No tengamos miedo de hacer silencio fuera y dentro de nosotros si queremos
ser capaces no sólo de percibir la voz de Dios, sino también la voz de quien
está a nuestro lado, la voz de los demás.
Benedicto XVI,
Sulmona, Italia, 4 de julio de 2010
Ausencia de voces, sonidos, ruidos, ecos…
Todos en conjunto o ausencia de sólo alguna de esas categorías, posibilitando
concentrar más la atención sobre el objeto de interés o si no, sencillamente,
gozar el silencio. Quizás, esa ausencia también debería abarcar ciertos
elementos visuales que “gritan” y distraen, en detrimento del “silencio visual”. Todo esto tiene lugar al nivel de los
sentidos – medible, cuantificable… Algo exterior a mí, pero que me envuelve. Una
tal ausencia también puede darse en el ámbito del intelecto, alma y espíritu… en
mi propia interioridad – no mensurable. El silencio ¡en mí!
El
silencio del sosiego, de la armonía y paz íntimas. Cuando nada me lo interfiere
ni apantalla, me predispongo para escuchar
– a percibir y recibir voces ajenas – para
un posible inicio de diálogo con otro o con El Otro. Éste se manifiesta preferentemente
a través del silencio y cuánto mayor el silencio, tanto más elocuentemente lo
hace. Es en la comunión de espíritus que ello tiene lugar; y cuánto más
profunda es aquélla las palabras intercambiadas son tanto más inefables y que,
en este caso particular, sólo yo puedo inteligir. En el caso del entendimiento
extremo, las palabras ya no son necesarias: el amor en plenitud no necesita de ellas
– es darse y recibir recíprocamente. Es actitud pura y entrega mutua total… en
silencio.
En
análogas circunstancias, al encontrarme libre del ruido de fondo interior,
puedo entablar tal diálogo también conmigo mismo - a modo de reflexión y búsqueda de respuestas
a mis inquietudes, dudas, dilemas y pesadumbres - un transcurir de la memoria, depurada
previamente a instancias de la conciencia, por el presente. Un silencio que trae
redención y paz del alma.
Habitualmente
asocio silencio y paz. Ese silencio consistente en la ausencia de factores
discordantes o invasivos que afecten a la sonoridad natural que, justamente,
hace agradable a la vida; y no el silencio “químicamente puro”, vacío. Es el
‘silencio’ del matutino trinar de los pájaros, del susurrar de las copas de los
árboles movidas por la brisa, del arrullar del arroyo, del batir de las olas, del
lejano croar de las ranas y zumbido ocasional de moscas, … y ésto en
‘consonancia’ con ese “silencio visual”… Ese silencio integral que posibilita
concentrarme en “mis cosas” - gozar de la música preferida, de la plática con
un ser querido, ocasional o una amistad, de la lectura, escritura… y compartirlo
con los que me rodean… o hacerle caso al llanto de la criatura en la cuna . Si
a ello le sumamos todavía la paz interior, habremos logrado el ámbito perfecto
para que el ser humano pueda ser humano en plenitud. Mi anhelo es que todos puedan
cultivar ese silencio creador y acercarse lo más posible a esa plenitud.
Hay
ocasiones en que el silencio se vuelve opresor, mudo y sin rostro, preñado de
incógnitas y amenazas. Es ese silencio oscuro y denso – casi viscoso – que
desalienta y que desliza hacia la apatía, que causa horror y ¡que tanto
esfuerzo cuesta para superarlo!... Está el silencio de la desorientación y del
no saber qué hacer, de la cavilación… ¿de la desesperación? o, por el
contrario, ¿del desafío?... Y el silencio que grita - de pura y reprimida
bronca - desde la impotencia del pisoteado o ninguneado y, parecería, que nadie
se molesta en escuchar… O el de los silenciados en el vientre materno para
siempre, cuya identidad fue, lisa y llanamente, suprimida y asimilada a los
residuos patógenos.
Desgraciadamente,
no todos los silencios son placenteros ni deseables y, menos aun, codiciables.
Estanisalo
Zuzek
Me resultó muy interesante esa distinción que hace Estanislao entre un silencio pacífico que se establece como un horizonte para recibir los sonidos del mundo que invitan al encuentro y el otro que implica aislamiento o violencia.
ResponderEliminarEl primer modo de silencio me hizo pensar si nuestra existencia en realidad no vive en el ámbito de "silencio espectante" que surgió luego del "fiat divino".
También a mí me sorprendió la distinción de "silencios", no se me había ocurrido pensar en ese lado "viscoso", nisiquiera mientras iba leyendo. Me gustó mucho tu texto, Stane, me parece profundo, como proveniente de tus íntimos silencios y por lo tanto, creadores de esa comunidad con el lector. ¡Gracias por la reflexión! Y por este silencioso diálogo...
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