jueves, 5 de septiembre de 2013

Extrañas experiencias (Sofía Larran)




Qué día, realmente. Imposible definir sensaciones. Primero Clara, invitándome a cenar a casa con sus padres y después Charlie que toda la vida me llamó cuatrochi y me hizo la zancadilla en el pasillo, ofreciéndome ir con él y su bandita a tomar mate a la plaza después de clase para ver a los que se tiran con longboard. Deber ser porque logré engancharla a Clara, la nueva. Me parece que se va definiendo quién es el macho alfa aquí, ¿¿eh Charlie?? La verdad es que estuvo divertido ir a la plaza. No soy muy fanático del longboarding, pero los mates estaban buenos y me convidaron un brownie. Tenía un gusto raro y todos se rieron cuando di el primer bocado pero como todos se comieron uno, di por supuesto que no era una de sus típicas gastadas. Además, Pucho me dijo que los había hecho su mamá. Pero creo que tantas emociones juntas, me dejaron alterado…tengo el cerebro como embotado. Debo estar nervioso por la comida en lo de Clara. ¡Ay! Y más imposible que definir las experiencias del día me resulta hacer el nudo de esta corbata. Renuncio. Voy a ir sin corbata, qué tanta formalidad para una simple cena. Se ve que no estoy acostumbrado al aire libre, pues la tarde en la plaza me dejó con el pulso acelerado y la sensación más extraña…la de estar viviendo un presente continuo. Llego a lo de Clara un poco tarde. Me desorientan las calles todas iguales de su barrio. Toco el timbre y toda la familia sale a recibirme en el hall de entrada, saludándome educadamente. No respondo, pues mi mirada se queda clavada en la papada del padre que se extiende hasta el pecho como una barba de carne. Clara me da un fuerte codazo y masculla nerviosa en mi oído: “tenés la bragueta abierta”. Largo una carcajada y me la subo sin disimular. La madre mira para otro lado haciéndose la tonta y el padre frunce el ceño. El hermano, por suerte, se ríe conmigo. Nos sentamos a la mesa y mis jugos gástricos empiezan a actuar de una manera inusual. No acostumbro sentir tanta hambre por las noches pero hoy mi apetito parece incontrolable… No pareciera que me hubiera pasado la tarde comiendo brownies. Me abalanzo sobre el puré de papas sirviéndome gran parte de la fuente y miro insistentemente el pollo que está al lado de la madre, a la derecha de la cabecera. Quiero pedirle que me lo alcance pero no recuerdo su nombre ¿Laura, Maura? Mejor lo busco por mí mismo. Me sirvo y comienzo a comer sin esperar al resto. No puedo cumplir los protocolos esta noche. Mi estómago, aullante, no me lo permite. Sé que Clara está nerviosa. “¿Te pasa algo?” pregunta todo el tiempo y suelta risitas tontas como si quisiera justificar algún mal comportamiento. Me doy cuenta de que me serví tanto puré que no alcanzó para el hermano de Clara. Me mira con bronca, así que, para destensar el ambiente, le hago un chiste que a nadie parece causar mucha gracia. Mejor me dedico a comer. ¿Por qué todos mastican tan lento? ¿Acaso tienen dentadura postiza? ¿Este pollito de morondanga será toda la comida o sólo la entrada? Por si acaso voy a sacarle un poco a Clara de su plato, que parece totalmente inapetente pues apenas ha probado bocado. Escucho al padre hablando del horror de una nueva droga que causó un episodio de canibalismo en EE UU…en chiste, digo que yo, con el hambre que tengo en este momento, también podría comerme un ser humano…otro chiste poco acertado…nadie esboza sonrisa. Espero a que traigan el postre. Maura, o Laura, como quiera que se llame mi recién adquirida suegra, llega de la cocina con una fuente en la que navega un flancito. Recibo el plato y me devoro el flan en tres bocados. Me sorprende el silencio reinante y levanto la vista. Me doy cuenta, por las miradas desorbitadas de los comensales que ése era el postre para todos. Clara empieza a sollozar a mi izquierda. ¡Ay, las mujeres! ¿Se va a poner a llorar por un flancito? “¿Qué te pasa?” le pregunto, “¿te vino?”. Con un alarido sale corriendo del comedor. Los padres van a consolarla por detrás. El hermano me mira, sonriendo. ¿Será gay? Mejor voy emprendiendo la retirada. Mañana le digo a Clara que me sentía mal y que me tuve que ir sin despedirme. Además sigo teniendo hambre. En una de esas no es muy tarde para pasar por lo de Pucho y que me convide otro de esos brownies con gusto raro que hace su mamá…

Sofía Larrán

2 comentarios:

  1. ¡Me hiciste reír mucho Sofía con tu macho alfa!
    ¡Qué papelón!
    Lo de la bragueta, el atraco a la comida (el asunto de la usurpación del flancito tiene historia en el taller: decile a Luli que te cuente) y esas dos preguntas: "¿te vino?", "¿será gay?" estan geniales.
    Muy gracioso. Pobre flaco.

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  2. jaja Sofi me hiciste reír mucho!!!!!!!!!!!! Y me recordaste a mi querido difunto FLANCITO jajajaja
    Muy buena la escena toda, "Laura o Maura"... me ha pasado de olvidar nombres importantes qué feo!! GENIAL

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