Vivo en el Oeste. Para nosotros subir al
tren Sarmiento en Once un día de semana, entre seis y siete de la tarde, puede
ser sin duda, una de las hazañas más grosas que existan en estos tiempos
mezquinos… ¿Bajar?, ¡no! Olvídense, imposible.
Son las 6:15 de la tarde, en los andenes
todo es movimiento, la gente se amontona por un asiento, ansiosa por llegar a
sus destinos después de una larga jornada laboral. El tren entra a una
velocidad importante, los frenos hacen rechinar los engranajes y la pesada
formación se va deteniendo con regulares irregularidades.
El
tren se detiene, la hora se acerca, la
puerta finalmente se abre. Y así sucede. Todavía nadie baja, cuando miles de
cuerpos empujados mecánicamente como por
una fatalidad diabólica, entran instantáneamente y van derribando todo lo que
se interpone en su camino, no importa quién o cómo sea, o si son viejos,
embarazadas o minusválidos. Es más, podría ser el mismo Papa, la indiferencia
sería la misma. Allí no hay compasión, ni caridad, ni empatía, ni respeto, ni
fraternidad. Allí los valores y el sentido religioso se suprimen. Allí, a las
6:15 de la tarde seguramente Hobbes, Nietzsche, Freud y todos los que subestiman la misericordia y
la caridad humana reafirmarían sin dudar sus tesis. Quizá, por un momento, yo
también. En realidad, a veces pienso si
acaso estos hombres no habrán olvidado su humanidad en algún lado. ¿Dónde se
quedó? O será que el modo de transporte (malo y escaso), sumado al modo de
producción (una jornada laboral larga y estresante) determine o al menos
condicione la libertad. Es una buena posibilidad.
A los lectores les hago una pregunta-reto
¿Cómo podríamos hacer para inyectar un poco de humanidad en los andenes del Sarmiento en Once
entre las 18 y las 19 horas? Díganme por favor, esta cuestión me ha tenido
pensando… mucho tiempo.
José Manuel Flores Eudave
Muchas veces pensé lo mismo a la misma hora en el mismo lugar, qué desesperanzador. Sin embargo mientras la marea humana me arrastra y trato de que nadie se lleve puesta alguna de mis extremidades, a veces busco la mirada de las personas que tengo al lado y digo algo como "Uy, esto se está poniendo violento", solamente para que alguien se ría. No sé si cuenta como inyección de humanidad, pero bueno... Aguante el Oeste.
ResponderEliminarViste Vicky!
EliminarEs terrible el salvaje tren del oeste, pero bueno, es lo que hay.
Ponerle onda en esos momentos seguro que cuenta, a mi me cuesta bastante.
Y sí, aguante el Oeste!
Saludo.
José Manuel.
¡Qué tremendos estos dos testimonios!
ResponderEliminar¡Bueno consejo Victoria! Algo es algo. Al menos para encontrar un cómplice.
Mexican, sin embargo hasta donde yo sé los trenes argentinos no han podido quitarte la sonrisa. Es un milagro.
Ese tren es de película, más trágica que cómica, pero es lo que hay, nuestro tren del Oeste.
ResponderEliminar¡Y no! la sonrisa nunca, primero la vida! Jaja
José Manuel.
Yo que también vengo del Oeste, prefiero salir con dos horas de anticipación a Capital y a veces, tres. De tal modo, que si la jauría está brava, prefiero esperar hasta que llegue uno de Castelar vacío. Y en cuanto a Once, podés ponerte en el último vagón y te aseguro que más movilidad tenés para salir. Total que vayas en el primero o en el último, no hace la diferencia. Y si llegaste muy temprano, te sentás en un café, abrís la mochila, sacás un libro y te ponés a leer. Cuando ya sea la hora, te levantás y llegás al destino, tranquilo, sonriendo o pensando cosas profundas. El tema es que si preferiste tomar la siesta, y el tiempo se acortó, luego sólo te queda atenerte a las consecuencias. Toda decisión implica una renuncia, jaa!!
ResponderEliminarMuy bueno, José! y creo que la idea de Victoria también es muy buena, la gente tiene que ser muy pero muy agreta para no sucumbir a una salida ocurrente. No sé si a esa hora viajarán grupitos de chicos de 12 o 13 años, sino habría que llevarlos, ese sector tiene un humor a prueba de balas cuando están varios juntos, y no hay quien los pare!
ResponderEliminarLo que yo siempre noté es que los primeros en entrar son siempre los primeros en salir.
ResponderEliminarDe vez en cuando tenes encuentros bizarros en el sarmiento con gente que te devuelve la esperanza de que no te va a meter un codazo cuando bajes.
ResponderEliminarPara los que saben francés, paso un link de campañas publicitarias en paris con respecto al comportamiento animal en el subte: http://www.pret-a-voyager.com/2011/09/common-courtesy-ratp/
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