domingo, 17 de noviembre de 2013

Zig-zag (Ignacio Leonetti)









Vertiginoso y descontracturante, el zigzag representa un desafío a nuestra atención y a nuestra capacidad de aceptación.
  Imprevisto, sorprendente, quizá algo traicionero, puede resultar excitante a cierta edad, cuando la efervescencia y lo inexperimentado de la juventud campea en lo más alto de nuestras energías. Pero también amenaza con devenir en pesadilla cuando el pelo exhibe canas y no se está tan rápido de reflejos.
  De cualquier modo, el zigzag acaso represente una buena metáfora de la intrepidez que siempre le exige la vida a los hombres.
  Algo de esto también se le impone al mundo del pensamiento al que intentamos dedicarnos. Necesitamos repensar y madurar el dejar fluir la savia de la vida filosófica, el “no negar la propuesta” (para usar una expresión teatral), el aceptar caminos y animarnos a cruzar las puertas de la mano de la investigación o el estudio emprendido.
  Decía un querido profesor mío que “de alguna manera somos hijos del racionalismo”. Creo que escuchar al ser implica abjurar de la apriorística línea recta y asumir el zigzag. Tarea de valientes, quizá. Sólo para grandes conductores.


Ignacio Leonetti

3 comentarios:

  1. ¡Muy bueno Ignacio!
    Un llamado a ir a adaptándose al terreno. Menos mal que uno aprende a conducir, conduciendo. Si no muchos quedaríamos afuera de la propuesta.
    Habría que animarse a poner primera y ver qué trae el camino.

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  2. Qué bueno esto de aplicar el zigzag a la filosofía. Lo veo tal cual en esas conversaciones donde entre argumentos, contra argumentos, disensos y asentimientos uno llega a percibir mejor un tema. Y el "no negar la propuesta" del teatro es muy gráfico!

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  3. Muy cierto; Ignacio. Los grandes conductores se ven en las zonas de curvas. Ahora que lo pienso, lo que más me aburre de las rutas son las rectas largas, pero ahí sí que me siento segura para pisar el acelerador...

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