Estancia Santa María de la Armonía, Cobo, Buenos Aires
“El silencio es capaz
de abrir un espacio interior en lo más íntimo de nosotros mismos
para que
allí habite Dios” (Benedicto XVI)
Esto me llevó a reflexionar sobre el silencio, ¿qué es? ¿Es
ausencia pura? ¿o acaso está cargado de una presencia que no percibimos? El
silencio me recuerda a la oscuridad, y no al vacío, por eso creo que no es
ausencia sino más bien presencia. Presencia de una verdad latente que no puede
ser encerrada en los límites de la palabra. Es una presencia que no vemos, como
en la oscuridad, hasta que por la luz alcanzamos a distinguir lo que allí
estaba. Tenemos que dejar que hable el silencio, porque en él puede
manifestarse la verdad.
En un mundo como el de hoy, en el que abunda el ruido y la
utilidad, no encontramos este espacio de silencio para contemplar. Nos movemos
con lo inmediato, y olvidamos la profundidad de lo real que pide nuestra
presencia para percibirlo.
Por el otro lado, creo que es en el silencio donde surge la
obra de arte. Cuando el hombre calla interiormente esas palabras que buscan
encerrarlo todo en un determinado sentido, puede dejar surgir esa interioridad
que habla en el silencio. Es ahí donde percibe lo profundo, donde la oscuridad
empieza a iluminarse y la realidad empieza a relucir en toda su belleza.
Lo bello de lo real se manifiesta en nuestro interior cuando
hacemos silencio interior a las preguntas de por qué el mal, por qué este modo
de darse en las cosas, por qué el día como lo vivimos hoy y así entramos en
contacto con lo que subyace en todo eso. Sólo así podremos responder a lo que
nos inquieta y moviliza de la realidad.
Y esta verdad no la podemos callar y así llegamos a la obra
de arte, que expresa lo que excede al lenguaje cotidiano. Y lo hace por medio
del color, la forma, el sonido, la poesía y la palabra, la expresión corporal.
Siguiendo en parte a Croce, la obra de arte se da en el
interior del artista, que luego lo expresa. Pero también puede darse en el
interior del receptor de la obra. Y, aun así, sigue siendo siempre expresión.
Cuando nos ponemos ante una obra de arte, nosotros también
necesitamos hacer silencio. Olvidarnos de que las posibles categorías en las
que comprendemos, y dejar que la obra hable en nuestro interior. Hemos de hacer
silencio para que se manifieste la belleza
de la verdad.
Mechi Palavecino
¡Qué bueno Mechi volverte a leer!
ResponderEliminarMe gusto mucho esa imagen de la "presencia que se esconde en el silencio" (sugiere la idea que en último análisis uno nunca esta solo...) y cómo el silencio es condición para la creación, en definitva, para el despliegue de la libertad.
La imagen ilustra muy bien esa soledad poblada a la que nos invita el silencio. Hace honor al nombre de la Estancia.
Hola Mechi, me queda picando un pregunta: ¿cómo lograr en armonía de estancia ese silencio interior que necesitamos para contemplar las obras del nuevo arte tecnológico, a veces lleno de ruido, colores, movimiento, y bombardeos continuos? Pienso que tal vez el silencio tenga que venir "post festum" o sea una vez terminada la película o el recital, pero seguramente haya un camino más esforzado de lograr silencio EN Y DURANTE el ruido.¿Se podrá?
ResponderEliminarMuy bueno Mechi.
ResponderEliminarEstuve leyendo un librito de Komar que se llama "El silencio en el mundo" Hay una parte donde dice "Sólo el silencio podría devolver al sonido su poder, los que tienen necesidad de la música, exigen silencio" que es una frase del músico Gianandrea Gavazzeni.
Está muy en linea con tu reflexión.
Me quedé pensando en el silencio del artista, un silencio necesario que engendra.
José Manuel.
Que lindo final Mechi.
ResponderEliminarMe encantó la ternura con la que intentas hablar del silencio. Se te notaba en paz. Es como que me pienso hablando del silencio y me sentiría desesperada por descubrirlo. Para mi silencio es angustia o palabras internas, no tanto paz, sino quilombo en mi cabeza. Que se yo...
Muy lindoooo
Beso