martes, 3 de septiembre de 2013

Experiencia de muerte (Clemencia Campos)



(Foto sacada por Matías Larriera en Ramallo)




Me mareo. Basta de girar… Y si vomito será peor porque me voy a ahogar. Lo único que me queda es morir. Morirme yendo al sol. Probablemente sea el único que muera así, bailando y girando infinitamente hacia nada, en la nada, en el oscuro espacio. ¿Espacio de qué? Tengo que concentrarme, respirar normal, tranquilizarme y aprovechar  este viaje. Estoy solo y definitivamente voy a morir. Por lo menos quiero ver lo que nadie y vivir lo que nadie. Morir yendo al sol. Que angustia morir quemado como Juana de Arco y otros tantos pero nunca escuché de alguien que haya muerto camino al sol. Morir en el sol no se ve tan mal. Me gustaría que alguien sepa cómo voy a morir. Sería el primero en morir en el sol (aunque en realidad ahora que lo pienso, moriría antes) pero si nadie lo sabe, no tiene sentido. Quizá podría ser tapa de algún diario. De hecho ya debo serlo. Los de la base ya deben saber que nuestra nave explotó y por ende que morimos. Los periodistas ya deben saber  lo sucedido y de no saberlo lo han de haber inventado. Quizá más de uno piensa que nos mataron marcianos con rayo láser. Pero lo que nadie sabe es lo que pasó realmente. Yo poco me acuerdo pero sé que mis colegas Malcom y Louisa murieron al instante por estar sin el casco. Yo que estaba ya preparado para salir de la nave, con casco, micrófono y correa, sobreviví. Claro que la correa se me cortó, me estrolé con alguna parte de la nave que me dejó dormido un rato (no sé cuánto habrá sido)  pero cuando abrí los ojos ya estaba solo en la nada, en la oscuridad. Dije “hola” por el micrófono y viendo que nadie respondió, acá estoy; solo. Vivir solo o morir. Prefiero lo que es. Qué se yo qué hubiera sido de mi si hubiese muerto y fin de la cuestión. Pero acá estoy y vivo e intento que el aire me dure lo más que pueda para ver. Mientras pienso, yo sigo girando. Estos guantes me incomodan y encima tengo ganas de hacer pis. Nada me relaja más que estar en la nada. Solo tengo motivo de pensar en mí y en mi muerte. Nunca creí que viviría mi muerte. Cuando se me acabe el aire del tanque de oxígeno voy a dejar de respirar y así y todo, voy a seguir girando y bailando en el espacio eternamente hasta que quizá el sol me use de combustible y me queme. Algo más que el sol se traga. Por lo menos voy a la luz, me consuelo.
Debo estar en la tapa del diario. Sí, sí, en alguna debo estar. Cuál será el título: “Tres astronautas murieron en el espacio tras una explosión”. Todos dirán qué drama, qué tragedia pero nadie sabrá que yo sigo vivo. ¿Alguien pensará concretamente en mí? Quizá el capitán de la base sienta mucho haber perdido a alguien tan ilustre como yo. Por un lado pienso en Malcom y me da lástima saber que dejó a su mujer y a su hijo, aunque por otro lado, pienso yo que de haberlos tenido jamás los hubiese dejado. Creo que me gustaría haber dejado en tierra a alguna mujer, alguien que me llore, alguien que sienta en su latir que sigo vivo. No tuve tiempo de pensar en amores ni en hijos, menos. El espacio me sacó de la tierra hace ya mucho tiempo cuando me convocaron a la N.A.S.A. De modo que hoy no puedo reclamar que alguien piense en mí. Morir en la tierra hubiera sido peor. Le habría reclamado al espacio por no haberme tragado. Cada uno quiere morir con lo que más ama.
Cada vez veo más. Voy a la luz y la luz se me manifiesta en el camino. Sigo girando. Sigo respirando aunque cada vez siento que tengo menos aire. Me prepararon para mantener el aire. Como en todo, era el record, aguantaba 8 minutos 33 como promedio. En vida nunca fui superado. Este y otros logros como ser medalla de Oro me trajeron acá. Es increíble, no es increíble, qué va. Merezco esta muerte, no lo sé. Solo sé que es la que me toca y la que estoy viviendo. No sé cuánto tiempo habrá pasado de la explosión pero ya el aire me está ahorcando, poco a poco se me seca la garganta. Es lo único que puedo pensar. Quiero vivir un poco más, ver el sol más de cerca, sólo veo su imagen, sus rayos. El aire se me acaba, cada vez siento más ahogo, intento relajarme, pero la sensación de morir no es normal, nunca me entrené para esto. Me relajo, junto mis pies, cierro los ojos y me internalizo. Comienzan mis 8 minutos 33 segundos. No quiero pensar más, quiero mimetizarme con la oscuridad, que mi mente sea nada y así vivir estos 8 minutos 33 que me quedan, pero si no pienso, ¿para qué vivo? Pienso de todas formas, quiera o no lo quiera. Cuánto tiempo irá. Siento que fueron como 5 minutos ya pero es obvio que fue menos. El tiempo, estando solo, pasa más lento.
Quiero no pensar, quiero vivir…

“Sin resistencia Gregor va a seguir girando infinitamente, con o sin vida.”

Clemencia Campos Massa


1 comentario:

  1. ¡Uf Clemen! ¡Qué asfixiante! ¡Pobre hombre!
    Y tiene tu sello: esas "ganas de hacer pis" y el "me estrolé" son chispazos bien tuyos.

    Me trajo al Malestorm de Poe y a los pensamientos de Raskolnikof
    «¿Dónde he leído yo ‑pensaba Raskolnikof al alejarse‑ que un condenado a muerte decía, una hora antes de la ejecución de la sentencia, que antes que morir preferiría pasar la vida en una cumbre, en una roca escarpada donde tuviera el espacio justo para colocar los pies, una roca rodeada de precipicios o perdida en medio del océano sin fin, en una perpetua soledad, aunque esta vida durara mil años o fuera eterna? Vivir, vivir sea como fuere. El caso es vivir... ‑y añadió al cabo de un momento‑: El hombre es cobarde, y cobarde el que le reprocha esta cobardía.»

    El final del relator que me hace imaginar ese cuerpo girando eternamente cierra el círculo de la experiencia de soledad que es la muerte.
    De la que de tanto en tanto la víctima quizo deshacerse mediante la esperanza de aparecer en los diarios, que su muerte fuera "vista" por alguien.

    ¡Muy linda la foto de Ramallo! Es verdad que parece una explosión en el horizonte.

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