Eco y Narciso (detalle) John William Waterhouse (Ilust. blog)
El ombligo o “pupo” para los amigos. Compañero fiel desde que nacemos, cicatriz común a toda la humanidad, recuerdo de que somos seres dependientes, de que estuvimos conectados a otro ser humano que nos daba vida. Centro de nuestro cuerpo. Contenedor de pelusas, amigo de los vagos que se la pasan rascándoselo, protagonista de canciones y frases célebres. Y hoy, más protagonista que nunca, ya que está en la mirada de todos la mayor parte del tiempo. Es lo que más vemos cada uno de nosotros: nuestro propio ombligo. Porque centramos la mirada en nosotros, miramos nuestro centro y nos olvidamos de lo que tenemos al lado. Porque repartimos cuando nuestras necesidades ya están cubiertas, porque damos lo que nos sobra y no lo que tenemos o queremos. Porque vemos nuestro ombligo cuando hay alguien que necesita ayuda, porque centramos la mirada en nosotros cuando hay alguien tirado en la calle, cuando alguien necesita una mano, cuando un desconocido sufre. Porque ayudamos cuando hay un interés por nuestro propio ombligo. Porque salimos a la calle cuando nos lo tocan. Porque hoy, el único sentido que tiene la vida es el Yo y no el Otro. No miro y escarbo los ombligos de los demás, sino solamente el mío.
Solamente de vez en cuando algún santo sale de su propio
ombligo, de su propio centro, y mira a su alrededor. Se da cuenta de lo que se
está viviendo, de cómo se está viviendo, mira la realidad, mira las
oportunidades que tuvo y las que otros no pudieron tener, mira el ombligo del
otro y se pone en su lugar, y entrega la vida por él, entera,
desinteresadamente, por completo, sin esperar nada a cambio. Ese santo, ya no
sabe si tiene ombligo o no, se siente como Adán o como Eva. Ojalá algún día
podamos ser todos santos, mientras tanto, nos conformamos con serlo algún que
otro día. Ahora me voy, tengo que verme el pupo.
Nicolás Balero Reche
¡Qué difícil equilibrio! Cuidarse uno mismo sin descuidar a los demás o cuidar a los demás sin descuidarse a sí mismo. Pieper habla de la necesidad de una búsqueda desprendida de la propia realización. La mejor formulación que escuche fue de un cura que decía: la vida de los de más es algo mio, "tu universo forma parte de lo mio"
ResponderEliminar¡Gracias Nico!
Sí, como decís Marisa, qué dificil.
ResponderEliminarY qué buena y despiadada descripción, Nicolás, de nuestro egoismo y narcisismo. No sé si en otros idiomas existirá esta expresión de "mirarse el ombligo", recién ahora con tu texto me percato de lo bien lograda que está!
¡Qué contradicción esto de mirarse el ombligo! Porque mientras más nos aferramos a nosotros, menos somos. El riesgo de aventurarse a salir a los demás, ésa es la verdadera vida. La felicidad de gastarse por el otro, sin esperar nada a cambio.
ResponderEliminarQue buena reflexión, me encantó!! E ideal para estos tiempos que corren, y también para este tiempo de Espera del Único que no se miró su ombligo, sino los de todos y cada uno y nos mostró que se puede salir del egoísmo y darse y jugarse por el otro. Gracias
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