Zácate.
Otra vez gritando, la zángana. Tengo que aguantarla, aunque moleste más que
zapato apretado. Zacarías, el amigo que me la presentó, también me previno.
-
Es gritona, la muy zorra. Siempre lo fue. Parece que la
estuvieran azuzando constantemente. Hija de vascos por partida doble. Zulema
Zubieta Zuloaga. Tendrás que soportar sus berrinches. No siempre es azul el
cielo.
Cierto,
pensé. Además de gritona y algo zafada, era zalamera. Y me compensaba con
algunas dulzuras los zafarranchos previos. De repente
-
¡Zoilo! ¿Bebiste el zumo de zanahoria que te preparé en esa
zumera hermosa que me regalaste? ¿O era
para mirarla y no realizar tareas con ella?
Tenés que estar liviano, preparé algunas pizzas para esta noche. Aunque
a Zenón le voy a dar algo que no sea pesado, no estaba bien el mocoso. Quizás
un puré de zapallo.
Confieso
que por hoy me aburrió. Salí al zaguán y me encontré con Zelmira. Venía de
comprar zapatillas para los chicos. La saludé y me devolvió un gesto que me
pareció procaz. Aunque luego sonrió y dijo que era una chanza.
Entré
para toparme con la zanguanga. Pensaba, para despejarme un poco, en las
delicias que cocinaba mi vieja. En su gloriosa tortilla de zapallitos.
La
dernier zeta
Octubre
de 2013
José María Schettino
¡Muy divertido José María! ¡Cuánta imaginación!
ResponderEliminar¡Qué bien Zulema que compensa sus zafarranchos con un poco de zalamerías. ¡Ojo que no se entere que andas haciendo ojitos a la la Zelmira!
Y si no bancate una zurrada. A lo mejor Zenón te sale a defender.
Paciencia con la Zulema
Muy ocurrente, José! Eso de la Zelmira, las zapatillas de los chicos y la chanza me encantó!
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