Enzo quería
estudiar algo que sirviera. Acababa de terminar el secundario y estaba en
búsqueda de una carrera corta y eficiente que le de diera la mayor cantidad de
dinero posible con la menor pérdida de energía incluida en el esfuerzo.
Buscó y
buscó. Para guiarse encontró ayuda entre sus familiares que, pragmáticamente,
le decían: “Nene, vos lo que tenés que hacer es meterte en una carreras de esas
rápidas ¿viste? Para salir del paso y tener tu platita” o la voz de su tía, la
más gordita, que con cariño y mucho aprecio le decía: “Aprendé algo que te de
plata, pibe, plata”, sin contar lo que recordaba de su padre: “No estudies,
trabaja, y si vas a estudiar que sea algo relacionado al trabajo”.
Empapado de
esas dudas intermitentes, luchando contra sus grandes dudas, estaba Enzo hasta
que vio un cartel de publicidad sobre carreras que le produjo una sensación de
tranquilidad.
Estaba
decidido. Enzo se iba a graduar como Funcionario Aplicado de Fotocopiado en la
prestigiosa Universidad de los Trabajos Útiles del Hoy.
Y es así
como fue, Enzo hizo en dos meses y medio la carrera de Fotocopiado –tiempo
récord incluso para él- haciendo un postfuncionariamiento en Fotocopiado
Avanzado y Fotocopiado Perfecto en los siguientes tres meses, para el semestre
era ya un genio.
Como la
mayor parte de la carrera era práctica no tardó en encontrar un
trabajo que le pagaran un buen sueldo como para mantenerse mucho más que
bien.
Y es que
Enzo, vivía para lo que estudió, pasaba en el trabajo horas de horas sacando
fotocopias, sacándolas impecables, sin moverlas un milímetro, las fotocopias
eran idénticas, la rapidez era impresionante, Enzo no paraba en toda su jornada
laboral de doce horas, él no tenía competencia. Sus fotocopias eran únicas y
eran útiles.
Ahora ya todos
conocen la historia de Enzo pero en ese momento fue la noticia del momento de
acá a Laos, inclusive un día le hicieron una entrevista y el gran fotocopista
¡la dio mientras trabajaba! ¡Increíble! Y quedó grabada la, ya famosa, frase:
“Nunca basta, siempre más”.
* * *
Se levanta
Kevin despavorido y sudoroso, al lado está Diana que se había quedado dormida a
su lado y que con calma le pregunta:
-¿Estás
bien?
-Soñé,
que…que…soñé que…soñé que trabajaba-
-¡Ugh!
¡Pobre! Pero solo fue un sueño, no hay porqué preocuparse-
- Sí, pero
era horrible, sacaba fotocopias hasta el día de mi muerte-
-Bueno,
pensá algo con buenas vibras-
-Sí
¡imagínate! ¿Qué haría yo con 35 años si mi papá no me pagaría el departamento,
el auto y la comida?
El Mestizo
José Valle Riestra
Jaa!! Ya estaba pensando a dónde fue a parar Kevin? Nos lo tenías escondido. Muy irónica toda la situación. ¿Cómo está creciendo este Kevin? ¡Ya tiene 35 años! Ayer nomás tenía 18. ¡Qué grandes se están poniendo los chicos! Jaa!!
ResponderEliminarViste? De vez en cuando se toma vacaciones!
EliminarAhora cada vez que vaya a la UCA buscaré a Enzo en el subsuelo cercado por resmas de papel y a Kevin tomando un café al sol en la terracita en el momento del recreo, con anteojos negros rodeado de Dianas y haciendo girar el llavero del auto con el dedo índice derecho. ¡Me hiciste imaginar todas las situaciones!
ResponderEliminar¡Tu proyección profética es muy desalentadora! Jaja
Deseo algo mejor para el lindo Kevin