una respuesta válida a esta inquietud es que Dios, aun siendo perfecto, no podría ser presa de su propia perfección (no poder ser imperfecto sería una imperfección), con lo cual, como sea su Voluntad es un misterio. Pero el punto es: ¿tiene sentido que esa gente sufra, sea inocente o no? ¿Puede haber un sentido para eso? Sobre todo en los inocentes: en lo absurdo de una vida que se apaga antes de alumbrar (por ejemplo, un embarazo perdido naturalmente, sin que nadie tenga la culpa) se muestra lo terriblemente injustificable e inentendible del mal.

El mal es una ausencia, sí, pero entonces es vacío por naturaleza. Por lo tanto, nos llama constantemente a llenarlo, a darle sentido, aunque sea inabarcable en potencia. Este llamado es incesante y siempre depende de nosotros cómo y cuándo responder. Su voz es el sufrimiento, el cual se podría definir como el reconocimiento (consciente, tematizado o inconsciente, vivido) de una ausencia (el mal), lo cual la hace bien presente, dejando insalvable el problema de su no-ser (podría definirse de otras maneras, pero me interesa aquí su relación con el mal). Porque cualquiera que haya perdido a alguien ha quien ha querido mucho sabe que el extrañar no es fruto de una ilusión; el hecho de que alguien no esté con nosotros es, y es a veces hasta desconsoladoramente real. Nuestra memoria, esa facultad de volver presente lo ausente (facultad suprasensible por lo tanto), es prueba de la patencia de la ausencia en nuestro contacto con la realidad. No creo del todo correcto entonces decir que el mal no es, así como tampoco decir que por eso mismo debería ser, como en algún sistema dualista.

Para la gente que sufre no nos queda más que tener las esperanzas de que en la otra vida estén infinitamente mejor. Mientras tanto, en esta vida, creo que lo que podemos hacer es no perder la vocación de tratar de evitar el mal, las injusticias. Sea una ausencia o no, nos pide que hagamos algo al respecto. Entiendo que para mejor resolver un problema hay que conocerlo primero, pero no corramos el riesgo de caer en discusiones bizantinas. El mal debe ser evitado; eso seguro.




Federico Caivano

6 comentarios:

  1. Creo que el tema del mal se "entiende" mejor si lo pensamos como des-orden. Un des-orden que se ha introducido en el orden.
    Entonces por ejemplo (y analógicamente), la salud sería el orden y la enfermedad el des-orden. El des-orden ejerce violencia sobre lo que naturalmente deseamos, es lo contrario al deseo. En este ejemplo el deseo es de vida y la enfermedad le es hostil. La violencia provoca el sufrimiento.

    ¿Por qué las cosas son así? No tengo idea. Y por lo que he podido averiguar la historia del pensamiento occidental no ha podido avanzar un ápice en la resolución del dilema planteado por Boecio en el siglo VI: "Si Deus est, unde mala? Bona, vero, unde si non est?”
    Por eso como vos bien decís, Fede, el origen del mal es un misterio. Quizás EL misterio. ¿Tendrá algún "sentido"? Sinceramente, espero que no.

    Y la única salida creo que no es teórica sino práctica: no sumar más desorden o como te gusta decir a vos no restar orden, no vulnerar el orden. Tratar a los demás según sus necesidades y parafraseando a Camus cuidarse de no respirarles muy cerca "no sea que le contagiemos la peste que todos llevamos dentro"



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  2. ¡Magnífico y crudo texto! Te sale el escrito así tal cual lo vas pensando, ¡y deja tantas preguntas!

    No tengo mucho para agregar a lo ya dicho, pero quiero destacar algo. Cuando decís "Una respuesta válida a esta inquietud es que Dios, aun siendo perfecto, no podría ser presa de su propia perfección (no poder ser imperfecto sería una imperfección), con lo cual, como sea su Voluntad es un misterio. Pero el punto es: ¿tiene sentido que esa gente sufra, sea inocente o no?" no puedo más que pensar en un Dios que se rebaja a la condición humana, en una "kénosis" que es "vaciamiento de sí", de su divinidad "alejada", para hacerse carne y acompañar al hombre que sufre, al punto de mostrarse herido, con el pecho abierto, sobre una cruz, quizá como un signo de esperanza, como una expresión de compañía divina. Porque el mal es siempre un poco menos mal cuando se vive acompañado...

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  3. Comparto esto último que decís, Guillo. Incluso a veces esa compañía introduce misteriosamente también, alegría en el sufrimiento y la fuerza para tomar distancia.

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  4. Hace unos dos años tenía por todos lados, papeles, agendas, etc. (justo ayer reencontré además) una frase de C.S. Lewis que ni siquiera se de qué libro es, que parecía consolarme del sentido del dolor y dice: "No creo que Dios quiera exactamente que seamos felices, quiere que seamos capaces de amar y de ser amados, quiere que maduremos, y yo sugiero que precisamente porque Dios nos ama nos concedió el don de sufrir; o por decirlo de otro modo: el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos; porque somos como bloques de piedra, a partir de los cuales el escultor poco a poco va formando la figura de un hombre, los golpes de su cincel que tanto daño nos hacen también nos hacen más perfectos." Supongo que suena muy linda y todo eso pero en realidad, y la luz de tu texto, no es de ningún consuelo, cuando uno sufre, pensar que eso nos está perfeccionando (vaya uno a saber cómo). Lo importante como decís es que, sea una ausencia o una presencia real, el mal está, las personas sufren, y me gustó tu llamado a más que discutir está claro que debemos evitarlo. Me encantó lo que decía de "el hecho de que alguien no esté con nosotros es, y es a veces hasta desconsoladoramente real" la ausencia es real, el vacío no es igual a nada, lo mismo paso con el mal, ausencia de algo o no, es real.

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    1. Teresita: para que te hagas una idea más completa del pensamiento de Lewis deberías leer "Una pena observada" que es un libro posterior a "El sentido del dolor" donde cuestiona todas sus conclusiones previas.
      ¡Perdón que opine tanto, Fede pero es un tema que siempre me preocupó! ¿Y a quién no? ¿No?

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    2. ¡Está muy bien! Tengo muy en cuenta sus comentarios y los agradezco. =D

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