Como tantas veces, cierro los ojos. Tan sólo corre un instante y
entonces allí aparecen las luces, iluminando el camino misterioso. A veces
reconozco el lugar, a veces no, pero sigo adelante, hacia un no sé qué.
Son mis sueños.
En los sueños no hay un argumento fijo, ni un guión conocido, eso es
algo maravilloso. Nada mejor que ese mundo etéreo, impredecible e inmanejable,
para vivir fantasías. Allí nos sumergimos en una película alocada, en donde
flotan nuestros desvelos y se confunden realidades y mentiras, muchas veces
favorables, otras no.
Es en ese lugar de descanso donde alcanzamos amores imposibles,
reencontramos a nuestros seres queridos, somos el deportista del año, el héroe
de la película, vencemos al enemigo, volamos hacia el infinito. Y cuando,
sumidos en esa quimera aleatoria y fantástica, pareciera acercarse el final, el
sueño se evapora y despertamos de golpe, chocando con la realidad que nos
desilusiona o nos alivia. Otras veces, en ese mismo instante, el sueño cambiará
su destino y nos abrirá la puerta hacia otra historia. Pareciera que,
reconociendo el término de nuestra aventura, nuestro subconsciente evitara
avanzar, defendiéndonos de los sinsabores de la derrota o de un triunfo que nos
sería imposible en la vida real.
Ayer soñé con un país unido, con gobernantes nobles, padres y
adolescentes respetuosos, sin corrupción ni miseria. No hubo final, ni cambió
la historia. Sigo soñando.
Oscar Gómez Salmerón
Me gustó Oscar, tu descripción de esa especie de zona liberada que ocupan los sueños donde desfilan las ilusiones y miedos personales.
ResponderEliminarMe asombra el mundo de los sueños. Es como si lleváramos a alguien dentro nuestro que intenta comunicarse, decirnos algo y luego se escabulle.
Es muy extraña esa dualidad.
Nunca me pasó soñar (dormida) con una Argentina diferente. ¿Será que mi subconsciente tiró la toalla?
Qué fuerza tiene ese "Ayer soñé con un país unido"... es una frase que invita a la repetición continua, a mí me da la sensación que es como esos deseos que de repente tienen los chicos, más realistas por un lado (porque no están limitados por las frustraciones contingentes) pero más ingenuos por otro. Uno de afuera prefiere no profundizar mucho... mejor que se siga articulando, quién dice que a fuerza de repetirlo no se termina cumpliendo ¿no?
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