Héctor Prado, pintor del Río La barquita
Hace mucho ya que me he embarcado en la barca de las islas del silencio
en busca del tesoro río adentro. Solo se escucha el sigilo de la corriente y el
andar del riachuelo que se bifurca en incontables caminos. En esa quietud, en
lo profundo de su lecho, esperaba encontrarme, yo, ¡el junco pensante!,
latiendo junto al corazón del río. Así me fui a una casita de chapa, a trabajar
la madera y a vivir a la espera del jangadero.
Después de unos
años, solo en mi isla comencé a añorar el puerto, sus ruidosas calles y los
transeúntes sin tiempo. Entendí que en la Venecia nativa cada hombre es su tierra y cada
tierra es su hombre, solos ellos en las fronteras que les deparó el torrente, entre
ese abismo que no admite puente. Discurren riberas y riberas, miles de arroyos
posibles y a la vez miles de orillas olvidadas. El ruido de un motor que se
percibe lejos ya es un suceso y el saludo del conductor cura esta nostalgia tan
solo por un momento ¡Qué piragua salvará esta distancia! Y la sensación del
desgarramiento levanta un muelle, como puede, falto de tablas y pintura pero
con la promesa de un matecito y un cuento.
Un vapor, una
gota de agua (¡por qué no decirle lágrimas!) y la furia del río, todo corre por
el cauce. Pero cuando llegue le sostendré el cabo y yo, aunque sin óbolos pero
con aromas en los bolsillos, recostado en la proa y mirando el cielo, dejaré
naufragar por el agua mi canoa, con la certeza de que cada río regresa al mar.
Excelente. DON MATEO.
ResponderEliminarMAX HUNICKEN
¡Muy lindo Mateo! Hay allí mucha imagenes de gran belleza. Me gusta el lenguaje que usas. Muy musical. Si hasta da la sensación de estar escuchando el arroyo que corre. Y ese deseo de que aunque no se pueda construir un puente que cubra el abismo que al menos baste el muelle como invitación al encuentro.
ResponderEliminarGracias
Un río de imágenes espectaculares. No sos ni tan literal ni tan surreal; como la vida, me gusta ese estilo.
ResponderEliminarEl Delta y sus recovecos, ¡ay, cuánta vida se esconde entre los matorrales y se pasea por el agua calma en sus noches de silencio!
Gracias por el escrito; simplemente genial.
Me gustó mucho esa confianza al final de que si nos dejamos llevar, recostados en la proa de la canoa y mirando al cielo, vamos a llegar al mar! Al haberlo articulado tan poéticamente las dudas racionalistas no tienen cabida! Como diría Marcuse "liberando la imganinación" aparecen las alternativas. Muy bueno!
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