http://www.aporrea.org/regionales/n232363.html
(Ilust. Blog)
Marcelo Gobbi
En una magnífica alegoría del
desarraigo, Facundo Cabral solía contar que en su pueblo había una única calle
a la que un intendente progresista hizo de una sola mano. Por eso, decía, todos
aquellos que se habían ido nunca pudieron volver sin cometer una infracción de
tránsito; para entrar debían pagar una multa.
Acaso esa historia fuera
producto de la imaginación de nuestro amigo cantor, pero en mi pueblo tuvimos
de verdad, hace como treinta años, un episodio de desatino municipal bastante
parecido.
Un gobernante consideró que a
ninguna ciudad moderna podía faltarle una calle peatonal. La idea en sí era
algo curiosa (en los pueblos muy poca gente tiene el hábito de caminar); su
ejecución lo fue todavía más. El estadista mandó construir un paseo de longitud
bastante modesta: apenas una cuadra. Lo llamativo es que eligió una que estaba
edificada de un solo lado porque del otro había una plaza, que ya ofrecía
suficiente espacio para andar, precisamente, de a pie.
El lugar tampoco parecía muy
atractivo para que los vecinos hicieran tours de compras: en esa cuadra
unilateral sólo había una relojería y la oficina del PAMI.
El paseo fue iluminado tan
exageradamente que el reflejo se veía desde cualquier parte del pueblo e
incluso desde la ruta. Como a todo se le encuentra alguna utilidad, el adefesio
no dejó de tenerla. En medio de la Pampa Húmeda, bien lejos del
mar, tuvimos nuestro faro, capaz de indicar al forastero adónde quedaba la
plaza. Cumplió también con la tarea de atraer una buena cantidad de mosquitos
en verano, que encontraron al lugar más atractivo para concentrarse que los
patios y los dormitorios. Estas criaturas, al parecer, resisten bastante bien
el encandilamiento.
La obra hizo un aporte
memorable a la paradoja: nuestra cuadra más céntrica fue también la más
desolada.
El portento lumínico y la
ausencia de seres humanos estimularon el ingenio pueblerino. Llamábamos al
lugar lunita tucumana, porque alumbra y nada más.
La vida imita al arte. Pero es
infinitamente más impredecible.
Marcelo Gobbi
Genial lo de la "lunita tucumana". Parece un cuento de García Marquez. Quizás Aureliano Buen Día se de un paseo por la zona buscando el PAMI, o a Remedios, La Bella, le venga bien algún reloj...
ResponderEliminar¡Y qué cálido recuerdo de Facundo Cabral!
Gracias Marcelo por tus aportes al taller, siempre lograste sacarnos una sonrisa con tu inteligentes ironías tan bien narradas.
Marisa et al: gracias por la amable equivocación de dejarme asomar a este grupo. Honrado en serio. No he participado mucho pero he leído todo y con gran deleite. Ahora los dejo porque me dice Melquíades que han llegado los gitanos y van a mostrar en la calle peatonal un nuevo invento llamado "hielo". Mi papá me llevará a conocerlo. Besos. José Arcadio Buendía.
ResponderEliminarMuy bueno y tan nuestras estas cosas, que uno rie para no llorar. Gracias
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