Pedro
Figari, El patio (Ilust.Blog) http://www.reprodart.com/a/figari-pedro/the-patio.html
La
verdad es que el grupo que está tocando no se luce demasiado, pero al menos son
la excusa para que decenas de parejas practiquen un poco chacareras, gatos y
escondidos. La noche está espectacular, ni una nube en el cielo, una cálida
brisa refrescando a los bailarines y en el patio una modesta multitud de
jóvenes intenta aprender a bailar. Algunos la tienen clara y van tirando letra,
al grito de “¡vuelta entera!”, “zapateo” o “giro final”. Otros siguen como
pueden las instrucciones. Pero casi todos se sientan, entre aliviados y
decepcionados, cuando suena una zamba. Algunos no se atreven, respetuosos de la
grandeza de este género, otros simplemente se quedaron sin instructores de
baile. Sin embargo unos pocos se le animan, y bailan como nunca, pañuelos al
aire, al compás del bombo y la guitarra. Y aún dentro de este grupo que se le
anima a los lentos del folclore hay un grupito más selecto aún. Esos son los
que me encanta ver. Las parejas que llevan años y años de estar enamorados como
el primer día. Es increíble ver las transfiguraciones, las sonrisas, las
miradas, la alegría y sobre todo el amor que dos personas son capaces de
expresar en algo tan simple como una danza. Ella, con sus casi sesenta años a
cuestas, vuelve a ser una quinceañera, sonrojándose bajo la mirada de él, que
pese a tener apenas unos pocos pelos en la cabeza, y todos plateados, es el
mismo muchacho de dieciocho años que sigue sin poder creer la belleza que tiene
frente a sus ojos. Y en cada vuelta, en cada giro, en cada vuelo del pañuelo
ellos se dicen mil cosas en un idioma que sólo ellos entienden, pero que los de
afuera podemos intuir. Se aman. Lo dicen sus ojos, sus sonrisas, su delicadeza al
bailar y esa atmósfera tan única que los rodea. Nada ni nadie más existe en el
mundo, sólo ellos dos. Y si alguna pareja de amigos, intentando descifrar los
movimientos que corresponden a cada compás, se tropieza con ellos, ni se
enteran, no se inmutan. Ni siquiera los músicos están allí, apenas la música,
que es excusa para esa manifestación tan honda y plena de dos almas enamoradas.
Sí, lo sé, todo esto suena cursi. Pero a veces el amor es cursi, ¿quién soy yo
para escribirlo de otro modo? El problema es que cuando uno ve semejante
espectáculo, dos personas profundamente enamoradas, ya no se puede pretender
menos.
María Echevarría
¡Qué romántico María! ¡Y qué observadora! Me hacés acordar a esa película "Diario de una pasión".
ResponderEliminarGracias por el relato. Es muy esperanzador. Es verdad eso que decís de que luego de asistir a ese espectáculo, "ya no se puede pretender menos".
¿Habrá que aprender a bailar la zamba?
¿Cómo hago para convencerlo al rockerito que tengo en casa? jaja
Muy linda descripción María!
ResponderEliminarMuy bien descripto! Me hizo acordar a mis abuelos, yo hace poco les pregunté como hicieron para estar juntos toda la vida, me parecía imposible, y se agarraron de las manos y mi abuela dijo: es que no es una cuestión de tiempo, yo me siento igual de enamorada que el primer día. Y mi abuelo: yo también.
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