jueves, 14 de noviembre de 2013

Zapatos (María Lanusse)



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A usted que tanto se queja de que sus zapatos le quedan chicos, de que le lastiman los dedos y le sacan ampollas al caminar, de que están rotos o de que resultan ser demasiado truchos para lo que gastó en ellos, de que ya no le gustan porque no le quedan tan bien como le quedaban antes o simplemente de que no tiene zapatos para salir, yo le pregunto…¿Alguna vez se fijó en los zapatos de las personas que tiene a su alrededor? Estoy convencida de que sí.
Seguramente, usted ha estado mirando esos zapatos que brillan y está convencido de que volaría con ellos si los tuviera. También ha mirado esos zapatos tan lindos que si usted los usara le quedaría mejor que a su dueño y definitivamente sería más feliz. Sí, siempre creemos que podemos ser más felices si usáramos los zapatos ajenos.
Pero no se ilusione amigo mío, usted ha estado mirando mal. Si ha visto esos zapatos, vuelva a mirarlos detenidamente. ¿Acaso no ve que no son tan cómodos como lo aparenta su dueño? ¿Acaso no ve que son tan delicados que hay que tener tanto cuidado para que no se arruinen o se ensucien? Además,  ¿ha notado que por mirar tanto esos espléndidos zapatos se ha pasado por alto esos zapatos que ya nadie ve pero que todavía existen? Esos zapatos viejos, pasados de moda, que están sucios y rotos de tanto uso. ¿No le llaman la atención? Usted que se queja tanto de los suyos, ¿no ve que hay otros que están en peor estado? Sí, también hay nuevos e increíbles zapatos, pero ojo con lo que pide, porque podría concedérsele y que después no le gusten más, como le pasa con los que ya tiene, o que resulten incómodos y le dejen mal olor en los pies.
Mire la diferencia. Esos zapatos viejos y usados que usted ignora, a la larga, resultaron ser mejores y más cómodos. Así que deje de quejarse y, antes de querer tener los zapatos del vecino, aprenda a elegir los suyos y a caminar con ellos, que nadie le va a regalar los zapatos de sus sueños, usted tiene que aprender que no es en la belleza en lo que debe fijarse, sino en aquello que lo ayude a caminar tranquilo y seguro por la vida.

María Lanusse

4 comentarios:

  1. ¡Excelente! Un llamado a la realidad, y humildad. - Y sí... para mí ¡no hay zapatos más cómodos que los viejos, los muy usados! Quizás desluzcan pero, al caminar, hacen uno con el caminante, indisolublemente.

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  2. Muy bueno Maricuchi ! Me encantó ! Y como siempre dije hay que querer y amoldar los zapatos propios y antes de criticar o envidiar los ajenos hay que ponerselos, Y ahí nos damos de narices con la realidad, que ningunos nos quedan mejor que los propios , viejos nuevos o como esten, uno los quiere. Besos.

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  3. Muy simpático María. Es verdad que tendemos a apreciar lo bueno de los demás y a agigantar los propios defectos. Me gusta tu reflexión que nos lleva a tratar de tener una mirada más misericordiosa con nosotros mismos.

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  4. zapatos! Como soy loca por los zapatos estuve a punto de escribir sobre ellos. Me gustó mucho lo tuyo, María. Voy a tratar de no estar siempre con ganas de comprarme zapatos nuevos!!

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