Afiche de los alumnos
de la Universidad de Berkeley de la década del ’60.
Escaneado del libro Berkeley at war de W.J. Rorabauch, Oxford UP, NY. 1989 (Ilust Blog)
Una cosa es la gentil invitación “Ponete cómodo”, o incluso la un poco
más formal pero aliviante permisión “Pueden tomar asiento”. Otra muy distinta
es la indicación imperativa “¡Ubicate!”. Es cierto que veces viene nucleada de
buena intención y la recibimos de quienes quieren educarnos en la senda de las
buenas costumbres, como nuestros padres, alguna maestra, o incluso alguna
esposa, por qué no. Otras veces, empero, el imperativo viene de bocas más
ajenas y no es ya una indicación que apunta a nuestro bien, sino que es
expresión de una voluntad sistémica y no pocas veces anónima, que el bien que
busca es el suyo propio tratando de someternos a un orden artificial que poco o
nada tiene en cuenta nuestras reales necesidades.
Es que el sistema te “ubica” en algún lado. Parece que necesita
hacerlo. Parece que le urge que uno ocupe una determinada posición en el cuadro
sinóptico con el que se empeña en dominar la realidad. Necesita de esa
disciplina – que lejos está de un verdadero discipulado – que pretende evitar
que haya cosas (y nosotros pasamos a ser justamente eso, “cosas”) fuera de
lugar por temor al riesgo que impone la posibilidad de imprevistos.
Por oposición surgen ante eso algunas rebeldías de tono adolescente
que suponen que la solución al imperativo es no ocupar lugar ni ubicación
alguna. Pero la cosa no funciona mucho tiempo. Uno se aburre a la larga de no
estar en ningún lado y la deriva lo empuja a obedecer luego sumisamente. O bien
se cree muy vivo ocupando una ubicación exactamente contraria a la que se le
quería imponer. Pero en eso también hay algo de sumisión…
Lo peor, sin embargo, es sin duda cuando se nos imponen ubicaciones,
posiciones, roles y funciones sin que nos demos siquiera cuenta de ello. En
nuestro desconocimiento de que se nos está imponiendo algo, creemos ilusamente
que estamos adoptando libremente una ubicación que en realidad nos están
haciendo ocupar. Quizás el último siglo se ha especializado justamente en eso.
Con demasiada astucia se han desarrollado técnicas para ubicarnos haciéndonos
creer que en realidad nos estábamos poniendo cómodos.
No es raro, entonces, que tantas veces experimentemos esa sensación de
no saber dónde meternos, puesto que la ubicación que hemos adoptado como propia
no es tan “propia” como creemos. No es raro que de vez en cuando (o con
frecuencia) no sepamos bien cuál es nuestro lugar, toda vez que el lugar en el
que estamos no es el auténticamente “nuestro”.
A riesgo de parecer desubicado, vaya mi agradecimiento a los que de
miles de maneras me ayudaron a ubicarme en mí mismo. Es la única posibilidad,
intuyo, de lograr cualquier acertada ubicación.
Martín Susnik
MUY BUENO MARTIN!!!!
ResponderEliminarLA ILUSTRACION ES EXCELENTE. LA CONOCI GRACIAS A MARISA.
MAX HUNICKEN
Es que de hecho la eligió ella,con su habitual capacidad para acertar. ¡Abrazo, Max!
EliminarMuy interesante Martín tu meditación. Me resultó muy luminosa esa idea de que o te ubican de fuera a veces en un lugar arbitrario, o uno busca su propio lugar siguiendo una especie de voz interior a la que otros también pueden ayudarnos a descifrar. Entonces ahí tu ¡Ubicate! puede transformarse en un "Despertate" "Vivi lo tuyo" "No sigas libretos ajenos" "Sé vos mismo".
ResponderEliminarEn este día en que los argentinos estamos tan sacudidos pensaba hoy luego de leer lo tuyo en la desproporción que existe entre el trabajo de hormiguitas de los padres que día a día cuidan a sus hijos desde que son engendrados para ayudarlos a que encuentren ese su lugar en la vida y puedan vivirlo en plenitud y la crueldad y la violencia que en un segundo nos arrebatan algo tan sagrado y lo arrojan a un basural.
Lugares. Márgenes. Hogares arrasados por los márgenes que carecieron de hogares.
Yo también me quedé pensando en algo parecido, Marisa. ¡Gracias por enriquecerlo!
EliminarMuy buena tu reflexion y muy cierta tambien.Coincido con Marisa en lo dificil y duro que es hoy proteger y ayudar a los hijos a "ubicarse" para que logren vivir en plenitud y libertad,cuando la violencia , la bestialidad, los engaños y las mentiras nuestras de cada día,en su intento de "ubicarnos" donde les convenga, atropellan sin piedad ni remordimiento la inocencia, la libertad y la vida.
ResponderEliminarEs triste y duele ver la caida en picada de la dignidad , el honor y los valores de toda una sociedad.
Gracias.
Comparto tu preocupación, Marcela. Gracias a vos, por estar ahí compartiendo.
ResponderEliminarMuy Bueno Martín !, veo que seguís despuntando el vicio de la literatura, que tanto te gusta y que tan bien lo haces.
ResponderEliminarUn placer volver a leer tus reflexiones, como en los viejos tiempos. Seguramente habrá muchas más...gracias por compartir.
Abrazo,
Daniel Muñiz