Noche
estrellada, Van Gogh 1889
¡Haz la prueba, escribe sobre el papel las armonías de tu alma!.. y la he obedecido y he compuesto.
L. V. Beethoven
¿Qué es aquello
que llamamos inspiración? ¿Que inspira a un filósofo, un artista o un
científico? ¿Qué inspiró a Platón, Aristóteles, Picasso, Debussi o Heisemberg?
¿Acaso serán las
musas de todas las artes y ciencias, las responsables de ese estado tan
particular y propicio a la producción creativa, en el que el hombre se sumerge?
Podríamos decir
que es un proceso propiamente humano. Sin embargo, haciendo una lectura más
profunda, se nos muestra como un impulso sobrenatural que nos brinda Dios
cuando nos abrimos al regalo de su creación.
Einstein decía
que la imaginación es más importante que el conocimiento. Con esta afirmación no quiere decir que el
conocimiento no sea importante, sino que éste no nos sirve de nada si no
estamos abiertos a recibir desde lo intuitivo, intelectual y sensitivo, pero
principalmente con humildad, lo que la vida tiene para mostrarnos. La
inspiración necesariamente requiere de esa apertura, requiere de recepción.
Se dice que
Beethoven escuchaba constantemente aquello que llamaba “la música del universo”
en su cabeza, y que por eso la escribía. No todos tendremos esa capacidad
especial, pero sin embargo sus obras inmortales aún pueden ser disfrutadas por
todo aquel que quiera oírlas. Y tal vez hasta sentir lo que él sintió al
componerlas.
Inspirarse es
entrar en ese estado mental y espiritual en el que, aunque sea por un momento,
podemos contactarnos con la armonía perfecta del cosmos, para recibir y develar
sus secretos más profundos, para admirarnos de su belleza intrínseca. Y lo más
maravilloso y gratificante, es que aquél agraciado receptor de semejante
regalo, es sobrepasado de tal manera, que
lo vuelca indefectiblemente hacia algo, porque no puede guardárselo para sí
mismo. Por eso es además un regalo que, finalmente termina siendo compartido.
Un legado que proviene en primera instancia de Dios, para todos aquellos que
tengan el deseo de aceptarlo, porque como dice J.J. Sanguineti en su libro El Origen del Universo:
Los
dones son de alguien y para alguien. La sabiduría que hace el mundo, que está
junto a Dios antes de la constitución del cosmos (es el Verbo de Dios) y le
acompaña a lo largo de su obra creadora, […] encuentra al final su mayor gozo
en la creación al llegar el momento de hacer al hombre, a quien todo el
universo ha sido dado parcialmente como un regalo paterno. Ella dice de sí
misma que estaba siempre con el creador, “jugando en su presencia todo el
tiempo, jugando por el orbe de la tierra; y mis delicias están con los hijos de
los hombres” (Prov. 8, 28-29).
Carolina
Inés Díaz
¡Bienvenida Carolina! Muy interesante esa idea acerca de que el hombre no puede guardarse para si sus hallazgos, que necesita compartirlos para que cumplan con una especie de ciclo vital. Y además esto , según tu cita seria un aspecto nuevo del ser imagen y semejanza. Tenes un modo sereno y entusiasmado de escribir que hace muy agradable la lectura.
ResponderEliminar¡Gracias Carolina!
¡Muchas gracias Marisa por la bienvenida!Que linda la posibilidad que se nos da en este espacio para compartir nuestras ideas también, y enriquecernos con las ideas de los demás.
EliminarUn beso grande.
Carolina
Qué buena la cita bíblica sobre la sabiduría jugando! Sería un aspecto que habría que sumar cuando hablamos también de sabiduría humana, tener capacidad de juego. Dicen que la "rayuela" es un intento natural de poner orden en el espacio, tal vez una inspiración de esa primera sabiduría creadora del mundo.
ResponderEliminar¡Hola Angeles!Creo que la capacidad de juego es esencial en la sabiduría, después de todo el juego, ¿no es una forma de aprender?
EliminarUn beso grande.
Carolina
MUY BUENO. CAROLINA. BIENVENIDA. me gusto esta parte:
ResponderEliminarSe dice que Beethoven escuchaba constantemente aquello que llamaba “la música del universo” en su cabeza, y que por eso la escribía. No todos tendremos esa capacidad especial, pero sin embargo sus obras inmortales aún pueden ser disfrutadas por todo aquel que quiera oírlas. Y tal vez hasta sentir lo que él sintió al componerlas.
Justamente Beethoven es aquel genio-loco que nos posibilita poder reproducir aquello misterioso que se puede sentir, cuando uno se deja llevar por la llamada triada de sus sonetos. tenian tres movimientos, y esa razon de ser, respondia a su temperamento, al combate que significo su vida, y la paradoja de su sordera. EMIL LUDWIG. te la recomiendo a la biografia de Beethoven. no se consigue. Pero si queres te la presto. UN EJEMPLO EXCELENTE.
MAX HUNICKEN
¡Hola Max!Muchas gracias por la recomendación del libro, lo voy a buscar. Beethoven como vos decís nos transmite muy bien a través de su música, su espíritu.
Eliminar¡Muchas gracias por la bienvenida también!
Carolina
El regalo nos sobrepasa y no podemos guardárnoslo para nosotros mismos, ¡genial idea! Gracias Carolina y bienvenida!!!
ResponderEliminarGracias Martin! Vi que escribiste sobre el mismo tema! Muy bueno!
ResponderEliminarSaludos
Carolina