Yaiza García / ELLE.es
¿Utopía o realidad? A esta historia no le da igual.
Ya no. Solíamos brillar, pero no todo lo que reluce es oro; o tal vez sí, pero
faltaba pulir. Faltaba resolver aquellas cuestiones del pasado que no dejaron
ver más allá de esa utopía perfecta que solíamos vivir. Aquellas cosas
positivas que enceguecían que no hay cosas positivas o negativas sino simple existencia
dinámica, cambiante.
El cielo era azul, la vida tranquila, los días
hermosos. La lluvia no mojaba sino que era alegría salpicada. El tiempo no
arrancaba la vida sino que creaba los mejores momentos. Hasta los grises
formaban parte del arco iris. La valentía era seguir, darle para adelante como
Rinocerontes Ionescanos que no los
frena ninguna pared. No importaba ver las cosas por lo que eran, sino taparlas
para continuar en esa utopía feliz donde todo era feliz, todo saludable, todo
posible y todo sano. Los errores se solucionaban gracias a Tiempo que los escondía
y ayudaba a huir. Pero en realidad sólo tenía curitas truchas que no cicatrizaban
la herida.
El camino parecía directo, no veíamos que eran
laberintos que nos hacían recorrer una y otra vez los mismos lugares, sin poder
salir.
No dejaron de ser reales esos momentos felices, al
contrario, ayudaron a crecer y llegar hasta donde estamos. Es hora de un paso
más fuera de la utopía. La vida no se debe construir sobre bases endebles, se
construye sobre la realidad. Aquello que somos. Pero faltaba responder ¿quiénes
somos?
En algún momento cae la utopía: y allí lo difícil
se vuelve lo mejor, lo que hoy te hace llorar mañana será el punto clave de
nuestro bienestar. La decisión es insostenible, tan incomprensible, y sin
embargo necesaria. A veces hay que confiar simplemente en el devenir y en la Sabiduría divina que te
marca, cachetazo de por medio, cómo ir haciendo tu camino.
No hay llantos dulces, no hay gritos silenciosos,
no hay furias calmadas. No hay progreso sin proceso. Para perseverar de a dos primero
hay que estar bien con uno: recuperarse de aquellas heridas que te impuso la
vida, resolver aquellos conflictos con tu pseudo-yo que no dejan vivir en paz a
tu verdadero ser.
Amor era entendido como el paraíso de los
sentimientos. Pero nunca supimos ver la dependencia emocional, los trasfondos
familiares, la historia que acarreamos, los duros momentos metidos bajo la
alfombra, ilusionados por la historia romántica del príncipe azul y su
princesa. Llegamos a ser ejemplares, orgullo de otros, motivo de felicitación.
Sólo se veía lo externo: nunca el interior de los corazones. La utopía no
dejaba ver lo mucho que te defraudaba y me defraudabas.
Pero la valentía está en vivir la realidad, en
construir desde la sinceridad y la honestidad con las cosas claras, y no vivir
la utopía. Vivir la utopía es para mediocres. Cada momento feliz vivido es
agradecido, pero en algún momento había que avanzar para obtener una felicidad
aún mayor. Hay que afrontar esos momentos de vacío, de angustia, para ver a
través de la tormenta.
Ver las fotos de aquellos momentos perfectos y me
hace extrañarte, pero lo cierto es que en el fondo hay cosas por solucionar
cada uno por su lado. Hoy quiero confiar en el crecimiento de ambos, confiar en
que en el corazón está latente el amor que nos unió, listo para desarrollarse
una vez listos. Confiar en que se puede limpiar y reconstruir una vida juntos.
Confiar en que para eso hay que crecer. Confiando en que lo que se hace es
siempre para el bien de ambos. Confiar en que es lo más honesto y sano.
No te pido nada, no esperes, no te espero.
Simplemente confío, confiá.
Nico Balero Reche
Tu texto Nico, es una especie de "presentación del estado de la cuestión" de una fantasía que explotó contra la realidad pero que no se resigna y anhela transformarse en algo nuevo y genuino.
ResponderEliminarMe llegan entonces los dos registros de la palabra utopía: algo que no tiene lugar y algo que sirve de norte.
Me gustaron mucho esta cataratas de imágenes que pones al principio para describir ese su mundo "de parque de diversiones"
"La lluvia no mojaba sino que era alegría salpicada. El tiempo no arrancaba la vida sino que creaba los mejores momentos. Hasta los grises formaban parte del arco iris"....y luego "curitas truchas que no cicatrizaban la herida"
Te imagino ladeando la cabeza con desdén
y sonriendo con nostalgia mientras escribías esto.
Gracias Marisa! justamente ese movimiento de cabeza y esos ojos lagrimosos acompañados de una sonrisa era mi situación...
EliminarNico
Me gustó mucho como describis una situación bastante habitual en las relaciones humanas, donde la lluvia deja de ser alegria salpicada y empieza a mojarnos, porque dejamos de "flotar" cuando la realidad de la propia "mochila desordenada", nos hace bajar a tierra firme, y normalmente con un aterrizaje de emergencia y algunos golpes.TOdo eso necesario para crecer.
ResponderEliminarGracias