domingo, 9 de diciembre de 2012

Yapa a la Ñ 2

   Ñuñu   (Paola Delbosco)






Ñuñu: vocablo quechua que significa  amamantar, mama, madre.
¿Cómo sabe el bebé? ¿Quién le dijo qué debía hacer? ¿Dónde aprendió a hacerlo  tan bien?
Con sólo pocos minutos de vida extra uterina busca certeramente el centro del pecho para prenderse con energía a la vida: ñuñu. Acerca ansiosamente, casi con violencia, la boquita diminuta, se prende con firmeza y trabaja: ñuñu. La madre le da vida desde su cuerpo, como se la dio en forma invisible los meses anteriores. Ella, allí adentro,  tampoco sabía cómo tejer al niño, con todos sus detalles, internos y externos: brazos, piernas, deditos y corazón. Pero al final vio que todo lo había hecho magistralmente. Como él, que ahora se aferra a la vida con asombroso vigor. ¿Es un círculo, la vida? Quizás sea una larga cadena de eslabones enlazados ente sí, que se alargan hacia atrás y hacia adelante, sin saltos, misterioso comienzo, misterioso final, de cada eslabón, de toda la cadena.
Ñuñu, fuerza vita, energía rítmica que manifiesta que hay un plan maestro: todo tiene sentido.
                                                                                                         

 Paola Delbosco

5 comentarios:

  1. Muy linda la imagen de "tejer al niño". Habla de lo complicado del proceso aunque sea casi mecánico. Un verdadero misterio.

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  2. Es la espontaneidad de la vida en su expresión más cálida y bella. ¡Gracias, Páola!

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  3. A mi me pasó también Páola esa experiencia de asombrarme por la sabiduría del cuerpo, sobre todo en los partos. Mi cuerpo sabía perfectamente qué era lo que tenía que hacer.
    También me ocurrió algo de ese estilo cuando mi hijo Agustín era un bebe de pocos días.Iba con él en brazos, tan pequeñito, vulnerable, envuelto en una mantita a través de la que podía percibir el calor de su cuerpecito entre mis manos. Y me tropecé. Me llevé por delante un escalón y caía con la cara y los codos al suelo. Si la caída hubiera seguido su curso «normal», hubiera aplastado (literalmente) a mi bebé. Pero «mi cuerpo» de alguna manera «supo» qué hacer. Cuando notó en esa décima de segundo que se desplomaba hacia el suelo, sus (mis) brazos arrojaron al aire al bebé, luego girando sobre los codos que por el golpe ya estaban lastimados quedo (quedé) boca arriba y recibí desde el aire a Agustín sin que éste notara absolutamente nada de lo que había ocurrido. Y allí luego me levante con las rodillas y los codos lastimados, sin poder creer el espectáculo que había presenciado. Mi cuerpo era muy sabio. Sabía perfectamente a quién había que proteger en ese momento, lo escuchó en los latidos de mi corazón. Músculos, tendones, articulaciones se organizaron con una sabiduría desconcertante para salvar al bebé.
    Tontamente vivimos en la ilusión que nuestra mente controla todas las variables... muy tontamente.
    Como decís vos hay un plan maestro que obra silenciosamente en cada detalle.

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  4. Qué femenina, qué exclusivamente nuestra es esa increíble sensación del propio cuerpo poniéndose al servicio de esa criatura para amamantarla! Instintivamente descubriendo su capacidad inagotable para responder a las más básicas y elementales demandas de otro ser, que de no ser por nosotras no podría seguir viviendo! Sensación abrumadora y maravillosa, que nos hace partícipes del misterio de vivir y transmitir vida. Pocos momentos en la vida han sido para mí tan plenos.
    Gracias por traérmelos de vuelta a la memoria!

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  5. Qué linda imágen y experiencia la maternidad. Misterio y sentido, juegan en el ciclo de la vida.

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