Cada noche al acostarme
olvido
lo
que era el sueño
o el sueño se olvida de mí
y
mirando al techo
intento
recordarlo
reconquistarlo
u olvidarlo
olvidarlo todo
hasta
que no quede
nada.
Guillermo Barber Soler
¡Qué tremendo el insomnio! Me pasaba luego de los partos, con los cambios de horarios de las dormidas por las comidas de los bebes. Cuando más me quería dormir menos podía y menos tiempo me quedaba.
ResponderEliminarAhora a veces me pasa, pero ya no me desespera. Y ¡Santo remedio!
Pero entiendo muy bien esa necesidad de "olvidarlo todo hasta que no quede nada"
¡Qué bien lo expresaste Guillo!
El final del día es una desconexión, un cerrar todo lo que pasó para empezar de nuevo al día siguiente. El alma necesita ese olvido para descansar, para prepararse para cosas nuevas. Una pequeña muerte nos da esperanzas de vida nueva y mejor.
ResponderEliminarTodo eso me hace pensar tu texto. No sé si lo habrás pensado por ese lado jeje. Muy bueno, como siempre.
Me gustó mucho el final... es como que finalmente cuando uno se queda dormido hasta la ansiedad del insomnio desapareció también del recuerdo. Cuando nos volvemos a despertar se relativizó ese tiempo que en su momento nos parecía eterno pero que al final pasó y listo. Como que el sueño cura muchas cosas o algo así.
ResponderEliminar¡Gracias! Es exactamente eso y más.
ResponderEliminarEs el olvido como fuerza activa, positiva, como rescata Nietzsche en algunos de sus escritos.
También abandonarse es una fuerza positiva; el coraje de dejar de ser. A veces mi cabeza no me deja, y por eso me quedo mirando al techo, pensando mi próxima poesía sobre el insomnio.
Olvido e insomnio: dos de las más terribles amenazas que el hombre ha experimentado siempre.
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