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Deconstrucción de Jeann de Vries, Celina Villar
La cuestión de la experiencia en el mundo contemporáneo implica un estar
prevenidos a la hora de considerarla como tema de reflexión. Dicha cuestión no
puede ser subestimada o menospreciada porque necesariamente manifiesta y
contiene una complejidad que se inscribe precisamente en el aumento de la
dificultad para vivir que experimentamos.
La problemática de la experiencia
humana ha sido tratada por varios pensadores del siglo XX y sus reflexiones son
signos de alarma ante la pérdida de ese contacto –digamos “experiencial”- con
la realidad.
La complejidad reside en la
ininteligibilidad de lo exterior, en la crisis de sentido, en el peligroso
nihilismo que subyace en tantos senderos del pensamiento y de la vida
cotidiana. En lo ininteligible, “se muere” la experiencia porque el hombre toma
una antinatural distancia con el mundo, su mundo; y el precio que paga es
sustantivamente alto: la imposibilidad de la vida plena precedida de otras
etapas de oclusión espiritual como ser principalmente la incapacidad de la
comunicación o la mecanización de la misma.
El arte se hizo eco de esto en el
expresionismo y las diversas formas de “geometrismos” plásticos, narrativos o
atonales.
En filosofía, además de mi querido
Adorno, Benjamin o Wittgenstein refirieron el mismo drama de la experiencia que
aplasta al hombre con toda su magnitud ininteligible. Lo aplasta porque
representa algo que es totalmente otro
frente a él.
Ellos lo habían palpado tras la I ª Guerra Mundial.
El filósofo berlinés notó que los
combatientes que volvían del campo de batalla, se mantenían llamativamente
callados frente a la experiencia de lo inimaginable. El pensador austríaco
sentenció –con una carga metafísica que a veces olvidamos en él- que de lo que
no se puede hablar, es mejor callar.
La experiencia se marida con lo expresable.
Ignacio Leonetti
EXCELENTE!!!!! MUY BUENA LA REFLEXION. SOBRE TODO ESTA PARTE:
ResponderEliminarEl arte se hizo eco de esto en el expresionismo y las diversas formas de “geometrismos” plásticos, narrativos o atonales.
En filosofía, además de mi querido Adorno, Benjamin o Wittgenstein refirieron el mismo drama de la experiencia que aplasta al hombre con toda su magnitud ininteligible. Lo aplasta porque representa algo que es totalmente otro frente a él.
Ellos lo habían palpado tras la Iª Guerra Mundial.
El filósofo berlinés notó que los combatientes que volvían del campo de batalla, se mantenían llamativamente callados frente a la experiencia de lo inimaginable. El pensador austríaco sentenció –con una carga metafísica que a veces olvidamos en él- que de lo que no se puede hablar, es mejor callar.
La experiencia se marida con lo expresable.
MAX HUNICKEN
Pareciera Ignacio que la experiencia humana reclama un umbral de intensidad propio y que en el más acá o más allá de ese umbral se vuelve algo insípido que no vale la pena expresar o algo intolerable (por su positividad o negatividad) que somos incapaces de expresar.
ResponderEliminarPero lo más dramático al margen de su posibilidad o imposibilidad de expresión es la pobreza de experiencia que desfigura el rostro personal.
"Dejamos la certeza del exterminio por la promesa de una agonía espiritual", decía Adorno refiriéndose al cambio de la situación de guerra por el de la sociedad de consumo.
¡Me gustó la imagen que elegiste!
Gracias Marisa! Sí, por ahí van mis pensamientos: falta de capacidad o voluntad para expresar. Para pensar bastante...
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