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Un puente puede unir las dos riberas de un río...
Ayer salió una nota
en La Nación Revista
sobre un padre y su hijo.
Cuando Timothy
Archibald descubrió que su hijo Eli tenía autismo tuvo que aprender a conocer a
su hijo de manera distinta.
Sacar fotos se
convirtió en un trabajo y un juego de a dos. Eli componía la imagen y su papá
elegía la luz correcta. Esa tarea era lo que los hacía pares, y en la cual se
conocían, se expresaban, se respetaban, se querían.
Timothy dice: "Estaba tratando de
entender a este niño con el que tenía dificultades para armonizar nuestras
vidas. Pensé que ambos sentíamos que estábamos excavando y buscando juntos en
esta situación para tratar de entenderla, o entender algo. Y al final no
obtuvimos respuestas tangibles., pero en medio de todo eso construimos un
puente."
Luego de 3 años en
esta tarea, de la cual surgió un libro de fotografías sacadas por ambos,
en compañía cómplices, dejaron de hacerlo, porque dice su papá que
se habían encontrado en la mitad del puente, y ya no había necesidad de seguir
buscándose.
Me quedó fijada
esta imagen de encontrarse a mitad de camino, en un puente. Y en este caso ya
no es una metáfora. Un puente une, sí, pero el hecho de encontrarse en la mitad
del puente indica algo muy real y muy emocionante porque nos dice lo siguiente:
_Nadie tiene porqué
cruzar todo el puente solo hasta el otro lado, ni de un lado ni del otro.
_El puente no es
una herramienta para llegar al otro lado porque nunca llegas al otro lado,
te encontrás en la mitad, con el otro...
Los papás de
Eli hablaban de El Gran Desconocido que es la enfermedad: "Sentíamos
que nuestra familia tenía tres partes: estábamos mi esposa y yo, Eli, y además
el Gran Desconocido". Es un misterio, es un elefante en el cuarto que
hay que señalarlo y conocerlo. ¿Con cuántos Grandes desconocidos habitamos?
¿Cuántas maneras hay de habitar con ellos y cuántos mundos nos abren, nuevos e
inesperados?
La nota me hizo
acordar a otro Gran Desconocido que 'conocí' hace poco. Digo conocí aunque al
Gran Desconocido nunca se lo termina de conocer. Una familia con un niño muy
enfermo que en medio de la incomprensión ante tamaña enfermedad tiene que
vivirla, jugando. Y se abre un mundo en que la realidad se convierte a
propósito en juego, para soportarla, para mirarla un poquito a la cara y no
tener tanto miedo. Un chiquito con superhéroes con barbijos puestos arriba de
su cama y que juega a Spiderman todo el día y cuando le vas a poner una
inyección le dice a su muñeco: 'Te prometo que no va a doler, te lo prometo'. Con
el convencimiento de que si esos superhéroes pueden soportarlo él
también. Esta pedagogía de los superhéroes me pareció magnífica y muy
iluminadora. Y ver cómo efectivamente surtían efecto y cambiaban la realidad
era algo mágico. Porque sí, no puedo hablar si no de cierta magia de la
imaginación que opera para ayudarnos y para hacernos compañía.
Un puente puede
unir.
Sacar fotos puede
ser un puente para unir.
Buzz Lightyear y
Woody fueron puentes MUY REALES para unir.
Y
puedo reemplazar todos esos 'unir' por 'entender', ‘amar’, ‘crear mundo’.
Porque no veo otra comprensión en la vida que alguna forma de conexión, de
vivir-con.
Desde
lejos, no.
Teresita Suriani
Me gustó mucho esa imagen del "Gran Desconocido" Teresita. De repente la vida aparece como algo poroso habitado por un sin fin de "grandes desconocidos". Lo desconocido nos asusta, nos descoloca. Pero para la mirada infantil, TODO es desconocido, todo encierra una lección que hay que aprender para vivir. Lo que facilita enormemente la aventura es la mirada amorosa que nos invita a adentrarnos en ese puente.
ResponderEliminarPor eso es tremendo cuando hay que encarar la vida y sus misterios desde la infancia en un ambiente hostil y agresivo.
Me resultó muy enriquecedora tu reflexión sobre esas dos circunstancias tan entretejidas de cariño.
Muy linda la reflexión, Teresita. Qué desafío eso de buscar alternativas para unirnos con las distintas realidades, sean las que sean y toquen las que toquen. Me vino a la mente que tender esos puentes también sirve para ver cómo el agua por abajo siempre corre y todo pasa y va encontrando su curso. Un modo de no instalarse en el dolor o en las dificultades presentes.
ResponderEliminarTeresita, qué interesante estas dos historias dolorosas pero superadas. Da coraje ante las dificultades! Muy bueno lo del puente que no se cruza sino que se llega a la mitad y ahí está el encuentro. Muy linda reflexión.
ResponderEliminarGracias Marisa, Ángeles y Lydia!
ResponderEliminarY que buena idea ángeles relacionar el puente con lo que pasa por abajo también, no lo había pensando. Los puentes dejan muchos espacios para lo otro, para todo lo que corre por al vida.
Muy bueno Tere! Que buena imagen la del puente, que siempre une y acerca. Gracias.
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