viernes, 20 de abril de 2012

Interior (Lucía Nazar)




Tuve la suerte de haber estado durante esta semana Santa en el interior de nuestro país. Mas precisamente en la provincia de Salta, bellísimo lugar, sin lugar a dudas.
Allí encontré mis raíces.
No es que antes no las hubiese estudiado, de hecho en el colegio te enseñan historia argentina. Pero ¿realmente nos enseñan historia argentina? Me dio la sensación, al charlar con un salteño, que en Buenos Aires se enseña la historia mirando y hasta anhelando Europa, sin reconocer nuestras raíces.
Y ¡qué raíces!
No pretendo hacer una apología del tan de moda “indigenismo”, quiero rescatar la presencia de la cultura incaica- con toda su riqueza- en nuestra querida Argentina, que fue regando nuestro suelo y nuestra historia. Que nos dejó costumbres, colores y religiosidad.
Aprendí mucho en este viaje, me encontré con antepasados, con historia escrita con sangre, pasión y olvido.
Una última reflexión: Inti, el dios del Sol, adorado por los incas, quienes dejaron el legado a los coyas (*) fue parte de nuestra historia. Si dejamos que nuestras raíces calen hondo, él, seguirá iluminando con todo su resplandor, calidez y color,  nuestra tierra sedienta.





(*) Es el término utilizado para hablar de los miembros de la región sur del Tahuantinsuyu o también llamado Imperio Incaico. El imperio llegaba hasta Santiago del Estero y estaba divido en zonas. La zona sur era llamada Collasuyo, de ahí la denominación “coya”.




 Lucía Nazar


3 comentarios:

  1. ¡Qué buena esta filósofa nómade!
    Creo que la Argentina es una gran ensalada y que lo nuestro es todo lo que de algún modo ha protagonizado la historia vivida. Es verdad que hemos sido educados dando la espalda a una gran cantidad de riquezas. ¡A empezar a recuperarlas o a descubrirlas! Y a sembrar las propias también ¿por qué no?

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  2. Hola! muy linda la reflexión. No hay que perderse ni de lo uno ni lo otro, seguramente si miramos para el sur, para el centro,y bueno, en todas direcciones, encontremos raíces tan diversas y ricas como las del norte.

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  3. A mí me pasó algo parecido cuando fui a Perú. De hecho ahora estoy segura que por algún lado me tiene que haber llegado un gen inca, sino no entiendo tanta sensación de "familiaridad" con esa cultura.
    Para empezar con lo que dice Marisa: recomiendo leer el "Eurindia" y "Ollantay" de Ricardo Rojas!

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