Igmar Berman, Escenas de la vida
conyugal 1974 (Ilust.blog)
Abro los ojos. Es de noche, no me puedo dormir, hay algo que no me deja. ¿Qué será? Creo que es miedo, miedo de estar solo. Miedo de no poder compartir nunca mi vida con alguien más. Miedo de no reír junto con ella, miedo de no vivir en comunidad de dos, momentos de felicidad. No sé por qué me siento así. Miro al alrededor de mí y no encuentro respuestas. Arriba un techo que me tapa las estrellas, a los costados paredes que no me dejan ver más allá y me encierran. El lugar en el que estoy es pequeño, y se achica cada vez más. Sin embargo no es el cuarto lo que me agobia sino mis barreras mentales que no me dejan volar, no me dejan proyectar una vida más allá de tres metros a la redonda.
¿Pero por qué me siento así? Recuerdo que no
siempre estuve así. Hubo una época… Hace no mucho tiempo en que esos miedos no
me aterraban. Recuerdo... Era porque estabas conmigo, pero ¿dónde estás? ¿Quién
eras? Solía conocerte pero ya no te conozco. ¿Acaso yo me conozco? ¿Quién era
yo? ¿Quién soy yo? Lo único que sé es que lo que soy no me gusta. Aquí solo
acompañado por la soledad, donde solo y mal acompañado son lo mismo, no me
gusto. Quiero salir de aquí, quiero ser el que era. No tener más miedo, no
estar solo, crecer junto a vos. Pero no te encuentro, te perdí.
La angustia es agobiante, me desespera, intento
subsanarla con más y más actividades, con más poder, con más plata, y cada vez
estoy más solo. Ya nada me conmueve, nada me emociona… ¿Siento? Ya no siento
nada. Estoy vacío. Como la noche que me rodea.
Me vuelvo a preguntar, ¿qué no me deja dormir? Y
si, la soledad es la respuesta.
Pero… antes de cerrar los ojos para seguir
durmiendo con mis miedos encerrados en una falsedad exterior, siento algo.
Siento algo de calor al lado mío. Y te veo. Estabas aquí, durmiendo conmigo, a
mi lado. ¿Por qué no me avisaste? ¿Por qué no me tocaste? ¿Por qué no me
llamaste? ¿Por qué no me cuidaste? ¿Por qué no me salvaste? ¿Por qué me siento
tan solo? Estabas aquí… pero ya no estás conmigo.
Nico Balero Reche
¡Muy bueno Nico!
ResponderEliminarMuy triste y real. Porque por más que un aislamiento tan abismal sea una situación límite, solemos contentarnos a menudo con encuentros personales mucho más pobres de lo que nuestra naturaleza es capaz. Somos pusilánimes en ese rubro. ¿No?
Muy triste Nico. Pero la soledad no es para siempre, creo. O uno aprende a gustarse así solo, a no extrañar el yo pasado y mirar para delante.
ResponderEliminarMUY BUENO NICO!!!
ResponderEliminarESTA PARTE ME GUSTO:
La angustia es agobiante, me desespera, intento subsanarla con más y más actividades, con más poder, con más plata, y cada vez estoy más solo. Ya nada me conmueve, nada me emociona… ¿Siento? Ya no siento nada. Estoy vacío. Como la noche que me rodea.
Me vuelvo a preguntar, ¿qué no me deja dormir? Y
si, la soledad es la respuesta.
Pero… antes de cerrar los ojos para seguir durmiendo con mis miedos encerrados en una falsedad exterior, siento algo. Siento algo de calor al lado mío. Y te veo. Estabas aquí, durmiendo conmigo, a mi lado. ¿Por qué no me avisaste? ¿Por qué no me tocaste? ¿Por qué no me llamaste? ¿Por qué no me cuidaste? ¿Por qué no me salvaste? ¿Por qué me siento tan solo? Estabas aquí… pero ya no estás conmigo.
MAX HUNICKEN
Muy angustiante, pero se nota la sinceridad con que está escrito. Quién no ha tenido esas noches? O no las tiene? La mala conciencia de no llevarse bien con alguien cercano duele mucho! Gracias por compartir.
ResponderEliminarTe entiendo...alguna vez me sentí así. Pero cuanto menos lo pensé, mejor me fue.
ResponderEliminarbeso
Es la mejor descripción de lo que me pasa por las noches.
ResponderEliminarNo es la mejor descripción de lo que me pasa por las noches (?) pero comparto tu mirada ante la soledad. Que fuerte la frase “antes de cerrar los ojos para seguir durmiendo con mis miedos encerrados en una falsedad exterior” ¿será hora del cambio?
ResponderEliminar“Lindo” pesar y tristeza que sentís por la falta de ella, tu soledad. Pero todo tiene remedio..